Se han producido tres noticias durante esta semana que confirman algo frecuente en nuestro país: algunas veces los poderosos pierden en Europa lo que ganan en España. Por la primera, que tiene como protagonista a la Iglesia católica, nos enteramos que España es condenada al pago de una indemnización de 600.000 euros en un litigio, la más alta que le ha impuesto el Tribunal de Estrasburgo, por no proteger el derecho a la propiedad de una empresa sobre unos terrenos que la Iglesia inscribió a su nombre en un pueblo de Palencia (EFE, 20.12.2016).
Otro medio digital presenta así la noticia: “Estrasburgo condena a España por permitir que la Iglesia inmatriculara unos terrenos propiedad de una empresa en Palencia” (Laicismo.org, 21.12.2016).
La segunda tiene que ver con ayudas a multinacionales españolas. La cuestión es que el Tribunal de Justicia de la UE declara ilegales dos sentencias que avalaron las millonarias deducciones concedidas a empresas como Telefónica, Iberdrola o Santander. Coincide con el criterio de la Comisión Europea, que en 2014 reclamó a España que exigiera la devolución de esas ayudas por considerarlas ilegales (eldiario.es, 21-12-2016).
La tercera, con los bancos como implicados, informa que la justicia europea da la razón a los consumidores y la banca tendrá que devolver todo el dinero de las cláusulas suelo (infolibre, 21.12.2016).
Parece claro que el desprestigio de la Justicia española es grande, como prueban diversos estudios, pero la cosa ha llegado a extremos intolerables. Según un estudio publicado en 2015 es poco eficiente, de escasa calidad y una de las menos independientes de Europa. España ocupa el puesto 25, de 28 países, en la percepción ciudadana de la independencia judicial (The 2015 EU Justice. Scoreboard). Sólo Croacia, Bulgaria y Eslovaquia están por detrás de España.
Tanto que a principios de 2014 la Plataforma Cívica por la Independencia Judicial presentó ante la Organización de las Naciones Unidas una denuncia relativa a su indudable politización, puesta de manifiesto con frecuencia. Se puede recordar un sólo párrafo: “El respeto a los derechos humanos en cualquier sociedad democrática exige la existencia de una Justicia independiente del poder político. En España, sin embargo, los recientes ataques a la separación de poderes están poniendo en peligro el Estado de Derecho y, con él los mismos derechos de los ciudadanos. Tan grave es la situación que se hace urgente poner los hechos en conocimiento de Naciones Unidas, a fin de que se adopten las medidas necesarias para restablecer las mínimas garantías en materia jurisdiccional”.
En España los asuntos judiciales, debido a factores diversos, suelen ser favorables a las instancias gubernamentales o a los poderes financieros pero luego llega Europa con la rebaja y la fiesta de los caciques de siempre, políticos, eclesiásticos o económicos, resulta pasada por agua. Se puede recordar sólo como ejemplo el libro España ante el Tribunal Europeo de Derechos Humanos. Materiales jurisprudenciales (2010), coordinado por los profesores de la Universidad del País Vasco Juan Velázquez, Iñaki Valiente y Juan Ignacio Ugartemendía.
Se recopilan en la obra las setenta sentencias en contra que España acumula en el Tribunal Europeo de Derechos Humanos entre 1988 y 2009. No hay país europeo que haya sufrido tantas condenas por vulneración de derechos humanos y es que las élites españolas parecen tener aversión a las leyes y aún más a su cumplimiento, arropadas casi siempre por unos grandes medios de comunicación a su servicio, convertidos más en medios de propaganda y disuasión que en informativos.
Y esos sectores buscan enemigos exteriores para tapar sus tropelías en España. Es un clásico contra los problemas en el interior buscar un enemigo fuera, de manera que esos sectores ven la paja en el ojo ajeno pero no ven la viga en el propio, con frase bíblica de san Mateo, que nuestro Cervantes, todavía estamos en año cervantino, recogía así: “El que vee [sic] la mota en el ojo ajeno, vea la viga en el suyo” (El Quijote, II, 43). Aunque del exterior también les llegan algunos disgustos pues los tribunales europeos trabajan con más independencia que los españoles y muestran que no todo vale.
