Manuel Fuentes Muñoz
Junto a otras subidas importantes para el próximo año 2007, nos ha llegado el anuncio de RENFE que pretende incrementar sus precios –en los servicios de Alta Velocidad de Media Distancia entre Puertollano, Ciudad Real y Madrid-, en un “generoso” 1,5%. Cualquiera podría pensar, a simple vista, que esta es una subida simbólica, sobre todo si la comparamos con el aumento previsto para la factura eléctrica.
Simultáneamente, la empresa pública ferroviaria informa que, para enero de 2007, pretende implantar un nuevo modelo comercial, con el que -se nos dice- se quiere hacer más transparente el actual sistema, dando a entender que se trata de una simple mejora técnica, como si fuera una cuestión menor. Sin embargo, el objetivo principal de este nuevo sistema, no es otro que incrementar sus ingresos por cada billete vendido, en cerca de un 10%, eliminando las comisiones que actualmente abona, tanto a las agencias de viaje como a ADIF (Administrador de Infraestructuras Ferroviarias).
Este hecho obliga a las agencias a repercutir los gastos de gestión de billetes a “todos” los viajeros, estableciéndose un mínimo de 2 euros para el billete sencillo y de 3 para el de ida y vuelta (lo que va a suponer una subida real de un 11,24 y un 10,53%, respectivamente, con respecto a 2006). Para otras tarifas el incremento mínimo será del 5,05% para 2007.
Lo sorprendente es que se anuncia también que ADIF pretenda hacer lo propio con la venta de billetes en las taquillas de las estaciones, ya que la gestión de estas ventas, la gestora de infraestructuras ferroviarias la realiza por encomienda de RENFE, que es la titular de este servicio prestado a los ciudadanos en régimen de monopolio. No se entiende, por lo tanto, que esta compañía imponga un sobreprecio sobre sus propias tarifas, lo que sería abusivo e inaceptable para todos los usuarios, de llevarse a cabo.
De esta forma se ha ocultado a la opinión pública, el verdadero incremento de precios que tiene previstos para el próximo año. Este es un hecho grave, aunque no nuevo, de una compañía pública que anuncia a bombo y platillo su “compromiso ético” con la sociedad y que es capaz, sin embargo, de utilizar maniobras de distracción –como el de la implantación de este nuevo modelo comercial-, para ocultar sus verdaderas intenciones de un incremento abusivo, sobre todo para muchos viajeros habituales que han de dedicar cerca del 40% de su renta salarial para pagar este servicio.
Esta actuación me recuerda la de aquel albañil que todos los días retiraba una carretilla de arena de la obra en la que trabajaba. Cuando se indagó para ver en que utilizaba este árido, (que tan poco beneficio le reportaba para el esfuerzo que le exigía), se comprobó que, en realidad, el objeto de su interés eran las carretillas que almacenaba y vendía. La arena solo servía para distraer al encargado de la obra.