Oro Blanco – Fedalma.- Odontóloga por la Universidad Complutense de Madrid y creadora del blog evidientemente.wordpress.com. Máster en Implantología, posgrado en Cirugía Oral y varios cursos de especialización, entre ellos uno de odontología para bebés. Tiene consulta privada en Segovia (Eboca) y en Madrid (Entre mamás), y trabaja en el centro penitenciario de Segovia y es perito del Colegio Oficial de Odontólogos de Segovia. Colabora con la Fundación Odontología Solidaria. Su comunicación oral ‘Lactancia materna y caries’ fue premiada en el XI Congreso de Fedalma. Madre de dos hijos. Este año participará en el XIII Congreso de Fedalma en la mesa ” ¿Pueden ayudar otros profesionales?”
¿Qué ideas clave va a exponer en la mesa redonda? ¿Cómo lo enfocará?
Incidiendo en que la mejor prevención de problemas de maloclusiones y de problemas de salud bucodental y de salud general es tener una lactancia lo más prolongada posible. Hay escasos estudios sobre la lactancia prolongada, porque en odontología se le llama ‘prolongada’ a más de un año y, si es nocturna, se considera hasta la erupción del primer diente. Es patético porque hay niños que nacen con dientes o a los que les salen a los cuatro meses. Así que las recomendaciones son malas. Hay que hacer caso de lo que dice la Organización Mundial de la Salud (OMS) y no estudios sin ninguna base. En todo caso, los estudios que hay dicen que la lactancia de mínimo un año reduce mucho las maloclusiones. En cuanto a las caries, la gente reconoce que no cepilla los dientes, así que se junta dos cosas: un problema la falta de higiene y la cantidad de hidratos y azúcar que comen los niños, que es muchísima.
¿Reciben los dentistas formación en lactancia materna?
Un minuto y medio en la carrera(bromea). Y en los másteres de Odontopediatría no lo sé seguro, pero según me cuentan, nada de nada. Se dice que la lactancia materna es lo mejor, y ya. Los dentistas se tienen que buscar la información por otros lados, porque no hay temario oficial que lo recoja.
¿Tienen interés los dentistas por esta información?
Hay una minoría muy bien formada y parte de ella empieza a dar clase en algunas universidades. Por ejemplo, Amparo Pérez, del máster de Odontopediatría en Murcia. También otros en el máster de Barcelona. Pero es algo muy excepcional. Hay mucho desconocimiento y, en particular, me alarma el de los dentistas de la Seguridad Social. La Seguridad Social no cubre los tratamientos pero sí la formación y la información, y eso es la salud. Si ello son tienen información y ven a un niño menor de tres años no saben qué hacerle, porque no tienen por qué ir antes. Eso es lo que me da mucha rabia. Algunas madres que damos lactancia materna solemos tener más conocimientos porque nos hemos informado más y sabemos dónde buscar, pero el común de los mortales…
Hace hincapié en la prevención. ¿Por qué?
La prevención es el método más barato, más indoloro y eficaz a largo plazo. Todos los demás tienen contraindicaciones y efectos secundarios, pero tener un conocimiento y aplicarlo el único coste que tiene es el aprendizaje para el que tiene que llevarlo a cabo. No hace falta una clínica con grandes medios; es suficiente con conocimientos, un cepillo de dientes y pasta y saberlo manejar. En realidad es labor de los higienistas dentales, pero no podemos hilar tan fino.
¿Cómo habría que cepillar los dientes de los niños?
Es importante tomar conciencia de que se cepillan desde que erupciona el primer diente, con flúor de mínimo 1.000 partes por millón. Lo normal es de 1.000 a 1.500, ésta especialmente a partir de los dos años. La labor del dentista es solo enseñar cómo limpiar. En pacientes de alto riesgo (oncológicos, por ejemplo, u otras enfermedades) pueden recomendarse hasta 5.000 partes por millón.
¿Cómo reciben estos consejos los padres de los pacientes que van a su consulta?
