Fuera de peligro las dos podencas enfermas y arrojadas desde una furgoneta en Ciudad Real

Importante que destaquemos con MAYÚSCULAS el agradecimiento a Alvacan (con V), a la clínica La Estrella y a la Asociación Evolución.

No digo lo que pienso, porque es delito…

El día once y los sucesivos no podía contener las lágrimas cuando mi hija me pasó por WhatsApp una fotografía y un vídeo de un evidente maltrato animal con ensañamiento incluido, que a su vez le había reenviado un amigo. La foto y el vídeo estaban tomados en la zona de la Universidad. No dudamos en ponernos en camino para buscar a los animales, pero no tuvimos la suerte de encontrarlos. Pero una señora que paseaba a su perrita los vio e, indignada por lo que ocurría, quedó estupefacta, como es natural en cualquier persona con entrañas. Ella y otra persona de similar altura moral acompañaron a los animales hasta que unos jóvenes, Alberto y Eva, los llevaron a la protectora La Bienvenida de Ciudad Real en su propio coche. Yo, que tuve la oportunidad de hablar telefónicamente con un testigo directo que presenció toda la escena, fui informada de que al menos una de estas perritas tenía no más que un año y eran de raza podenca (las que muchos de los cazadores entienden ideales para la caza, y, al parecer, también para el maltrato). Estaban en un deplorable estado, depauperadas por la consunción y la caquexia, sin apenas pelo, cubiertas de heridas y, habían sido arrojadas de un furgón blanco que ocultaba su matrícula con suciedad de grasa para no ser identificado, donde solo parecía entreverse algún 4, un 7 y tal vez las letras FBM, aunque ni siquiera el orden puede ser garantizado. De allí bajaron dos hombres, uno de edad entre los 50 y los 60 años, con barba y bigote, y otro, más joven, entre los 20 y los 30. Aunque con el estado de deterioro que muestran las fotos no podían ni moverse a causa de la extenuación, desengañadas por el trato del ser humano, deseaban solo la muerte como un alivio; es más, no tenían ni siquiera fuerzas para ponerse en pie, y gracias a que gozaron de los cuidados de dos “superpersonas” que no las dejaron solas hasta su traslado a la Protectora, resistieron manifestando un gran terror en sus ojos. Cuando llegaron a recogerlas, una de las dos no estaba dispuesta a moverse y abandonar a su compañera, así que hubo que optar por coger primero a la que estaba tumbada, sin poder moverse nada, para que su amiga se dispusiese a ir en el mismo vehículo.

No tengo ya palabras para describir a estos individuos. Lo peor y más grave es que el furgón, al parecer, portaba más perros que sus “crueles asesinos” no dudo irían repartiendo a lo largo del trayecto, y me desespera pensar en la suerte ulterior de esos animales, preocupándome además mucho que, si se trata de un cazador con rehalas, esta vez no habrá sido la primera, ni, por desgracia, será la última.

Hago con este artículo un llamamiento a la ciudadanía, al Ayuntamiento y a quien pueda tener la más mínima sospecha con los datos que he podido aportar para que, si conoce quién pueda ser el responsable, lo ponga en conocimiento de la Protectora, del Ayuntamiento o de la Policía de Ciudad Real.

No suelo hacer comentarios a mis reportages a no ser por alusiones positivas o negativas, pero esta vez me salto la regla…

Ayer cuando estuve en Miguelturra en la clinica me entró una impotencia tremenda al ver el estado (ya mejor) de las perritas. Pero cuando la vi la tercera que acababan de encontar con un bozal por si mordia (de miedo…) ya fue superior.

Que gran labor la de los voluntarios y voluntarias de todas estas ascociaciones animamiistas.

Nunca entenderé como el ser humano deja de ser humano para hacer estas barbaridades.

Ciertamente es un caso límite o casi límite de maltrato animal que impresiona nada más verlo. Por eso la sociedad y más si se llama civilizada no debe permitir este tipo de torturas y perseguir al torturador y aplicarle la justicia.