La puerta de las chapuzas

conlosojosbienabiertosEl pasado mes de diciembre se procedió a la apertura de la Puerta del perdón de la Catedral para inaugurar el año jubilar de la misericordia. Más allá de la ritualidad y del significado simbólico que puede tener para los católicos parece oportuno fijar la mirada en el objeto material protagonista de esta solemnidad: la puerta.

La puerta del perdón de la catedral de ciudad real es sin duda uno de los elementos arquitectónicos más interesantes y curiosos del templo. Quizás, por su ubicación, frente a una estrecha acera que flanquea una calle con tráfico y casi escondida entre dos enormes contrafuertes, no recibe la atención que merece. Pero sin duda es un elemento que nos ayuda a apreciar un singular elemento arquitectónico de la ciudad y, algo mucho más interesante, el espíritu ortopédico que impera y ha imperado en nuestra ciudad. La portada data de finales del siglo XIII y constituye el elemento más antiguo de todo el edificio y, probablemente, el elemento de arquitectura religiosa más antiguo de la ciudad. Sin embargo, lo que hoy vemos es el resultado de algunas alteraciones debidas a la ampliación que sufrió el edificio a lo largo del tiempo. Así lo indica Ramírez de Arellano [1]:

 

“Esta portada es muy probable que haya cambiado de sitio, porque en ella se ve claramente, como vamos a probar en seguida, que ha sido desguazada y vuelta a montar y tal vez no lo fuera en el mismo lugar en que antes estuvo.

    Como hemos dicho, forman la portada tres arcos que se apoyan sobre pilastras lisas. El practicable es completamente liso, y los otros dos tienen adornos de flores cuatrifolias y medias figuras. Examinando éstas se vé que todas ellas tienen brazos y que éstos unos se dirigen hacia la parte de afuera como pretendiendo levantar la maza que sobre ellos pesa y otros van hacia adentro simulando un movimiento de apoyo y fuerza para levantar el peso de arriba con todo el cuerpo. No hay ni una saola figura que no esté en actitud de forcejear por levantar algo que sujeta y la obliga á permanecer en aquel sitio.

    Dado este pormenor importantísimo, no hay más remedio que confesar que todas las dovelas en donde hay figuras fueron de un arco que tenía encima un peso; esto es, que no eran del arco más alto ó sea el tercero, puesto que hay tres, sino que todas estaban en el segundo y que el de aufera se formaba sólo con las dovelas ornamentadas con flores y hojas; y como hoy se ven en el arco de en medio, ó sea el segundo, ornamentadas con figuras, las dovelas 2, 3, 4, 5, 7, 9, 13, 14, 15 y 17 contando de derecha á izquierda, y en el tercero las 1, 3, 15, 16 y 17, y que tanto las dovelas de las flores como las de las cabezas han sido rotas y cortadas para ajustarlas en una formación distinta de la que antes tuvieron, hay que convenir en que la portada, al hacerse la nueva iglesia, fué desmontada y que el arquitecto que la reconstruyó no se fijó en la falta de lógica de la nueva colocación, ó que los albañiles las colocaron adlibitum sin que hubiera una dirección inteligente para la obra.

    Queda, pues, sentado que la portada fué desguazada y vuelta á armar cuando se hizo la obra de la actual iglesia..”

Dovelas reinsertadas con calzador o destrozadas para hacer bulto. En algunos casos, las manos aparecen hacia arriba y en otras hacia abajo, según el juicio del operario.

Así pues, puede concluirse que los responsables de desmontar y remontar los arcos de la portada lo hicieron de manera chapucera. No sólo no respetando la ubicación lógica de las dovelas según su naturaleza (vegetación o cabezas) en cada uno de los dos arcos, sino destrozando sin reparo alguno las dovelas para encajarlas de manera ortopédica donde mejor conviniera a la forma de cada arco.

Más recientemente, con motivo de la reapertura jubilar de la puerta hemos asistido a una nueva chapuza en este mismo punto de la catedral. Para que la puerta luciera en todo su esplendor se ha procedido a limpiar el acceso y a pintar la puerta y algunos elementos de la reja exterior. Sin embargo, en vez de hacerlo con criterios profesionales, se ha recurrido a la típica operación estética tan propia de nuestro medio. El tratamiento de los elementos metálicos de la puerta debería haber sido otro para recuperar el lustre original y natural del hierro. Sin embargo, se ha optado por la vía cosmética de embadurnar todos estos elementos con purpurina dorada, creando un efecto infame y cutre que salta a la vista de los menos curiosos.

Es un significativo ejemplo de ese espíritu tan local y nacional de darle una aureola altiva y legendaria a hechos y elementos completamente simples y prosaicos, y hasta cutres, como en este caso. Contrasta el sino chapucero de esta portada con la dignidad de sus nombres, Puerta del Perdón o Puerta de los Reyes. Sin duda, los reyes de la chapuza.

Algunas molduras de la rejería exterior muestran una burda operación pinturera. Pueden verse detalles de la herrería de la puerta, con brochazos de purpurina que llegan a la madera.

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[1] Rafael Ramírez de Arellano: Ciudad-Real artística: Estudio de los restos artísticos que quedan en la capital de La Mancha. 1893. Ed. Hospicio de Ciudad Real. pp. 26-27

Alberto Muñoz
Con los ojos bien abiertos

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7 COMENTARIOS

  1. Excelente articulo,y curioso.Animo al autor a publicar mas en este sentido,sobre patrimonio cultural o religioso,sobre su estado de conservación,alteraciones sufridas a lo largo del tiempo…no solo enriquecen nuestra cultura general sino el conocimiento de nuestra ciudad (nunca me había fijado en esa puerta…).Además,aprovechamos para que este diario digital sirva para algo más que los ajustes de cuentas desde el anonimato

    • Sobre ellos (que tienen miga, y mucha) ya escribí un largo ensayo y sería muy largo repetirlo aquí. Está publicado en mis «Estudios sobre literatura e historia». REsumiendo: aunque parecen ocho, son dieciséis por un curioso efecto óptico que tiene que ver con el mito de la Hidra: solo se pueden ver todas desde el mismísimo presbiterio donde obra misa el cura. Las de un lado son azules y las otras rojas, colores simbólicos de justos y condenados. Las cabezas de dragón están pintadas de la forma en que describe el Libro de Job a Leviatán y sus largas lenguas tienen que ver con un pasaje sobre la maledicencia de la Epístola de Santiago. Todo se relaciona, además, con el hecho de que esta iglesia se enclava próxima a la aljama judía y los judíos podían ver las cabezas simbólicas del monstruo a través de las ventanas de la cúpula que los imbéciles de los restauradores han tapiado.

      • Efectivamente, iba a responder que Ángel escribió sobre el asunto. Yo leí un artículo suyo en la prensa sobre este tema. Si Ángel no tiene inconveniete lo podríamos reeditar de algún modo virtual y acompañarlo con fotografías.

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