Lo que hoy es la provincia de Ciudad Real era el far west de la antigüedad

Eusebio Gª del Castillo Jerez.– El salón de actos de la Biblioteca Pública del Estado de Ciudad Real acogió en la tarde de ayer la conferencia, enmarcada en el II Ciclo de Historia Local, «La formación de las poblaciones antiguas de Ciudad Real», a cargo de Martín Almagro Gorbea, Anticuario de la Real Academia de la Historia. La charla, profusa en información, ha estado salpicada de anécdotas personales sobre las andanzas de este historiador en sus primeras investigaciones sobre los pobladores de la provincia en la antigüedad. «Era otra arqueología», cuando hace 50 años «pateaba estas tierras intensamente».

Asimismo, para la facilitar la comprensión de lo explicado, Martín Almagro se ha detenido en conceptos fundamentales, como cultura o etnia. La sociedad, un pueblo o una etnia son enormemente dinámicas y variables a lo largo del tiempo, ha remarcado. «Por tanto, es absurda esa postura racista de pretender un esquema fijo. No hay negros, no hay blancos; hay procesos. Cada uno de nosotros somos resultado de uno de estos procesos y todos conjuntamente de uno más complejo», ha recalcado. Así, los oretanos tienen elementos comunes con carpetanos, vettones, bastetanos o turdetanos.

La provincia de Ciudad Real ocupa una estratégica posición en el sureste de la meseta española, por la que atraviesan las principales vías de comunicación de la Península Ibérica: entre Andalucía y la meseta y también entre las tierras occidentales de economía pastoril y minera y las del levante mediterráneo. Estas características, según Martín Almagro, explican los procesos de etnogénesis de su población y las características etno-culturales de los oretanos, el principal grupo étnico que habitó estas tierras en la antigüedad; aunque también vettones y lusitanos en la zona más occidental. En la antigüedad, por su ubicación en la Península Ibérica y la de ésta en el continente europeo, lo que hoy es la provincia de Ciudad Real era el far west del mundo, ha aseverado en tono jocoso.

En la zona oriental, la de los oretanos, abundaban trigo, vino y olivo, lo que se denomina policultivo mediterráneo, que era la base para la vida urbana. Una ciudad de la antigüedad «no podía vivir si no se abastecía de esos tres productos». La zona occidental, por el contrario, era «mucho más pobre» en agricultura, pero rica en ganadería y, sobre todo, en minería. Se ha referido a la zona de Sisapo y Almadén, donde los pobladores extraían oro, cobre y, un poco más al sur, plata. Eran, por tanto, dos zonas complementarias, y siempre han funcionado así.

Preguntado acerca de la evolución respecto a aquellos pobladores, Martín de Almagro ha señalado que, «si uno se va al fondo de Sierra Morena y se dirige a un abuelo de ochenta años, probablemente descubrirá que su mentalidad está más cerca de la Edad del Hierro que de la de los niños que hoy he visto en esta biblioteca manejando la informática». Lo que ha transformado nuestro campo, «que ha sido siempre muy consuetudinario, en el sentido de conservar su cultura para mantener el equilibrio con el medio ambiente», ha sido la televisión, ha afirmado. Desde entonces, añadía, «se ha dejado de transmitir la cultura de padres a hijos y de abuelos a nietos y ha entrado una nueva cultura del mundo urbano, tan distinto de esas tradiciones que eran milenarias, que ni los romanos, ni los árabes, ni los cristianos pudieron cambiar porque era la pura adaptación al medio».

Almagro ha animado a los historiadores a publicar más sobre una provincia muy rica de la que aún se desconoce mucho de su pasado. En la actualidad, ha concluido, se está trabajando en las tradiciones etnológicas del folclore de los cuentos. «A través de éstos, filtrando las contaminaciones de época cristina, árabe y romana, llegamos a los relatos de la antigüedad». De la misma forma que se hace con la etimología para saber de dónde viene un nombre, ha puntualizado.