Eusebio Gª del Castillo Jerez.- La Campaña Municipal Contra el Frío está activada. Sin embargo, camino de la sede de Cruz Roja en la calle Calatrava, los termómetros callejeros -poco fiables, no obstante- marcan 10 grados centígrados en pleno diciembre. Pasan unos minutos de las ocho y media. Jose, María y Sara se afanan en preparar la comida que van a repartir a la gente que vive en la calle. Hacen bocadillos, los envuelven; calientan la leche y el caldo y los vierten en termos; se proveen de briks de zumo y botellas de agua y, entretanto, responden a las preguntas de MiCiudadReal.es.
La Unidad de Emergencia Social de Cruz Roja Ciudad Real está compuesta por cerca de una treintena de voluntarios. El objetivo de este programa es «ofrecer a las personas sin hogar un servicio de proximidad que garantice una respuesta rápida in situ, frente a situaciones de emergencia social, actuando como puente entre la calle y la red de atención». Cada noche salen a recorrer la ciudad en grupos de 3 ó 4 personas. Quedan con los más necesitados en puntos concretos de la ciudad para que acudan a buscar la comida o los visitan en los lugares donde pasan la noche. Cada grupo de voluntarios tiene un ruta, explica Jose. El recorrido de esta noche incluirá calle de la Mata, Estación de Autobuses, Plaza del Pilar, calle Calatrava y calle Toledo. Esperan encontrarse con unas 10 personas.
Las temperaturas han concedido una tregua, pero los voluntarios recuerdan que, desde mediados de noviembre, está en marcha la Campaña Municipal Contra el Frío, cuyo objetivo es «proporcionar una atención integral a aquellas personas que por circunstancias diversas carecen de alojamiento estable», y en la que están implicadas las concejalías de Acción Social y Seguridad, además de Protección Civil, Policía Local, Cruz Roja y Cáritas. Desde este año, y a demanda de las ONG, la alerta se activa cuando el termómetro baja de los 5 grados, y no de los 0, como ocurría con anterioridad. Cuando se dan tal circunstancia, los voluntarios de Cruz Roja intermedian para que las personas sin hogar sean trasladadas, si así lo desean, al Centro de Transeúntes gestionado por Cáritas. De esa tarea se encarga Protección Civil, que realiza además una evaluación sanitaria por si fuera necesario desplazar al sintecho al hospital, o el servicio de taxis.
Los voluntarios constatan día a día la situación de necesidad que padecen las personas que viven en la calle, y echan de menos, en una capital como Ciudad Real, un gran albergue y un comedor social.
Hoy los bocadillos son de jamón y queso, así que repasan las personas que van a atender, para cerciorarse de que ninguna sea musulmana. Salimos a la calle. De camino a la furgoneta relatan algunas de su vivencias y anécdotas de las últimas salidas. Cargan los bártulos en el vehículo y partimos.
En un cajero de la calla de la Mata atienden a Nicolai. Es rumano. Acepta ser fotografiado, incluso bromea asegurando que ya es actor, pues no es el primer reportaje en el que aparece. Toma un bocadillo mientras dice algo que los voluntarios no logran comprender. Sólo se le entienden las palabras «mujer» y «jamón». Es alguna cuchufleta, porque se ríe, así que le siguen la corriente. Una persona de origen asiático que estaba sacando dinero en el cajero se acerca y les advierte de que podría ser musulmán y que quizá no quiera jamón. Los voluntarios le aclaran que no es el caso. En ese momento se percatan de que otro varón de mediana edad permanece acurrucado en otra esquina. Se acercan a él, le ofrecen comida y le preguntan que si necesita alguna cosa. Malhumorado espeta ¡De Cruz Roja no quiero ni el color!. Se despiden y nos marchamos.
Ya en ruta, Sara y María comentan que Nicolai va siempre arreglado y huele «genial». «Si te lo encuentras por la calle lo último que puedes pensar es que duerma en un cajero».
«Estos que hacemos nos gusta a todos», responde Jose preguntado por su cometido. «Te sientes muy bien y los voluntarios se integran enseguida». Sara explica que llegar a casa y saber que hay personas que pueden comer caliente gracias a tu labor es lo más satisfactorio. «No sólo es el bocadillo, también es leche, caldo… y es lo que necesitan estas noches tan frías». Además, hace hincapié en que las personas sin hogar agradecen que se las llame por su nombre. «Es lo que más les gusta, porque sienten que se cuenta con ellas». La mayoría de los sintechos se sienten bien al tener a alguien con quien poder hablar. «Son gente invisible o personas a las que suelen rechazar; les gusta hablar, que los nombres, tener un rato de contacto y que les preguntes», añade Jose.
