Toque de muerte.
La visión de Julián Alonso, de la ciudad diezmada y abandonada, no era la visión general y compartida por parte de los que aceptaban con sumisión, la evolución sentida y la progresiva mejora de los acontecimientos. Como el periodista Dulce Néstor Ramírez[1], quien fijaba:
“Ciudad Real ha cambiado en unos años de forma tal que los que ahora la visitan, después de larga ausencia, se dan cuenta de su transformación. Y no obstante se está empezando; son muchas las posibilidades que le ofrece el futuro. Tiene para ello iniciado su resurgir urbano, bien compensado su perfil entre el rincón monumental o histórico con la moderna torre o embrión de rascacielos”. Sin duda había futuro, había mucho futuro y bien compensado ‘entre el rincón monumental y el embrión de rascacielos‘. Frente al raquitismo del pasado el trabajo de las máquinas y de las piquetas era ingente y prometedor. Y ese era el futuro caliente y devastador.
El suelto del 17 de mayo del mismo año[2], en primera página del diario Lanza, daba cuenta de lo expuesto y de la potencia reiterada del futuro. “Hora es ya de que las viviendas antihigiénicas y sin ninguna de las condiciones que la sanidad exige hoy sean sustituidas por otras de varias plantas, alegres, cómodas, dotadas de todos los adelantos modernos; hora es también, de que todos esos espacios vacíos sean edificados. Pero todo ello hay que hacerlo dentro del casco urbano y no fuera… En la foto se recoge la actuación de la moderna maquinaria efectuando el desmonte y destrucción de lo viejo, que buena falta hace”.
Con la confusión querida y empleada hasta la saciedad por todos los exégetas de turno que eran significados, se mezclaban los permanentes problemas de la vivienda –no resueltos ni en los imperiales XXV años de Paz–, la demanda de la nueva salubridad y el higienismo, la ordenación de la ciudad y la permanencia de sus partes. El tono justiciero, que elogia a la máquina que aplana y limpia y demuele, se aplicaba a una actuación desgraciada –como tantas otras–, como fuera el hundimiento y derribo del Convento de las Dominicas de Altagracia. ¿Cómo admitir el equilibrio predicado días después por Ramírez Morales[3] ¿era cierto aquello de “Ciudad Real mantiene el justo equilibrio entre su pasado y su presente”?, ¿quién dictaba la sanción y quién fijaba el equilibrio?
No existieron inconvenientes para el sonrojo, al citar “Personalidades que siempre se expresaron, al referirse a esta capital, como la ciudad española y castellana en que la compensación histórica a través de los tiempos mejor se conservaba. Frente al necesario, imprescindible resurgimiento y renovación, con nuevas calles y avenidas, y edificios que sobrepasan los límites de una racional altura, están los barrios antiguos de la Judería y de la Morería…”. ¿Qué se expresaba con esta teoría extraña de la compensación, que ejemplificaba la ciudad?, ¿a qué personalidades se aludía?, ¿a la Baronesa de Sansaldo que había producido un extraño trabajo[4] en el que introducía el pintoresco concepto de “un moderno inteligente”? ¿Nos habría tocado el ‘moderno idiota‘?
Frente al mandato imperioso de ese resurgimiento y de esa renovación, ningún papel jugaba la conservación de fragmentos singulares o el mantenimiento de zonas precisas, salvo una coartada ya ensayada, años antes, por Antonio Ballester[5]: mantener partes antiguas como evocación y reliquia, a la manera de una escenografía virtual y castiza o a la manera del barcelonés ‘Pueblo Español’ de Montjuic, como un anticipo de venideros parques temáticos[6]. “Ahora estamos en otros tiempos en los que también se nace, se espera, se cree y se muere. Pero han surgido nuevos estilos, otros modos. En consecuencia, la fisonomía de las ciudades, pueblos y aldeas se transforma. A esta ineludible transformación hay quien se enfrenta con una postura de radical oposición e inmovilismo; hay quien por el contrario adopta una actitud de radical renovación que pretende empezar por el solar resultante de la desaparición de lo anterior”.
[1] D. Ramírez Morales, Ciudad Real. Rango y evolución de la capital de la Mancha, Hoja del Lunes, 8 mayo 1967.
[2] Promoción de viviendas dentro del casco urbano, Lanza, 17 mayo 1967.
[3] D. Ramírez Morales. Ciudad Real, equilibrio entre lo antiguo y lo moderno, Lanza, 25 mayo 1967.
[4] Baronesa de Sansaldo. Ciudad Real: Aquí Don Quijote, Boletín de Información Municipal, nº 14, agosto 1964.
[5] A. Ballester, Cambios en Ciudad Real. Boletín de Información Municipal, nº 14, 1964
[6] I. Solá-Morales. Patrimonio arquitectónico o parque temático. Loggia: Arquitectura & Restauración, nº 5, 1998.
Periferia sentimental
José Rivero
Como siempre gracias, Sr. Rivero.