Fermín Gassol Peco.- “La filosofía de la historia no es otra cosa que la consideración pensante de esa historia; y nosotros no podemos dejar de pensar en ningún momento. El hombre es un ser pensante, en esto se distingue del animal” (Georg Friedrich Hegel).
J. G. Fichte (Rammenau, 1762 – Berlín, 1814) es considerado como uno de los padres del idealismo alemán. Su más conocida aportación ala filosofía fue la denominada“tríada dialéctica”(que desarrolló el pensamiento de F. Hegel):Tesis, antítesis y síntesis. La tesis como referencia al estar en sí, al ser visto como identidad aunque de una manera parcial.La antítesis como aquello que sale de sí, negándose a sí mismo en “lo otro”, produciéndose una contradicción dela tesis y una alienación. La síntesis como el ser en y para sí: el Ser en su totalidad alcanzado por la razón,superando que no negando a la antítesis…Y esta síntesis alcanzada,siempre se acaba convirtiendo en una tesis de manera inmediata.
Las claves para entender todo lo sucedido en la historia de la humanidad, creo que están contenidas a nivel filosófico en estos tres momentos. Pensamientos, ideologías, formas de actuar, valores, sistemas políticos de toda índole…han ido conformando desde que el mundo es mundo etapas más o menos duraderas,definiendo así el momento de tesis o lo que es lo mismo, algo aceptado y común.
Pero como nada es para siempre, todo aquello que es de carácter parcial y por lo tanto no necesario ni definitivo, acaba siendo contestado. Las revoluciones han supuesto el momento de la antítesis o negación de esas verdades parciales yan acrónicas, (aunque muchas de ellas no llegaran a poseer un contenido claro en sus propuestas de cambio, extremo que las hizo fracasar)… pero siempre dejando poso y un examen de conciencia social. Las grandes aportaciones de las revoluciones han consistido en ser medios para que sociedades e incluso civilizaciones llegaran a una síntesis que se acabaría trasformando más tarde en algo aceptado o en nuevas tesis…y así una y otra vez. Curiosamente, esos procesos se han encontrado,circulando en sentido contrario, a veces en un mismo momento de la historia.
Creo que hoy la humanidad,en particular la del mundo técnicamente desarrollado, se encuentra sumida en un momento de fuerte antítesis global, algo que se antoja novedoso en cuanto a la transversalidad que presenta, pues esa ola que predomina sobre el horizonte individual y social tiene dimensiones colosales, sobre todo en la juventud y en la política.
Si bien la juventud siempre ha representado el cambio, la contestación, la novedad,… hoy este momento de antítesis generacional tiene un componente de pasividad inquietante en cuanto a los ideales. Y lo mismo en la política. Me atrevería a decir que los partidos políticos carecen hoy de un proyecto positivo y real para el futuro de la sociedad y andan inmersos en esa antítesis ideológica que hace fundamentar lo propio en el “no al otro”. ¿O no es común la especie de pedir el voto o votar en “contra de los otros” más que hacerlo convencido por lo mío” y… con las narices tapadas?
Hoy parece no existir un estilo propio que defina positivamente a nuestra civilización. Es precisamente la carencia de parámetros, patrones en el comportamiento, valores… la estampida de la conciencia individual hacía la nada o hacia el “no al otro”, la que hace establecer una fuerte ausencia de identidad de sí mismo y al contrario fija lo propio como antagonismo, como negación de lo otro…y viceversa. Como si un “relativismo negativo” imperase en aquello que no somos capaces de afirmar, negándonos una y otra vez buscando nuestra identidad, la realidad, la verdad, en aquello que “no es,” extremo que tampoco acabamos de encontrar.
La crisis más profunda que presenta hoy el hombre postmoderno es la crisis de pensamiento… o la falta de necesidad en pensar. Hoy nos encontramos en un momento de antítesis del pensamiento. Quizá sea la consecuencia de ese empecinamiento en identificar al hombre como mero sujeto económico. Y la economía no es precisamente una fuente de pensamiento. La advertencia hecha por Hegel… sigue teniendo hoy especial vigor.
Me ha gustado mucho tu artículo Fermín. Quizás, el lenguaje filosófico algo complicado y dogmático (incluso algo clerical), pero la relación que haces entre lo filosófico y la realidad política es muy acertada.
Mi pequeña aportación. Toda crisis de identidad acaba reflejándose en una crisis de la creatividad, y en una afirmación por antagonismo.