En mi caso, son muy abiertos. Al principio piensan que es muy difícil limpiarles los dientes a los niños, pero porque muchas veces no saben en qué posición hacerlo, no saben que pueden levantar el labio o en qué dirección hacerlo… Son ayudas que les vienen bien porque ven que no es tan complicado. Los niños pasan épocas en los que no se dejan, como no se dejan cambiar el pañal. Pues hay que probar con paciencia, por las buenas, distrayéndolo… pero al final es algo que hay que hacer. Si lo intentas 17 veces, te saldrá bien cuatro; si solo lo intentas cuatro, te saldrá bien media.
¿Qué parte de estas patologías se deben a la lactancia materna, al biberón o a otras cuestiones?
La lactancia materna es un acto fisiológico y, si se desarrolla con normalidad, no tiene la culpa de ninguna enfermedad, pero a veces me encuentro con madres que dan lactancia materna sin complicación pero también biberón, con leche materna o no, y me encuentro muchos problemas con ese biberón nocturno detrás del cual no hay cepillado: maloclusiones, caries, deglución atípica… También piensan que el biberón se debe dar a demanda y esto no es así: hay que dejarlo en el momento en que erupciona la primera muela. La lactancia materna, no. ¿Por qué? Porque no funcionan igual, no tienen nada que ver los movimientos de los músculos o de la mandíbula. Así que dejar el biberón hay que valorarlo desde que el bebé tiene la primera muela, porque ya puede beber de otra manera. También aparecen problemas por los sólidos. Algunos comen cosas muy blandas aunque sean sólidos, pero tengo que decir que lo que se aplasta con un dedo no favorece el crecimiento de los maxilares. Los niños que comen puré no mastican, claro, pero a veces los que se alimentan con Baby-Led Weaning (BLW) tampoco. Hay que insistir en que se vaya aumentando la consistencia de la comida. El primer día no le vas a dar una zanahoria cruda o un torrezno, pero cuando lo cogen hay que dejarles que tarden en comer, que mastiquen… Si se les da blando o en biberón porque se tiene prisa se les coarta la necesidad de crecimiento que tienen esos músculos, que necesitan tiempo y resistencia, como cuando se va al gimnasio.
¿Cómo llega a interesarse por la lactancia materna?
Porque la gente me preguntaba, ya que yo tenía bebés. Investigué a raíz del nacimiento de mi segunda hija. Mi niño vino al mundo por cesárea programada porque yo no sabía nada de nada y a la segunda vez ya me pregunté cosas, entré en El Parto es Nuestro… A mi hijo le di un año de teta porque tampoco me planteé otra cuestión y no había grupos de apoyo ni tanta información; mi pediatra se cargó mi lactancia con la recomendación de que primero le diera comida y luego el pecho. Con la niña aprendí y, cuando mis amigas y conocidas me empezaban a preguntar, empecé a estudiar. Al principio pensaba que era un error que mamara de noche, quería cepillarle después de cada toma pero con el tiempo vi que eso no tenía mucho sentido biológico. Así que hice todos los cursos que veía, leía todos los libros y todo lo que sale que me interesa.
¿Ve éxito en sus pacientes?
Por lo que me dicen, sí. Los padres ven que con el tiempo les pueden cepillar bien, que se les reducen las lesiones… Los consejos de salud son muy positivos, de cara a que los niños mantengan esa salud después.
Por tanto, ¿es el odontólogo un aliado?
Tenemos que ver a los dentistas como profesionales de la salud, es decir, ir cuando tenemos salud para no perderla. Cuando ya hay caries, agujeros, etcétera, es que ya hay un problema. Las patologías dentales son fácilmente prevenibles y baratas, por lo que lo primero es ver que somos profesionales de la salud, no de la enfermedad. Cuando nos llegan con enfermedades, podemos curar, pero curar siempre tiene efectos secundarios. Por ejemplo, aunque cures una muela, esa ya está tocada y tiene más predisposición a enfermar que una sana.