Jesús Arévalo Lorido, técnico del Museo López-Villaseñor.- TOROS DEL ESCORIAL, 1954. ÓLEO SOBRE TELA. Se trata de una obra realizada a su regreso de Roma a España. En este momento ya ha recibido varios premios y medallas en diferentes certámenes pictóricos, entre los más importantes obtiene la Primera Medalla en La Nacional de Bellas Artes, en el año 1952.
Es en esta etapa donde su pintura se hace diferente y única a lo que se está acostumbrado a ver en esa época por España. Su estilo es novedoso, influenciado por lo vivido y aprendido en su estancia italiana.
Esta vuelta a su tierra la denominará “Iberización”. Manteniendo su estilo pictórico desarrollado en Italia, ahora lo adaptará a la iconografía y a la realidad de España.
Cuadros donde la geometría y en especial la línea, serán los grandes protagonistas, junto a la gama cromática formada por blanco y negro. Junto con un amplio espectro de grises, con notas de terrosas, rosadas y en algún momento azules.
Obras como “Toros del Escorial”, “Tejados de Madrid”, “Cabras”, “Viaducto”, etc. Forman parte de este proceso de “iberización”.
En la obra “Toros del escorial” de 1954, destaca en la composición del cuadro una sólida geometría. Dotando a la obra de un carácter escultórico, más que pictórico. Las pinceladas y formas son sólidas y pesadas, El propio monumento del Monasterio del escorial parece tallado directamente de la roca que lo envuelve. Así como los esquematizados toros con aristas cortantes, parecen esculturas sacadas de las piedras y rocas del paisaje de la sierra madrileña, en el que se ubican. Todo envuelto en grises, blancos y negros, tierras y rosas.
Si en Italia dará protagonismo a monumentos y rincones relevantes de la vida romana e italiana en general. En su proceso de “Iberización”, destacará monumentos relevantes y significativos de España, destacando su identidad y realidad.
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