Eugenio Blanco.- Aunque hace unos meses cumplí 33 años, acabo de votar por primera vez para unas elecciones generales. Lo he hecho por correo en el Consulado de Londres. Para los que vivimos fuera de España no ha sido fácil ejercer nuestro derecho. A mí me tocó esperar un sábado por la mañana más de cuatro horas de cola en Draycott Place, en frente del Consulado, aguantando una linda chupa de agua, para poder resolver todo el papeleo pertinente.
Me preguntaba a mí mismo cómo era posible que en todas las elecciones generales que había vivido previamente nunca me hubiera acercado a la urna, pese a tenerla al lado de mi casa en el Paseo de San Gregorio, mientras que esta vez he movido Roma con Santiago para no quedarme fuera de la elección.
Es verdad que algunas situaciones me arrepentí de mi decisión: cuando vi a Aznar despeinado en las Azores o cuando el alcalde socialista de ciudad inauguró una plaza de toros, por ejemplo. Pero, ya fuera por inacción o nihilismo o cierta búsqueda ideológica, sentía que la abstención era mi mejor respuesta política.
¿Por qué ahora he dejado de ser un abstencionista convencido para sumarme a estas elecciones con tanta expectación y emotividad?La mejor respuesta que he podido encontrar es que yo también soy un bisoño, como denomina el presidente a los líderes de los nuevos partidos. Sí, algo de mí pertenece a esta revolución de los bisoños que están poniendo patas arriba el mapa político español. Esta revolución que se ha concretado en el proyecto político de Podemos y Ciudadanos, pero que va más allá de unas siglas o de un programa político: es el llamamiento a una generación para que sienta que tiene ponerse al frente del timón de su sociedad.
En este momento sí que siento que hay un discurso político que se integra con la voz de mi generación, con sus preocupaciones y con su lenguaje y, sobre todo, que tiene la capacidad de interpretar un mundo complejo que está cambiando diariamente a la velocidad de la luz. Porque la política no es sólo una herramienta para organizar la sociedad; es también un cauce para interpretar la realidad. Es una dialéctica vital. Por eso la revolución de los partidos emergentes no es solamente, claro está, una fragmentación del mapa político, es el reflejo de que por fin llegó la Segunda Transición a España, que en este caso será pilotada por los hijos de la Constitución.
No es casualidad que Pablo Iglesias naciera mes y medio antes de que se sancionara la Constitución del 78 y Albert Rivera apenas un año después. Pertenecen a la generación que siempre percibió la Constitución como un marco normalizado dentro de sus vidas, y no como una conquista heroica. No estoy diciendo que la generación que nació con la Constitución no entienda su relevancia histórica y simbólica y no valore el esfuerzo de sus antecesores para generar un sistema que ha sido tremendamente positivo para España, sentando las bases de la modernidad que está sociedad ha disfrutado. Y, seguramente, mi generación más que ninguna otra.
Lo que ocurre es que cada generación tiene sus retos y sus tareas. Así funciona la condición humana. La crisis ha sido el catalizador que ha hecho que el sistema institucional pierda ese estigma de paraguas para toda la sociedad, y para los más jóvenes en particular. Somos capaces de entender que hemos sido afortunados de poder vivir una época de progreso y democracia, pero entendemos que ya es hora que la voz de la generación nacida en democracia intervenga en la actualización del sistema sociopolítico.
Siendo muy diferente el ideario político de Ciudadanos y de Podemos, en lo que coincide es que ambas formaciones escriben algo así como una Carta al padre kafkiana al propio sistema: la “casta”, como solía decir Pablo Iglesias cuando quería ser Gramsci y no Olof Palme; “los partidos viejos”, como dice Rivera, con ese retintín tan suyo que sabe que tiene la capacidad de herir por efecto carcoma como hace el ácido.
Entre el reconocimiento a un sistema que funcionó durante 30 años y la riña generacional, hay una sociedad perpleja, asediada por los problemas. Una sociedad que busca nuevas rutas de expresión. Y un mundo que avanza demasiado rápido, cuyos retos trascedentes tienen que ver con el calentamiento global, con el cuestionamiento del crecimiento perpetuo de la economía y con la integración del imparable impacto tecnológico dentro de una estructura social equilibrada en este tiempo cada vez más líquido, como explica Bauman. No se hablan de estas cosas en campaña, es cierto, el frenetismo de las cifras económicas apabulla todo; pero sí que hay la sensación de que los partidos de nueva creación tienen más presente este ideario de las preocupaciones globales en su ADN. Y sus medidas, el esbozo de sus ideas, recogen mejor la base de esos cambios históricos a los que nos enfrentamos.
