Hinojosas de Calatrava es un pequeño municipio de la provincia de Ciudad Real situado a unos veinticinco kilómetros de Puertollano. Parece que su nombre viene de la abundancia de hinojo en la zona y tuvo, como parte del Valle de Alcudia, explotaciones mineras como las minas La Hipólita y Las Simonas. Allí nació Leonor Serrano Pablo, pedagoga, escritora, abogada, feminista e hija ilustre de Hinojosas.
Leonor Serrano vino al mundo en 1890, en el seno de una familia formada por el jornalero Luis Serrano y Maximina Pablo, que tuvieron siete hijos. Los primeros años de vida los pasó en su pueblo natal. La inteligencia de la niña llegó a oídos de la reina regente, María Cristina de Habsburgo-Lorena, que se interesó por ella y financió su educación en el colegio madrileño del Sagrado Corazón.
La profesora Teresa Marín Eced, una de sus biógrafas, afirma que terminada la escuela primaria, continuó sus estudios en Toledo, donde alcanzó el título de maestra elemental. Dos años después obtuvo el de maestra superior en la Escuela Normal de Guadalajara e ingresó en la recién creada Escuela Superior del Magisterio de Madrid y logró el título de profesora de la Escuela Superior de Magisterio, en la Sección de Ciencias, con el número 3 de su promoción.
En 1913 se creó el cuerpo de Inspección de Enseñanza Primaria para mujeres y Leonor consiguió la plaza de inspectora auxiliar de Primera Enseñanza y ayudante de Educación Física en la Escuela Normal de Maestras de Barcelona. Dos años después pasó a ser inspectora titular de Primera Enseñanza en la misma ciudad, donde trabajó con su compañero de estudios y marido Josep María Xandri Pich. El ayuntamiento de Barcelona le concedió una beca para viajar a Roma y seguir un curso dirigido por María Montessori, inicio de su conocimiento del método ideado por la doctora italiana, extendido por parte de Europa y EE UU, del que se hizo gran especialista en España.
En 1924 fue pensionada por la Junta de Ampliación de Estudios (JAE) y visitó durante cuatro meses centros especializados de Francia, Bélgica y Suiza, con el fin de incrementar sus conocimientos relacionados con la enseñanza popular aplicable a las escuelas complementarias y de adultos. Pero los prebostes de la primera dictadura no estaban por la labor de potenciar nuevos métodos de enseñanza y Leonor Serrano sufrió, como tantas otras personas, la represión puesta en marcha por Primo de Rivera. Fue desterrada a Castellón, Huesca y después a Zaragoza, donde estudió la carrera de Derecho.
Su disposición, además de su interés por las más desfavorecidos, se identificó principalmente con el método Montessori para la educación de párvulos. También con la educación de la mujer, mediante escuelas complementarias, –agrícolas, domésticas o profesionales–, formación doméstica de las jóvenes y talleres para aprendizaje de oficios –comercio o administración–. Todo ello, como dice Teresa Marín, enmarcado en la enseñanza popular, la orientación profesional y las escuelas de artes aplicadas e industriales para las clases obreras.
A comienzos de 1930 volvió a Barcelona, donde su vida profesional fue muy fecunda entre ese año y 1935. Durante la Segunda República se afilió a
la Unión Socialista de Cataluña y fue elegida en abril de 1932 secretaria de Cultura y Acción Femenina dentro de su Comisión Ejecutiva, así como redactora del periódico Justicia Social (Diccionario biográfico del socialismo). También publicó una serie de artículos de temática feminista, con el título general de “Tiempos Nuevos”, en el diario La Noche de Barcelona y como abogada participó en el I Congreso Jurídico Catalán, celebrado en 1936.
Durante la Guerra Civil se dedicó a atender a los alumnos con problemas de las escuelas bombardeadas. Su hijo primero y su marido después murieron en sendos bombardeos y ella se exilió en Francia. Pero regresó en abril de 1939 y se instaló con su madre octogenaria en Madrid.
Con el triunfo franquista sufrió otra vez la represión. Suspendida de empleo y sueldo subsistió dando clases en el Instituto Editorial Reus. La acusación de “izquierdista, racionalista y laica” hizo que el Tribunal Militar de Responsabilidades Políticas le abriera expediente, pero falleció en 1942, a la edad de 52 años, antes de la finalización del proceso.
En otras zonas de España Leonor Serrano tiene un reconocimiento merecido. Hace unos meses se presentó en la Llotja del Cànem (Lonja del Cáñamo), de Castellón de la Plana, el libro Leonor Serrano. Educadora i feminista en temps de canvis (2015), de Inmaculada Artero Broch y Miquel Ortells Roca. Y es que en los últimos tres lustros su figura se agiganta y se reivindica su legado. Incluso en Barcelona un jardín lleva su nombre y desde 2001 se convoca con su nombre un premio de educación por parte del Ayuntamiento de Barcelona.
