Mi familia no lo sabe.. pero yo si. Tampoco lo pienso contar…¿para que?, pero aquel día y a aquella maldita hora, yo, pude, muy fácilmente convertirme en el asesino de todos ellos.
Después de viajar 8 horas, ya no solo controlando mis movimientos, emociones, cansancios, etc, sino intentando adivinar las intenciones o fallos de los demás… me encontré en la “rotonda de” Carrión.
Mi mente durante décimas de segundo se fue a Grado, en la lejana Asturias donde un día, me dijo un camionero amigo… “nunca te fíes de un coche que lleva puesta una intermitencia, porque hay gente que no es consciente de ello.
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Por desconocido motivo esperé y esperé…pero sin duda alguna, el fallo fue mió… solo estaba pendiente de aquel coche, que me aparecía por la derecha…jamás y en ningún momento, mis ojos fueron hacia la izquierda, la dirección de la que yo había venido, antes de salirme en la rotonda. Cuando el coche blanco salió de la vía principal y yo me disponía a pisar el gas, un enorme camión proveniente de la dirección olvidada por mi, me acarició los faros a una enorme velocidad, haciendo que mi columna vertebral, quedara “ipso facto” congelada.
Después de tomarme dos segundos para analizar la situación.Yo, que me creía el experto mas experto, 25 años conduciendo, 23 años por carreteras asturianas ( las mas complicadas del país (donde realmente se hacen buenos conductores), yo, había cometido un error infantil. Ignoré, que por donde yo había venido, circulaban vehículos.
Me bajé del coche y me puse a pasear con las manos en la cabeza, allí no había peligro, estaba en el ceda el paso, pero lo necesitaba, necesitaba bajarme y tocar suelo. Mi familia y yo acabábamos de nacer sin ningún tipo de duda. Me imaginaba el camión, arroyándonos y matándonos a los cuatro. A Gervasio, un chaval del pueblo, ya le pasó. Fue cuestión de décimas de segundo… como siempre.
Yo lo sé, mi familia no… pero aquella semana santa del … cuando estaba viendo las procesiones de mi pueblo, mi mente estaba mas en la rotonda, en la rotonda de Carrión y llegue a una conclusión: Evitala, evítala…no luches con ella, a lo largo de mi vida, he aprendido que hay sitios malditos o llámalo como quieras… donde la muerte habita, o al menos hace frecuentes visitas. Esa rotonda es uno de ellos. Evita la rotonda de Carrión. Jamás sentí, en ningún lugar las sensaciones que percibí allí. No lo olvides. Evítala.