La isla de plásticos que flota en el Pacífico, más grande que la Península Ibérica, es una muestra de nuestra desastrosa política medioambiental. Una parte relevante de esa basura flotante, y de todos los residuos que generamos, son envases. Para hacernos una idea, cada europeo genera una media de 150 kilos al año de envases desechados, según datos de Eurostat. Y los envases, que pagamos religiosamente, representan 1/5 de todos los residuos a los que tienen que enfrentarse los municipios. El envase se ha convertido en protagonista, aunque enmascara el producto y hace que, en demasiadas ocasiones, nos den gato por liebre. El diseño, el color o la forma, que buscan llamar nuestra atención, esconden los productos, que pueden ser aceptables o deficientes.
Hace años las compras se hacía con el granel por doquier. Vino, aceite, dulces, legumbres, jabón −si no se hacía en casa–, huevos, frutos secos, fruta fresca… podían adquirirse con facilidad en la cantidad deseada. Hasta que llegaron los envases, para obligarnos a comprar cantidades muchas veces no queridas, ocultar el producto y elevar el coste con sofisticados envoltorios. En la actualidad se llega a hablar del delirio de los envases.
Contra la montaña de envases, contra el uso indiscriminado de plásticos y otros materiales, vuelve la compra a granel, podíamos leer hace unos meses en uno de los boletines de la banca ética Triodos. Las nuevas tiendas de compra a granel que aparecen poco a poco presentan lo que necesitamos comprar sin envoltorios superfluos. Y en ellas podemos observar que el granel no está reñido con la falta de higiene, la modernidad o la compra confortable. Y cuando no es posible prescindir de los envases hay que lograr que productores, diseñadores y consumidores opten por productos con envases más ecológicos, tanto por los materiales empleados como por su diseño. Hay apuestas de diseñadores que, por ejemplo, imitan las formas de la naturaleza para reducir la cantidad de material empleado.
La compra a granel tiene múltiples ventajas, entre las que se pueden recordar las siguientes: adquirir sólo lo que necesitamos, reducir de forma efectiva los envases, ver y elegir lo que compramos, ahorrar costes y apoyar al comercio local. Valores similares a los que intenta defender, por ejemplo, la cadena de tiendas Biocoop, que funciona en Francia desde finales de los años setenta, y que ofrece una cantidad importante de productos a granel. Aunque tiene como objetivos principales, con preferencia de funcionamiento mediante el cooperativismo, el desarrollo de la agricultura biológica, ecológica u orgánica sostenible y la accesibilidad de productos alimenticios biológicos. La relación estrecha entre productores y consumidores, así como las buenas condiciones laborales de los trabajadores están presentes también en Biocoop.
Pero no sólo en Francia. La compra a granel vuelve también a España y podemos adquirir a granel en muchos lugares, sobre todo alimentos frescos (asociaciones y cooperativas de consumo agroecológico, carnicerías, fruterías, hornos, mercados municipales, pescaderías o verdulerías) o secos (arroz, azúcares, cereales, especias, frutos secos, pastas…). Sobresalen en el desarrollo de establecimientos de este tipo Madrid y Cataluña, donde destacan las tiendas Granel.
Pero en Ciudad Real, aparte del Mercado municipal, el mercadillo sabatino y el pequeño comercio, se desarrollan desde hace algún tiempo experiencias comerciales como La despensa ecológica o Eco y sin. Así como producción de alimentos ecológicos, como La verdera, cuyos promotores atienden las pautas de sostenibilidad ambiental y aplican la sensibilización de “impacto 0” en toda su actividad.
En este sentido, una experiencia significativa que se desarrolla poco a poco en Ciudad Real es el Grupo de Consumo del COL (Colectivo de Organización Local), con unas cincuenta unidades de consumo o familias, lo que supone unas doscientas personas. Sus principios pasan por autogestión, compra directa a los productores (con lo que desaparecen intermediarios), localidad (productos frescos y de temporada, sin huella ecológica pues no ha recorrido grandes distancias y con semillas de variedades locales), agroecología y relación de confianza entre productores y consumidores.
En fin, todo parece indicar que la compra a granel, sin envase, sin empaquetar, según la segunda acepción de la Academia, ha vuelto para quedarse. Una costumbre antigua que se está convirtiendo hoy en tendencia.
Isidro Sánchez
Desde el revés de la inopia
Interesante artículo y un placer leerle de nuevo, Isidro.
Tras las vacaciones estivales volvemos a leer buenos artículos como en este caso de mi amigo Isidro.
En Mercadona cobran las bolsas, lo que me parece bien pero el objetivo ecológico de que cada uno/a lleve su bolsa creo que no se cumple.
Leclerc la da y digo la da porque imagino que los céntimos que cuestan irán incluidos en los productos que te llevas…
Eroski te descuenta las bolsas que estima no te llevas en céntimos.
Lo veo bien pero tampoco lo veo relevante porque a quien le importa pagar unos céntimos de más cuando se lleva una media de 10 o 15 euros por compra???
Echo de menos (o se me ha pasado) amigo Isidro alguna alusión a las tiendas de Comercio Justo. Ya hubo una en CR y tuvo que cerrar y reciclarse por falta de clientes.
La solución está en cambiar primero la mentalidad y que los gobiernos obliguen a no despilfarrar.
Lo primero es fácil pues depende de nosotros, lo segundo es más difícil cuando hay intereses creados como Monsanto que superan las posibles espectativas «verdes» de los gobernantes.
Esta mañana en las noticias EEUU y China firman un acuerdo contra el cambio climático. Teniendo en cuenta que si un meteorito no lo remedia tenemos Trmp para rato y lo que eso significa…
La izquierda tiene buenas ideas pero no se une ni con el chicle de McGuiver… debido a -bajo mi punto de vista a intereses personales más que generales- Es mi opinión.
Yo sigo confiando (¡pobre de mi!) en los principios del 15M en cuando a cambio de verdad, decrecimiento y demás postulados medioambientales. ¿Me servirá de algo?
Gracias Isidro, amigo, ciclista, historiador y no se cuantas cosas más por tus reflexiones!!!
Dá gusto leerte, no así a otros.
Uno de los más importantes poemas del siglo XX, de A. R. Cummings, trata de esto. Se titula «Basura». Aquí se puede leer entero:
http://museoliterario.blogspot.com.es/