Pero una de las más importantes pedagogas españolas del primer tercio del siglo XX no tiene una calle en Hinojosas de Calatrava ni, por supuesto, en la capital de provincia, cuyo callejero no ha pasado del siglo XIX. No obstante, en su pueblo natal se le brindó un homenaje en 2005 y desde entonces la Casa de Cultura municipal lleva el nombre de Leonor Serrano. Algo es algo.
Isidro Sánchez
Desde el revés de la inopia
Cuántos talentos se desperdiciaron con la represión franquista.
«Cuyo callejero no ha pasado del XIX». Pues el de Ciudad Real, ni siquiera el XVIII o el XIX: no existen calles para los matemáticos y astrónomos Salvador Jiménez Coronado y José Núñez de Arenas (a este, desconocido, dedicaré un artículo dentro de poco) ni a los escritores Félix Mejía y Fernando Camborda. Y no solo ocurre esto en Ciudad Real: Manzanares desconoce a Antonio Rodríguez-García Vao y su tío Manuel Serrano García-Vao, Daimiel al helenista Pedro Estala Ribera y, otro colmo de los colmos, Almadenejos a Fernando Lozano Montes. Todos estos, curiosamente, personajes progresistas. Incultura y meapilismo municipal…
También creo que se merece un reconocimiento Carlos Saiz Cidoncha, un grande y todo un pionero y referente en la literatura de ciencia ficción española. Pero claro, se opuso al franquismo, así que siempre será un personaje olvidado.
También, también, en el siglo XX; yo lo invité a comer aquí una feria del libro, a la que aportó su Historia de la aviación republicana. Y Ángel Crespo, no ya por poeta eminente de la Generación del 50, sino por poseer dos premios nacionales de traducción en una ciudad con facultad de Filología como esta.
España debe estar plagada de casos así. Hace poco descubrí a José de Creeft, tambien manchego, de Guadalajara; un escultor muy reconocido en EEUU , donde emigró al finalizar la guerra civil española y autor de una de las esculturas mas queridas por los neoyorkinos. Seguro que todos hemos visto alguna vez(si no en persona, al menos en fotos o en alguna serie-película) su escultura sobre Alicia en el pais de las maravillas situada en Central Park, preciosa e impresionante.
Y mientras hay gente desquiciada por mantener el recuerdo de monstruos como Millán Astray…
Al paso que vamos, darán una calle a Yola Berrocal… Todo se andará.
¿Y esta mujer no vio las Checas de Barcelona? ¿No se enteró de las quemas de iglesias y conventos? Siendo feminista, ¿no le conmovían las torturas, violaciones y asesinatos de monjas que los de su partido practicaban?
“Fue cogida prisionera, llevada por los milicianos a una checa, la desnudaron y la llevaron a un patio. Le ataron muñecas y tobillos y la colgaron de un gancho a la pared del patio. Con un serrucho la cortaban, mientras ella rezaba y rogaba por sus asesinos (…) era de dominio público que el jefe de la checa de san Elías, un tal «Jorobado», cebaba en total unos trescientos cerdos con carne humana. Que muchos presos eran echados a dichas piaras y que la General de las Carmelitas de la Caridad, Madre Apolonia Lizárraga, fue una de dichas víctimas que aserraron, descuartizaron (en cuatro partes) y luego en trozos más pequeños fue devorada por dichos animales que en la citada checa engordaban…los milicianos más tarde mataron a los cerdos y vendieron los chorizos diciendo que eran chorizos de monja…”
¿Tampoco se enteró de que el partido donde militaba detuvo y torturó despellejándolo vivo a Andreu Nin hasta matarlo? ¿Y tampoco se enteró de que su partido dio un golpe de Estado contra la República en el 34?
Y luego está la cruda represión de que fue objeto esta mujer, que fue becada, pensionada, patrocinada por la mismísima jefatura del estado, plaza de funcionaria incluida, etc. Y la falta de reconocimiento, con premios y la biblioteca de Hinojosas que llevan su nombre. Pero, claro, no tiene una calle con su nombre. En fin. Lo llaman Memoria Histórica.
Casquería…
Como pican las heridas que no cicatrizan.
Censor gracias por dar informacion que desconocia aunque a unos sea casqueria a mi me parece un comentario digno de ser contado en un articulo,gracias
Qué obsesión enfermiza tenéis los rojos con cambiar los nombres de las calles.
El artículo dice:
«Leonor Serrano sufrió, como tantas otras personas, la represión puesta en marcha por Primo de Rivera.»
Pues bien, aquí un ejemplo de cómo ejercían la represión sobre Leonor:
Gaceta de Madrid,31 de enero de 1926:
Tribunales que han de juzgar las oposiciones en el Magisterio nacional a Primera enseñanza:
Propietarias:
Presidenta: Lilia Heras.
Vocal Inspectora: DOÑA LEONOR SERRANO PABLO.
……………………………………….
[…] Leonor Serrano Pablo. Fuente: Diario Mi Ciudad Real. […]