El llamativo oxímoron que presenta el título llegó hasta mi gracias a la recomendación de una amiga. Lee el libro de Nuccio Ordine, me dijo, te gustará. Y me ha parecido un gran libro, necesario, reconfortante e imprescindible. Un manifiesto en favor del Arte, Humanidades, Letras y Literatura.
Ordine nació el 18 de julio de 1958 en la región de Calabria, concretamente en Diamante, provincia de Cosenza. Es profesor, filósofo, escritor y un gran conocedor del Renacimiento y del pensamiento de Giordano Bruno. Invitado por diferentes Universidades norteamericanas y europea, sus libros han sido traducidos a muchos idiomas, entre ellos chino, japonés y ruso.
El libro tiene por título La utilidad de lo inútil. Manifiesto (2013) y el mismo autor explica su sentido en la Web de la editorial: “Si dejamos morir lo gratuito, si renunciamos a la fuerza generadora de lo inútil, si escuchamos únicamente el mortífero canto de sirenas que nos impele a perseguir el beneficio, sólo seremos capaces de producir una colectividad enferma y sin memoria que, extraviada, acabará por perder el sentido de sí misma y de la vida. Y en ese momento, cuando la desertificación del espiritu nos haya ya agostado, será en verdad difícil imaginar que el ignorante homo sapiens pueda desempeñar todavía un papel en la tarea de hacer más humana la humanidad”.
Lo primero que hay que decir es que Ordine escribe en su libro lo que muchos autores callan para estar en consonancia con el becerro de oro, dicen algunos. Pero en realidad para no salir de la senda que marca el neoliberalismo omnipotente, que todo lo mide por ganancias, por beneficios y que ha transformado el mundo en un gran negocio, en el que las personas no importan. Fuera de su órbita hace mucho frío y demasiados autores son meras correas de transmisión del capitalismo más feroz y más asesino, aunque vistan sus escritos con los más exquisitos ropajes.
En la primera parte de la obra se trata la útil inutilidad de la literatura. En la segunda, con el significativo título de “La universidad-empresa y los estudiantes-clientes”, se plantean los efectos desastrosos producidos por la lógica del beneficio económico en enseñanza, investigación y actividades culturales en general. También la batalla contra la dictadura del beneficio que han desempeñado y desempeñan humanistas y científicos “en defensa de la libertad y la gratuidad del conocimiento y la investigación”. Y en una tercera parte, titulada “Poseer mata”, el autor recuerda a una serie de autores clásicos para mostrar que “amar para poseer mata el amor” y “poseer la verdad mata la verdad”.
El libro incluye también un ensayo escrito el 1939 por el pedagogo norteamericano Abraham Flexner (1866-1959), que significa todavía una reivindicación de la investigación científica sin aplicación práctica definida. Ordine y Flexner comparten la idea de que la curiosidad es el motor del progreso humano y que resulta contraproducente querer teledirigirla demasiado.
Son muchos los textos de diferentes autores, relacionados con el tema propuesto, que se citan en la obra, como la frase del filósofo Michel de Montaigne (1533-1592) en sus Ensayos: “es el gozar, no el poseer, lo que nos hace felices”, fórmula con plena vigencia hoy, cuando se valora más tener que ser. Las que Federico García Lorca (1898-1936) dirigía a un grupo de estudiantes en 1934, con las que hacía una invitación a nutrir con la literatura “ese grano de locura que todos llevamos dentro”, sin el cual sería en verdad “imprudente vivir”. O con las que recuerda la locura de Don Quijote, “héroe de lo inútil y lo gratuito”.
Y es que, como escribe Ordine, está claro que en el universo del utilitarismo, un martillo vale más que una sinfonía, un cuchillo más que una poesía, una llave inglesa más que un cuadro, “porque es fácil hacerse cargo de la eficacia de un utensilio mientras que resulta cada vez más difícil entender para qué pueden servir la música, la literatura o el arte”. Es la deriva de los tiempos que corren ya que con manifiesta “crueldad”, muchas empresas, que han aprovechado durante décadas la privatización de los beneficios y la socialización de las pérdidas, despiden a los trabajadores, a la vez que los gobiernos suprimen “los empleos, la enseñanza, la asistencia social a los discapacitados y la sanidad”.
En fin, como conclusión podemos recordar con Ordine que es doloroso ver a hombres y mujeres empeñados en una insensata carrera hacia la “tierra prometida del beneficio”, mientras que no despiertan interés naturaleza, objetos o demás seres humanos. La consecución de ese objetivo no permite entender la importancia de los pequeños gestos cotidianos ni descubrir la belleza que nos rodea: “en una puesta de sol, un cielo estrellado, la ternura de un beso, la eclosión de una flor, el vuelo de una mariposa, la sonrisa de un niño”. La lección que podemos obtener es que si perdemos las cosas simples, aquellas que aparentemente no valen nada, lo perdemos todo.
Isidro Sánchez
Desde el revés de la inopia
Soy de los que creen en el poder terapeútico de las disciplinas que llaman inútiles. Más Platón y menos Prozac reivindicaba la utilidad de la Filosofía para la vida cotidiana, pero parece que, para las mayorías, visitar museos, leer un buen libro , escuchar a Mozart o leer un buen artículo de Millás, Rosa Montero, Benjamín Prado , Isidro Sánchez … es algo que carece de utilidad. Ellos se lo pierden, pobres diablos.
«Y es que, como escribe Ordine, está claro que en el universo del utilitarismo, un martillo vale más que una sinfonía»… y una hoz más que la libertad, te ha faltado decir, pues aplícate el cuento…
Nada, que pasabas por aquí con el polvorón en la mano, querías hablar del tiempo y una cosa te ha llevado a la otra … y, oye, que había que evacuar tamaña cagada o reventaban tus tripas de tanto exceso. Hala, majete, a dormir la mona.
Todo Humanismo es de alabar en tiempos donde no se estila por animalismos y neo-ismos varios, bastante pesimistas con la condición humana.
Esta vez solo le deseo Isidro un feliz año nuevo.
Pese a estar en las antipodas ideologicas, compartimos la misma condición humana que cada uno trata de dignificar.
Hay tal exceso (ya sé que sentido común es difícil) que esto parece lo de la cigarra y la hormiga.