Texto y foto: César Muñoz Guerrero.- El coordinador de la Historia del ecologismo en la provincia de Ciudad Real, Francisco Zamora Soria, presentará la tercera parte de la obra a finales de mes. Este nuevo tomo, tras los dos primeros publicados en 2007 y mayo de este año, expondrá algunas pegatinas que sirvieron de señas de identidad a diversas corrientes ecologistas ciudadrealeñas. Militante de algunos de aquellos movimientos, su recopilador transmite a Miciudadreal.es un balance incógnito cuando los años de esplendor ya son parte de la historia.
P.: ¿Cómo conecta la simbología del libro con la situación actual del ecologismo?
R.: Conecta mal, porque estamos en otra época. Ahora se llevan más los temas virtuales y otro tipo de expresiones, como emoticonos o frases en las redes sociales, de los que están pendientes muchísimas personas. Cuando se lanza un mensaje breve, tiene millones de seguidores. Continúan haciéndose pegatinas, pero se refieren a temas muy concretos, se ponen en todas partes, son anónimas o sin remitente identificado…
P.: En la actualidad, ¿ayudaría esta clase de herramientas virtuales a la difusión del mensaje ecologista más que los manifiestos que contiene el libro?
R.: Por un lado sí, a determinado sector de la sociedad; luego, hay otro sector que no está directamente conectado y no lo recibe. Más de la mitad de la población desconoce los trending topics [seguimientos masivos a través de redes sociales] y no recogerían esos mensajes si no apareciesen en otros medios de difusión.
P.: ¿Qué propósito mueve a un docente a movilizarse en nombre de la naturaleza?
R.: Siempre intenté hacer llegar a mi alumnado unos valores de protección natural que, por otra parte, forman parte de la Constitución y de las leyes educativas. Además tengo un pasado y unos gustos muy concretos, relacionados con una naturaleza que he visto desaparecer: el entorno de las zonas inundables de los ríos Guadiana y Gigüela, la Mancha Húmeda y el Parque Nacional de las Tablas de Daimiel. Otra cosa es que luego se enfoque de otra forma: en medio están los libros de texto, el profesorado, los medios de comunicación, con lo que a veces hay que luchar contracorriente y sortear algunas dificultades.
P.: ¿Permanece aún el empeño ecologista de aquella época?
R.: No permanece porque todo ha cambiado. La clase política y la sociedad han asimilado asuntos que hace veinte años eran objeto de burla, como la protección de espacios y especies, el reciclado o la reutilización: tenemos una red Natura 2000, una Administración que parece que se quiere preocupar de verdad de muchos aspectos…
P.: ¿La concentración del ecologismo en grandes corporaciones, sustituyendo a las asociaciones rurales, ha aumentado su capacidad de presión?
R.: El empuje ha aumentado en ciertos aspectos, pero no puede ni llegar a tantos rincones como antes ni presionar en la misma medida. Hay pueblos sin asociaciones ni afiliados que transmitan información, preocupación, datos o denuncias, lo que dificulta que se produzcan quejas. Quedan algunas agrupaciones nacionales o internacionales, pero muy pocas iniciativas individuales o colectivas en pequeños municipios, que han cesado por cansancio o falta de sustitución generacional. Aun así, al final las ciudades forman parte del mismo sistema natural que el campo, con independencia de las actitudes de desprecio que a veces se tienen hacia los pueblos.
P.: ¿Cómo ha cambiado el trato de los medios a las coberturas ambientales?
R.: Entiendo que, en el pasado, pudo haber algunas consignas o actitudes de presión; hoy, la Administración asume muchas reivindicaciones como algo propio y normal, de forma que los medios podrían pensar que hay menor motivo para la alarma y la denuncia de este tipo de situaciones de fuerza.
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- Cuando detonó el ecologismo provincial, muchos grupos pioneros (como ADREDA, de Daimiel) surgieron para enfrentar conflictos concretos. Un caso sería el del campo de tiro de Cabañeros. La afluencia social fue diversa: de particulares interesados a ecologistas, pasando por curiosos, despistados y oportunistas.
- El esplendor fue un espejismo. Los primeros años de Cabañeros (1980-1986) trajeron triunfos que se apuntaron los políticos, especialmente José Bono, y, de forma difusa, la sociedad. Los grupos ecologistas fueron algo así como anarquistas profundos y nunca supieron rentabilizar o hacer valer sus éxitos.
- En cierto modo, la desaceleración actual se debe al cansancio, la intermitencia, el choque de intereses o posicionamientos casi a diario y, quizás lo más preocupante, cierta falta de relevo generacional, quizás porque la sociedad está cambiando.
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El ‘Catálogo de las pegatinas ecologistas’ se presentará el día 30 de septiembre de 2016, viernes, a las 20:30, en el Canguro Violeta de Piedrabuena.
Buenas tardes ay tanto que aprender y tanto que divulgar, tanto que demostrar, es necesario actuar ayudar colaborar, es impresindible tratar de formar parte de las personas que quieren salvar nuestro planeta, empesando por recuperar el agua de rios, lagos y playas, limpiandolas de toda la contaminasion de las fabricas que an abusado de quimicos los cuales estan terminando con toda la naturaleza, la cual si se propone el ser humano puede recuperarse, y salvarnos en corto tiempo.