Europa pretende considerar que sus raíces se remontan a la Revolución Francesa. Las revoluciones son la expresión violenta del antagonismo. Quieren pasar por creativas, no lo son. Son destructivas.
o.k. Ángel. (lo de clerical, no acierto a entenderlo) Un saludo.
Una socialdemocracia abierta, tolerante, incluyente, solidaria… ¿no debería la síntesis definitiva?
Creo Manuel que la franja en la que una sociedad a nivel global está más cómoda es la de la socialdemocracia. Lo que sucede es que los atributos MORALES a los que te refieres, no pueden ser impuestos. Ese es terreno de cada una de las conciencias de los ciudadanos.
Creo que estamos demasiado acostumbrados a que nos lluevan del cielo, de arriba, o de otros, las soluciones a nuestras situaciones adversas, y no somos conscientes o peor no queremos, porque eso nos involucra, que la solución se encuentra también en nuestras manos.¿Porqué si no en las elecciones no nos atrevemos a darles un contundente correctivo?, un saludo
Ahí le has «dao» Fermín. Ahí, ahí.
Como decía Confuncio: no hay que dar pescado, hay que dar la caña y quien quiera peces «que se moje el culo». No es igual un pez que un pescado. Uno requiere esfuerzo y el otro ya te lo dan listo.
Ahora mismo hay dos categorías:
1.- Súbdito: el 99 % de los españoles: que me llueva.
2.- Ciudadano: el 1 % de los españoles: voy con la ley en la mano.
La socialdemocracia solo tiene sentido si hay ciudadanos que la vigilen y que le den con el palo al burro político que se sale del camino.
Aquí, en España, somos un 99 % de burros, frente a un 1% de políticos que nos están metiendo el palo por las CUP…
Blisterr, el problema, el gran problema, paradójico problema es el de nuestra libertad. Te echaba de menos, un saludo.
Fermín, respecto de lo clerical me refería a explicar de manera artificiosa la filosofía.
Entiendo en términos psicológicos, que Tesis se aproxima a lo que sabemos de nosotros mismos. Antítesis lo que no sabemos y ven otros, y a lo que sabemos que no somos. Y síntesis, ambas cosas, la visión completa de uno mismo.
San Ignacio de Loyola propone un ejercicio precioso sobre el conocimiento de uno mismo. Uno es aquello que dicta su vida interior, y también aquello que aparece reflejado en el espejo o en el cuadro, que debe ser visto por uno o descrito por otros. En uno de sus ejercicios prácticos invita al ejercitante a imaginarse retratado y a describirse, o a imaginarse ser descrito por otros (de ahí surge el acompañamiento espiritual).
Yo diría que somos lo que sabemos que somos y no somos, y lo que otros ven de nosotros (tesis y antítesis, las dos cosas síntesis).
Disculpa lo de clerical. Te lo dice alguien que peca especialmente de ello. Fui seminarista y además con Lorenzo, al que conoces.
Enhorabuena por tu artículo.
Sobre la libertad. Sólo el cristianismo la defiende de forma íntegra. Los demás la invocan como un medio desalienador o emancipador, o como un fin. El cristianismo la invoca como un medio (por eso no entiendo la conciliación entre el liberalismo y el cristianismo), y la vincula a la responsabilidad no a la finalidad.
Para conseguir la plenitud que da la virtud se necesita de la libertad (la elección de lo bueno, bello y verdadero).
El error de nuestra cultura actual es confundir el medio (la libertad) con el fin (la plenitud).
Hoy solo se persigue la liberación de las emociones. Y con esta falta de solidez, ningún proyecto llega a buen puerto.
Muy esclarecedora esa perspectiva, Ángel, gracias.
Hoy la libertad de conciencia (que es elegir lo que es correcto de forma íntima) se confunde con la libertad de rebelarse contra la conciencia.
Sólo es respetable la reflexión manifestada de cada cual. Digno es respetar la capacidad de cada uno de reflexionar y decidir conforme a ello, pero ¿existe un respeto a las emociones?. En fin…¿es respetable la asistencia al cagadero?.
Por eso es sabio el dicho de que no quiero que pienses como yo, me conformo con que pienses. De ahí surge el auténtico diálogo. Desde las emociones no se puede razonar.
Hoy se silencia la voz de la conciencia con el sonoro ruido de las tripas, y a falta de verdaderos líderes, todos somos títeres de las emociones.
Algo parecido pasaba en la Edad Media. Es una época de oscuridad.