Seguramente este cambio generacional que va a acaecer en el Parlamento será un reflejo de una sociedad que cambia veloz. Y muchos jefes cincuentones comenzarán a mirar con otros ojos a sus subordinados de treinta años y, tal vez, empiece a haber una rotación en otros ámbitos de poder: en empresas, en departamentos, en colegios, en las propias familias. La danza de la realidad, que diría Jodorowski, esa que interviene en el cambio generacional es la única danza imparable.
No significa todo esto, claro está, que nuestra generación lo hará mejor. Tampoco peor. Haremos hasta donde podamos, como le decía Iñaki Gabilondo al propio Pablo Iglesias en una conversación entre ambos.
El veterano periodista ofrecía una clase de sensatez y de experiencia vital en esa charla. Calmaba al joven líder y le venía a decir: todas las generaciones han sentido que estaban ante un momento histórico, relevante; todas las generaciones han sentido que iban a mejorar el mundo y el estado de las cosas; luego cada uno hace lo que puede en este pequeño capítulo de la historia que nos toca vivir.
En esta ocasión también será así. Iremos a las urnas los nacidos en democracia sintiendo que llegó el momento de coger (o compartir) el timón de nuestra sociedad, y lo haremos con la vanidad de quien piensa que lo puede hacer mejor. Modificaremos cosas. Ajustaremos los criterios. Actualizaremos el mundo. Pero, ay, no podremos cambiar ni la desigualdad ni la condición humana. Acaso sí volver a darle poder a las instituciones. Romper clientelismos. Aminorar la corrupción que ha generado el capitalismo de amigotes.
Es cierto que dentro de 30 años nuestros hijos también nos echarán en cara cosas. Y nos agradecerán otras. Nos sentiremos orgullosos de logros. Y avergonzados o impotentes por algunos fracasos. La rueda seguirá girando. Todo esto ocurrirá, sin duda. Pero esto no quita para que ahora vayamos a las urnas sintiendo que podemos cambiar un país que da muestras de agotamiento institucional. Que llegó el momento de incluir nuestra voz en nuestro mundo y en nuestro país. Y con esa ilusión, y con esa responsabilidad, tenemos que ir a votar.
¿A quién has votado puertollanero?
A los comunistas venezolanos de Podemos.
O a los buscasueldos de Ciudadanos.
¿Esta es la regeneración?
Quédate allí y no vuelvas, puertollanero.
Una bonita carta, bilis en respuesta.
Y de colofón un «quédate allí».
Bravo!! Te estás cubriendo de gloria!
Pues a mi me ha gustado lo que has dicho. Hay que renovar pero no solo con la generación que hemos nacido en democracia, hay que inspirarse en las generaciones anteriores que quisieron modernizar en el sentido positivo a España.
Yo tambien vivi en el extranjero, y aprendi que se pueden y se deben hacer las cosas mejor, y para ello hay que escoger a pocos y a los mejores, y a los mas honrados.
Aqui tenemos a demasiados politicos, malos entre los malos y nada honrados bien por accion y tambien por omision.
La etica y la honradez traen el verdadero progreso. No todo es economia ni todo tampoco ideologia.
Y a la sociedad civil hay que dejarla seguir su curso, pues va por delante. Ella mejor que nadie sabe que este sistema esta oxidado, que hay que repararlo, pero no desecharlo. Porque valoramos la libertad y la democracia consolidadas con principios y valores, solidos y realistas.
Ni todo lo anterior es malo ni todo lo que se propone nuevo, es tan nuevo.
Yo votare a VOX. Hay problemas internacionales como el terrorismo y la inmigración, asi como una insignificante tasa de naatalidad que nos situa ante un problema real, una crisis demografica y politica dentro de nuestras fronteras amenaza nuestros valores.
En UPyD, VOX y Ciudadanos se mira hacia el resto de Europa y de forma verdadera se desea europizar democraticamente nuestro sistema politico.
Que harian en Alemania, Francia y UK si una sede se reformara con dinero B, si las ayudas a los desempleados se esfumaran o si un partido se hubiese financiado por Iran y Venezuela.
Votar a VOX es un acierto porque tú eliges libremente votarlo. Y punto. Además, VOX tiene como referente moral a Ortega Lara. Otros partidos tienen como referente moral a Felipe González, Hugo Chávez o Bárcenas.
