Uno de ellos después del obligado saludo dijo: bueno mira amigo mio: A menudo me he tenido que comer mis palabras y he descubierto que eran una dieta equilibrada. A lo que el otro contestó: Las palabras son como las hojas; cuando abundan, poco fruto hay entre ellas.
Ya pero debes tener en cuenta que: El hombre que ha cometido un error y no lo corrige comete otro error mayor.
No olvides que: Lo peor no es cometer un error, sino tratar de justificarlo, en vez de aprovecharlo como aviso providencial de nuestra ligereza o ignorancia.
Tu sabes que: Si cerráis la puerta a todos los errores, también la verdad se quedará fuera.
Algunos se equivocan por temor a equivocarse.
Me parece mentira que un hombre instruido como tu diga eso, sabiendo que: El único hombre que no se equivoca es el que nunca hace nada.
Insisto que el pacto es de cobardes, ya lo decía aquel: Nunca hay que pactar con el error, aun cuando aparezca sostenido por textos sagrados.
Tu sabes bien, si hablas de textos sagrados que: El único error de Dios fue no haber dotado al hombre de dos vidas: una para ensayar y otra para actuar y ademas te diré que: Me gustaría vivir eternamente, por lo menos para ver cómo en cien años las personas cometen los mismos errores que yo.
Ya pero estarás de acuerdo conmigo en que: Un error no se convierte en verdad por el hecho de que todo el mundo crea en él.
En cualquier caso: Prefiero los errores del entusiasmo a la indiferencia de la sabiduría.
Por favor dejemonos de monsergas y pensemos que: El mal no está en tener faltas, sino en no tratar de enmendarlas.
Yo estoy tan tranquilo, que digo lo que aquel: Si dicen mal de ti con fundamento, corrígete; de lo contrario, échate a reír, porque creo firmemente en aquello que te resultará familiar: Exígete mucho a ti mismo y espera poco de los demás. Así te ahorrarás disgustos.
Mira, déjate de monsergas y aplícate esto: No basta saber, se debe también aplicar. No es suficiente querer, se debe también hacer.
A eso te contestaría que: Los sabios son los que buscan la sabiduría; los necios piensan ya haberla encontrado.
Jamás deberias olvidar esto otro : La sabiduría suprema es tener sueños bastante grandes para no perderlos de vista mientras se persiguen.
Ni tu olvides esto otro: El sabio puede sentarse en un hormiguero, pero sólo el necio se queda sentado en él.
Tu mayor errror fue lo que dijo aquel sabio: Muchas veces las palabras que tendríamos que haber dicho no se presentan ante nuestro espíritu hasta que ya es demasiado tarde.
Creo firmemente que: No hay espejo que mejor refleje la imagen del hombre que sus palabras.
¿Acaso crees que con estos pseudolibertadores puedo emplear aquello de: Las palabras elegantes no son sinceras; las palabras sinceras no son elegantes?.
Yo lo único que creo es que : Una palabra bien elegida puede economizar no sólo cien palabras sino cien pensamientos.
Yo sin embargo estoy convencido que: La palabra es el arma de los humanos para aproximarse unos a otros.
Puedes estar confundido porque: La diferencia entre la palabra adecuada y la casi correcta, es la misma que entre el rayo y la luciérnaga.
Mas te valdría pensar en esto: El sabio no se sienta para lamentarse, sino que se pone alegremente a su tarea de reparar el daño hecho.
Yo a eso te contestaría que: El ignorante afirma, el sabio duda y reflexiona.
Cuando tengas un momento piensa que: La mayor sabiduría que existe es conocerse a uno mismo.
En cualquier caso: Lo que sabemos es una gota de agua; lo que ignoramos es el océano.
Yo siempre enseñé a mis hijos que: La palabra más soez y la carta más grosera son mejores, son más educadas que el silencio.
Es mas, insisto: Es posible conseguir algo luego de tres horas de pelea, pero es seguro que se podrá conseguir con apenas tres palabras impregnadas de afecto.
Te olvidas de lo primordial amigo mío: No hay que confundir nunca el conocimiento con la sabiduría. El primero nos sirve para ganarnos la vida; la sabiduría nos ayuda a vivir.
Narrador: y como vi que la cosa iba para largo, recogí los bártulos y marché a casa, pero maldito pensamiento el de aquel momento, porque he de confesar que salí de allí pensando: si yo fuera un etarra me estaría descojonando de la risa. Ya lo dijo Musashi en “el arte de la guerra”: cuando descubras los flancos del enemigo, penetra a través de ellos y vencerás. Joer, joer, es que no aprendemos, coño.