Isidro Sánchez
Desde el revés de la inopia
He oído durante años a la izquierda de este país definir a las instituciones comunitarias como la Europa de los mercaderes. En qué quedamos.
Y efectivamente, con Tribunales populares como los que propone Podemos, no se garantiza tan siquiera la apariencia formal actual de la Justicia, de separación de poderes ni hablar.
Ahora caemos en que democracia más que votar, es controlar.
Así nos va, Isidro. La separación de poderes groseramente atacada. Una administración de justicia que, en las más altas instancias,es la voz de su amo ( no así en las primeras instancias, donde la independencia del juez en su juzgado es casi absoluta). Un poder legislativo secuestrado por el ejecutivo ( cuando hay mayorías absolutas la iniciativa legislativa a través de proyectos de ley y decretos-leyes es también absoluta por parte del gobierno). Y todavía los espíritus extremadamente conservadores gustan de las mayorías absolutas en el parlamento. Que los partidos codicien esas mayorías para hacer y deshacer a su antojo, tiene un pase pero, joder, que un ciudadano abogue por ellas, es de juzgado de guardia.
Felices fiestas, Isidro. Salud y juventud para seguir con esas ganas de luchar sin apalancarse en el conservadurismo rancio . Falta gente como usted y sobra mucha de la otra.
Rancio es el socialismo radical (eufemismo de comunismo), tanto como que en éste sólo quedan ZOMBIS que deambulan por los medios y ora se enconan en el partido único ora defienden la separación de poderes, ora la democracia, ora justifican la existencia de presos políticos en Cuba, ora eran anti-casta, ahora son casta…
Razones de edad y esquizofrenias varias.
Sr. Sánchez, converjo enteramente con usted. Los hechos están ahí.
Lo que ocurre es que «la verdad es como la llama de una vela; ilumina pero también quema»…
Me encanta leerle Don Isidro.
En Europa no se consienten muchas cosas que se han venido consintiendo en España.
Hacen falta cambios muy profundos para tan siquiera parecernos a los países de nuestro entorno.
A ver si de una vez algunos, que no ven más allá de su fanatismo ideologíco-partisista, se dan cuenta del desastroso sistema que tenemos en España, con una legislación elaborada por sus castas, que llevan gobernando desde siempre a su antojo; con su escasa democracia y participación ciudadana, ni si quiera de aquellos que les jalean… La España del todo para el pueblo pero sin consultarle más allá del día de las elecciones… No sea que de verdad cambien las leyes de la casta.
Y ya si hablamos de la democracia de un país tan pobre y comunista como Suiza, donde 50.000 electores pueden someter a referéndum cualquier Ley que elaboren, a los absolutistas que quedan en este país igual les da un infarto.
La cantidad de cambios que se podrían hacer en España si eso fuera posible aquí…. Pero claro, a la casta no les conviene que el pueblo pueda hacer eso.
Montesquieu ha muerto, Guerra fecit
Esto es un artículo de propaganda pagado por la UE. No me creo que la UE neocon de los burócratas y mercachifles haga estas cosas.
Resulta conmovedor leer a don Isidro defendiendo la división de poderes, el comunismo nunca ha creído en este principio. La ideología del doctor Sánchez sólo concibe un poder absoluto, un total control de la sociedad, la desaparición del individuo. El comunismo no es democrático.
Pero lleva razón, la Justicia española no es independiente, es lenta y, en definitiva, no merece tal nombre pues no garantiza la tutela judicial efectiva de los ciudadanos. Si echamos un vistazo a los miembros del Consejo General del Poder Judicial, veremos que todos los partidos políticos tienen su cuota-parte en el máximo órgano de gobierno de la Justicia española. El sillón de Izquierda Unida, el partido de don Isidro, está ocupado por María Concepción Sáez Rodríguez.
Induce pues a la ternura leer al profesor Sánchez pontificar sobre la división de poderes. Es como si Jack el Destripador nos aleccionara sobre buenas prácticas en el ejercicio de la cirugía ambulatoria.
“El que vee [sic] la mota en el ojo ajeno, vea la viga en el suyo”
Feliz Navidad, don Isidro.