«Y a la sociedad civil hay que dejarla seguir su curso, pues va por delante. Ella mejor que nadie sabe que este sistema esta oxidado, que hay que repararlo, PERO NO DESECHARLO.» Efectivamente, la situación institucional en España está mal. Siempre digo que es la Justicia la primera y más necesaria reforma. También es cierta la crítica situación económica, el paro y las necesidades y apuros que muchos ciudadanos padecen. Pero mucho cuidado con los mesías que pretenden cambiarlo todo porque todo está corrupto, obsoleto e inservible; cuidado con esos que quieren hacernos el bien remunicipalizando, despidiendo a trescientas personas para contratar a otras trescientas porque ellos decicen lo que es justo pero lo primero que hacen es ponerse de jefes con un buen sueldo, despacho y secretaria.
Si pensamos que habitamos una ruina maloliente, miremos fuera. En España hay una Sanidad que ampara a todos, nuestros mayores cobran puntualmente sus magras pensiones, la electricidad llega a nuestras casas sin cortes las veinticuatro horas del día, abrimos el grifo y hay agua, los supermercados tienen comida, etc. Todo esto que entendemos lógico y normal no ha sido siempre así. En mi caso, sólo hay que retroceder una generación para saber que mi padre se crió sin agua corriente, y que había luz durante una parte del día, o que las pensiones no eran un derecho universal.
Hemos visto a pensionistas haciendo cola en un cajero para cobrar su pensión, desordenes y algaradas en las calles, falta de alimentos en supermercados, una economía paralizada… y todo tiene un culpable: el populismo dictatorial de izquierdas. En España, todo lo que tanto costó conseguir a nuestros ancestros puede esfumarse en un instante. Basta que un señor se niegue a pagar la deuda pública o que se ponga en almoneda la soberanía nacional con referéndums secesionistas. Grecia es el ejemplo.
Así que, cuidado con esas coletas que se emocionan viendo como un policia es apaleado, con los que concurren en las mismas listas que los etarras a las elecciones, con aquellos que exigen democracia en todos los partidos políticos menos en el suyo, precaución con los partidos que se financian con dineros de dictaduras criminales que encarcelan y matan a la oposición.
Ángel Manuel, a Vox le vas a votar tú y dos más. Uno de Irán y otro de Venezuela.
Cansino!
No, esos votan a Podemos o lo financian.
Seguramente no me vaya a arrepentir en los proximos cuatro años que se pueden hacer muy largos.
Pero votará a quien le de la gana, nunca me han gustado los que apoyan a los que tienen más posibilidades de ganar. En ese sentido, mi solidaridad a gente como Savater que no abandona el barco cuando se hunde. Y mi desprecio a otros como Cantó e Irene Lozano, que se apuntan a caballo ganador. Bravo por ti, Angel Manuel, aunque mi ideología se encuentre a años luz de la tuya.
A ti lo que te fastidia es que los progres hayais perdido el monopolio mediático.
Bienvenido a la pluralidad que es auténtica democracia.
Podemos… aquellos progres que llamaban casta a todo lo que se movía y mira como han terminado su discurso (socialdemócratas totales), para eso ya tenemos al psoe y todos sabemos como gobiernan.
Ciudadanos…. no es de extrañar sabiendo de donde procede el Sr. rivera lo que van a hacer con el país… Un poco más de lo mismo del PP, y ya hemos tenido bastante, estos cuatro últimos años han sido mortales.
Hay otras alternativas que aunque en minoría pueden hacer cambiar el rumbo de como se puede gobernar un país y que han demostrado contra viento y marea que otro país es posible.. Él sr. Garzón ha sido coherente con su discurso y ha presentado y defendido propuestas que solo la izquierda son capaces de defender… por ello voy a apoyar a IU-UP.
Yo también votaré a Garzón.
Toda la izquierda se debía unir. Por dos razones: por la vergüenza que nos da verlos desunidos y porque solo así derrotarán a la derecha, que es lo más importante.
Podemos ha menospreciado y desestimado esa unión, señor Romera. En el pecado, a medio y largo plazo, llevarán la penitencia.
Ojalá no sea así. Quizá todavía estén a tiempo.
Y sí, yo también votaré a Garzón, Dios mediante.
En España siempre ha sido difícil la democracia y fácil el abuso. En su experiencia se demuestra, lamentablemente, este principio.
Para desarmar a los aparatos de los partidos vota en el Senado solo al número 2.
Si votas PSOE la candidata número 2 es la mejor. El 1 abandonara el Ayuntamiento y dejará a un incompetente para gobernar Valdepeñas.
Bravo chaval !!! A mi me enorgullece que paisanos como tú, esté buscándose la vida fuera de nuestras fronteras. Esta generación a la que aludes (que hemos formado con tanto esfuerzo entre todos)La necesitamos aquí, para que de una vez por todas, ayuden a mejorar una nación que les necesita. Es notorio que hay mucha gente a la que este tipo de jóvenes molesta. Son los que realmente les pueden fastidiar el chollo que han conseguido con un único merito. Su propia mediocridad.