Si ‘debajo de la playa están los adoquines’, al revés que lo predicado en mayo de 1968, habrá que tener cuidado con no tropezar con las aristas de las piedras vivas y con las cejas de las juntas muertas.
Entonces la afirmación de rebeldía utopista y soñadora era: ‘La playa está debajo de los adoquines’.
Por más que ese orden constructivo exprese una imposibilidad, como es la de construir por encima del agua.
Toda construcción por encima del agua y sobre las aguas, se afana en buscar el apoyo de los firmes batimétricos y submarinos.
‘La playa está debajo de los adoquines’, no sólo contenía un sesgo poético perfumado de Surrealismo, sino una crítica Situacionista a la vida cotidiana.
Haciendo ver con la consigna entonada, que bajo toda situación ordinaria, se oculta un mundo extraordinario. Y a veces desconocido.
Pero desconociendo, simultáneamente, que a veces las playas resultan aburridas.
Y otras, peligrosas.
Esa era la propuesta publicitaria de ‘Hay otros mundos, pero están en este’. Que bebe en Borges y sobre todo, habita en Paul Éluard
No sólo la inversión de la mirada, en estos casi 48 años; sino la alteración de todo proceso sedimentario.
Incluso, la modificación de todo proceso constructivo lógico.
Aunque, bien cierto es, que el rigor de la cimentación es mejor con el adoquín al fondo.
Esa disposición de capas superpuestas de pavimentos antiguos, es la dimensión arqueológica del presente.
Un presente que se nos escapa por las rendijas y por los socavones.
Igual que se nos escapa de entre las manos, los granos de arena y los restos de agua.
Primero el empedrado, luego el adoquinado, finalmente los firmes elásticos de aglomerados.
Al abrir una zanja o al practicar un corte en el terreno, se puede recorrer en capas sucesivas los estratos del pasado y sus detritus, sentimientos y sueños.
Como un pastel de hojaldre de la Historia en capas livianas, o como una lasaña del Tiempo superpuesto.
Estratos y capas que nos informan del orden precedente, en un sentido inverso.
Lo más próximo es lo más superficial, lo más lejano resulta ser lo más profundo.
José Rivero
Divagario
Exquisito, Pepe. Feliz año
Igual te digo Manolo. Aunque quieras que los Reyes Magos te lleven, más que te traigan. Llevar ¿adónde? Traer ¿qué?