Pabormi
Antes, en mi casa le llamábamos Paul Auster, aunque confieso que solo habíamos leído un libro suyo, pero claro, después de haberlo visto en el Jovellanos , junto a Almodóvar, con motivo de los Premios Príncipe de Asturias y de haber leído casi toda su obra, ya le llamamos así… Pablo, el austero. Son cosas de la confianza, oiga.
Este monstruo americano, tiene la costumbre (la mala costumbre) de decir cosas que en mi opinión, son verdades filosóficas, que lejos de estar formadas por humo, son verdades rocosas que caen, por su propio peso sobre el actual…digamos… reinado de banalidades, grandes hermanos, gilipolleces varias y productos ( y comportamientos) light, incoloros, inodoros e insípidos, que gobiernan la vida que consumimos en la actualidad.
Extraigo el jugo de sus declaraciones de estos días en la prensa asturiana y se lo presento a ustedes en zumo, ya en vaso frío y azucarado; beban, beban sin vergüenza, porque es parte de su discurso en el escenario del Campoamor:
“No sé por que me dedico a escribir, si lo supiera, probablemente no tendría necesidad de hacerlo. De lo que estoy seguro es de que he sentido la necesidad de rellenar folios en blanco desde el momento mismo de mi adolescencia. Escribir es sin duda alguna, una extraña manera de pasar la vida, encerrado en una habitación, lápiz en mano, hora tras hora, día tras día, año tras año esforzándose por dar vida a unas cuartillas con lo que no existe… salvo en la propia imaginación. ¿Y porque se empeñaría alguien en hacer una cosa así? La única respuesta que se me ha ocurrido es la siguiente: porque no tiene más remedio, porque no puede hacer otra cosa. Yo lo suelo llamar “el placer de lo inútil”.
¿Qué sentido tiene el arte y en particular el arte de narrar, en lo que llamamos mundo real? Ninguno que se me ocurra, al menos desde un punto de vista práctico.
Pero yo sostengo –continua diciendo Paul Auster- que EL VALOR DEL ARTE RESIDE EN SU MISMA INUTILIDAD , que la creación de una obra de arte es lo único que nos distingue de las demás criaturas que pueblan este planeta y lo que nos define, en lo esencial como seres humanos. Hacer algo por puro placer, por la gracia de hacerlo.
Una novela es una colaboración a partes iguales entre el escritor y el lector y constituye el único lugar del mundo, donde dos extraños pueden encontrarse en condiciones de absoluta intimidad. Me he pasado la vida entablando conversación con gente que nunca he visto, con personajes que jamás conoceré y así espero seguir hasta el día que exhale mi último aliento. Nunca he querido trabajar en otra cosa.”
Señoras y señores, alguno de ustedes ya le conocerán a través de sus obras. Yo no tenía ese placer, pero alguien que dice, lo que dice este paisano de hinchados ojos, sin duda me cae bien. Un placer, conocerle Pablo, el austero y por favor, siga usted rellenando folios en blanco, que no se le da del todo mal. ¿No creen?
“El placer de lo inútil”, dice el tío este… ¡es acojonante!