Llegamos a la estación de autobuses. Es un punto de encuentro y allí acuden el mayor número de personas de la ruta. Ocho en total. María toma los datos de los nuevos, mientras Jose y Sara reparten bocadillos, zumos y vasos de leche y caldo. A una familia de búlgaros, recién llegados, les entregan unos kits de frío, unas mochilas con mantas, sacos, calcetines… En la furgoneta comentan que ya casi se han agotado los bocadillos que traían, pues se ha acercado más gente de la que esperaban. En invierno suelen atender a entre 8 y 10 personas, y el doble en verano. Sobre los kits, Jose opina que están bien, pero que en el fondo no resuelven el problema. «Las ONG se están volcando, pero hace falta algo más con los indigentes y la gente que vive en la calle. Las administraciones deben implicarse y aportar soluciones».
Ramsés es también rumano. Duerme al raso en los soportales del Parque de Juan Pablo II. Un cartón y dos mantas es lo único que tiene para protegerse del frío. No acepta nada más que un zumo y una botella de agua. Está contrariado. Explica algo de sus zapatos. No se le entiende muy bien pero parece que le hacen daño. Le preguntan por su número para que el grupo de voluntarios del día siguiente le traiga un par nuevo. Sólo se ha arropado con dos mantas y le preguntan la razón. Ramsés relata que le han robado una mochila donde guardaba ropa de abrigo y algunos enseres. También han intentado echarlo alguna vez de allí.
«La vida en la calle es muy ingrata», se lamenta Jose de camino al vehículo de Cruz Roja. «En estos casos -comenta- enviamos un mensaje al grupo de Whatsapp y alguien le acerca algunas mantas».
No hay un perfil concreto de sintecho, señala. «Hay de todo», simplemente es gente a la que le ha ido mal en la vida. «Lo más duro es ver a la gente joven que por drogadicción está en la calle».
Sobre cómo localizan a las personas que llegan a la ciudad, recuerda que suelen acudir a los puntos de encuentro. Entre ellos hablan y se ayudan. «También hay gente que nos llama y nos avisa cuando ven a una persona necesitada». Sara añade que si se encuentran con algún sintecho nuevo se acercan a atenderlo y, si está en sitio fijo, modifican la ruta diaria.
Recorremos el centro de la ciudad, pero los cajeros de la Plaza del Pilar y la calle General Aguilera están vacíos. Tampoco hay nadie en la Plaza Mayor. Ya en la Plaza de la Constitución detienen la furgoneta. En una de las entidades bancarias hay una persona. Desde la distancia hace gestos para indicar que no quiere nada. Aun así, Jose se baja para hablar con él y cerciorarse. Continuamos.
En cuanto a si desde la ONG se ofrece otro tipo de ayudas, aclaran que ellos son el grupo «de choque», pero que detrás hay trabajadores sociales, psicólogos, «y otras muchas ramas dentro de Cruz Roja donde pueden ayudarles».
María, que forma parte del programa desde septiembre, al igual que Sara, reconoce que se trata de «una experiencia muy bonita que todo el mundo debería vivir alguna vez». Opina que la gente que pasa de largo o que ignora a estas personas es porque no lo sienten. «Cuando de verdad lo ves, y lo vives, y compruebas lo que sufren, lo que les pasa todos los días escuchas lo que te cuentan, comprendes que sus situaciones son muy diferentes a las nuestras y que sus problemas sí son de verdad importantes». Al final, afirma, son personas que entran dentro de tu círculo porque conoces su vida, su historia.
Paramos en la calle Toledo. En un cajero esperan encontrar a una pareja, pero sólo está él. Se llama Wilson, y cuenta que su prima está viviendo en un piso. Le dan el último bocadillo y dos vasos de caldo.
De vuelta a la sede de Cruz Roja, Sara comenta que son necesarias unas duchas para que las personas sin hogar puedan asearse. Uno de los indigentes lleva dos meses sin poder ducharse, cuenta. Como no tiene documentación no puede acudir a los centros. Es algo que no alcanza a comprender. «Con documentación pueden pasar a todos lados, sin ella se cierran puertas», apostilla Jose que comparte su indignación. Por otro lado, Sara relata el caso de otra persona a la que un vecino del lugar donde se cobija se le acercó y le ofreció su casa para ducharse. Algo nada habitual, por otra parte.
