Javier Fernández-Bravo del Prado. Dtor. Técnico CD Shotokan-Ciudad Real.- Para cumplir con una costumbre que el Club Shotokan se inició en 2001, un buen número de alumnos de esta entidad se reunieron el pasado sábado, día 14 de enero, para celebrar juntos la entrada del nuevo año. Nos referimos al Kagami Biraki, un acto que tiene su origen en las escuelas de artes marciales del Japón medieval y que ha llegado hasta nuestros días.
En España los dojos más tradicionalistas lo integran en su ideario como parte del legado cultural asociado a la enseñanza y práctica del nihon budo y sirve para reiterar el compromiso colectivo en la conservación, fomento y promoción de las artes marciales. El acto, cuya participación en el Club Shotokan está reservado a los alumnos que ostente el cinturón negro, comenzó a las 19,30 horas, estuvo dividido en tres partes: la primera en el que tomaron parte una treintena de socios del club manchego, entre las que se encontraba padres, madres e hijos, consistió en un entrenamiento impartidos por los maestros Javier Fernández-Bravo y Juan José Espadas.
El primero de ellos presentó el desarrollo el kata Heian Yondan y su aplicación a la defensa personal a través de una sucesión de defensas, bloqueos, contragolpes, luxaciones y derribos con continuos cambios de dirección, y ajustes de distancia que trataban de estimular la capacidad de reacción y respuesta en una lucha simulada ante dos adversarios. Posteriormente, sensei Espadas desplegó una interesante propuesta de trabajo progresivo basado en Jitte, una forma clásica que se caracteriza por la abundancia de técnicas ejecutadas con las manos abiertas, en este caso aplicadas ante un atacante armado con un cuchillo, destacando la esquiva, la gestión de la distancia y las acciones de control sobre el agresor.
La segunda parte del acto consistió en la entrega de diplomas a los alumnos que han alcanzado alguno de los niveles “dan” durante 2016 y los participantes procedieron a la renovación del juramento de cinturón negro y su compromiso de esfuerzo continuo por mejorar cada día. La parte emotiva vino cuando se recordó a Virginia Arcos, una joven karateka recientemente fallecida que durante veintitrés años ha estado vinculada a este club en el que era muy popular y querida por todos, símbolo del espíritu “shotokanero” y de los valores de las artes marciales, en cuya memoria se ha fijado un retrato en la pared de la sala de entrenamiento. En la tercera y última parte se efectuó la ceremonia de peticiones para el año y el brindis por el año que se inicia.