Detienen el vehículo al comienzo de la calle Calatrava. Les doy las gracias y me despido mientras me bajo. Apenas hay gente en la calle. De camino a casa me siento reconfortado tras comprobar la labor que estos voluntarios realizan. Al llegar a la Plaza Mayor contemplo el gran árbol de Navidad, en pleno montaje, y me invade una pegajosa sensación de culpa por toda esa gente que se está quedando atrás.
…pero en ciudad real tenemos una protectora de animales de trescientos mil euros y un desfase de setenta mil en su ejecución. Esta es nuestra sociedad, sus prioridades y (a)moralidad.
¿Y? ¿Son incompatibles la defensa de los animales y la atención a los transeúntes?. De eso nada.
Incompatible no, pero sí priorizable.
Yo me he sentido avergonzado al leer el comentario de SrLetrado: gente durmiendo en cajeros y los perros en un chabolo de 300.000 €….
Sr. Letrado no le falta razón…., y añado que C.Real también dispone de macroedificios que podrían reutilizarse como albergue para estas personas, la dichosa Plaza de Toros que solo es utilizada y para mal tres veces al año se podría reformar y el Seminario está prácticamente vacío con cientos de habitaciones,… Como bien dice esta es nuestra sociedad, sus prioridades y (a)moralidad….
Ahora que gobierna el partido socialista en Ciudad Real es hora de que destinen una partida económica a Cruz Roja para la construcción de un albergue en nuestra ciudad para dar servicio a esta necesidad
Ya hay un albergue de transeúntes. Es de Caritas
¡Coño, Caritas! Funcionarios, ¿no?
Me ha parecido un reportaje bastante interesante y que refleja también las diferencias y divergencias entre la gente que vive en la calle. Cada persona tiene sus particularidades y desde el tal Nikolai hasta el que dice que de la Cruz Roja ni el color, hay un montón de situaciones que necesitarán ser tratadas de diferente forma.
Unos apuntes
1)Cruz Roja tiene a personas A SUELDO pidiendo en la calle
2)Cruz Roja se está construyendo UN EDIFICIO ENTERITO en la calle CAballeros.
Pregunta: ¿No podría Cruz Roja retirar a esos señores A SUELDO que invocan la CARIDAD DE LOS DEMÁS (no la suya) y destinar parte del dinero que van a gastarse en UN EDIFICIO PARA ELLOS SOLOS EN EL CENTRO DE CIUDAD REAL a ayudar a la gente sin que el transeúnte medio de Ciudad Real tenga que dar un rodeo para no pasar por delante de esas personas A SUELDO que INVOCAN LA CARIDAD DE LOS DEMÁS AL TIEMO QUE LES IMPIDEN DAR UN PASEO TRANQUILAMENTE POR LAS CALLES CÉNTRICAS?
Y punto último:
3) ¿Ein?
En mi opinión te has pasado con tu comentario, deberías preguntarte que haces tu por los mas necesitados, ya que Cruz Roja hace una gran labor, a lo mejor deberías acompañar alguna noche a los voluntarios a atender a los mas necesitados y te pensabas las cosas dos veces antes de decirlas, y tanto que criticas que se estén construyendo un edificio, a caso tu sabes lo que les cuesta porque a lo mejor no ponen ni un duro y se va hacer con una donación anónima
Ninguno cuenta su experiencia con «los sintecho». Yo la tengo por Cáritas, y muchos de ellos tienen problemas psicológicos graves y se rebelan ante la necesidad de someterse a un horario en albergues.
Muchos son incapaces ya de someterse a horario alguno.
No es tan fácil que ellos decidan salir de la calle. Se llega a esa situación tras una biografía muy cargada de culpabilidades que les hace entrar en el alcohol y en la vida radicalmente callejera.
Hay que entender sus problemas y las causas de llegar a esa situación. No es nada fácil romper con esa dinámica de abandono en la que han caído.
Hablo de los sin techo convencionales.
Respecto de gente que ha perdido su casa o no la tiene, su tipología es otra.
El único comentario acertado, el de Angel Manuel, se cae el alma cuando miras a veces a esas personas y los surcos de su rostro reflejan tantas cosas ….a mi no me
estorban cuando quiero pasear por Ciudad Real, me produce una gran pena.
Ah y de paso, cero subvenciones a la masacre de toros y más apoyo a los sin techo y a las protectoras.
Eso es una sociedad digna .
[…] el Ayuntamiento de Ciudad Real firmará un convenio con la Asociación Local de Taxistas para que las personas sin hogar puedan ser trasladas al centro de transeúntes de Cáritas, una vez que el plan de actuación se […]