Llegan un año más las ferias y fiestas a muchas poblaciones de la Región. Aparecen, como por encanto, atracciones, músicas, bailes, corridas de toros, casetas, trofeos deportivos, alegrías, ilusiones infantiles, hastíos de mayores, ruidos ensordecedores. Otra vez nos visitan caballitos, tómbolas, trenes de la bruja, juguetes, coches de choque, chiringuitos, norias…
Durante mucho tiempo la feria de Ciudad Real se celebró en la plaza del Ayuntamiento. A comienzos del siglo XX, según cuenta Francisco Pérez en sus Efemérides manchegas, había una espina central formada por sillas de hierro plegables y así se formaban dos paseos. El de la izquierda, mirando hacia el Ayuntamiento, era el de la gente pudiente y el otro el del pueblo llano. En los dos paseos, filas de casetas dobles, una hacia los soportales y otra hacia el paseo. Bajo los soportales, puestos de porcelana, botijos, cacharrería, velones y loza. Por varios lugares, tenderetes de horchata, agua de cebada, turrones, arrope y otros dulces. En el Pilar y la plaza de Cervantes, caballitos, columpios y otras atracciones.
Ya en el año 1915, según describía el periódico El Labriego en su número de 15 de agosto, la feria de ganado se celebraba del 15 al 18 de ese mes en las inmediaciones de La Granja Agrícola (actual campus universitario). Con la feria, había en el centro de la ciudad iluminaciones de calles, conciertos, funciones de fuegos artificiales, proyecciones de cinematógrafo, corridas de toros, carreras ciclistas, sueltas de globos, fiestas escolares –con la entrega de juguetes a niños y niñas de las escuelas municipales, además de 100 cartillas del Instituto Nacional de Previsión donadas por el Casino de Ciudad Real–, funciones religiosas o concursos de bandas.
En el periódico crítico y festivo Pero Grullo, de ese mismo día 15, José Vázquez incluía unos dibujos con apuntes cómicos de la feria referidos a un visitante: Pantaleón, natural de Malagón. Se puede recordar el texto de cuatro de ellos: “En el cine gratuito no ve nada el pobrecito”, “En los toros, Pantaleón, sufre una gran decepción”, “La pólvora ¡qué cinismo! Es casi siempre lo mismo”, y “Se marcha desesperado hecho caldo y arruinado”. Era una crítica a lo previsible de la feria y a las reiteraciones.
En 1916, cuando en la provincia había sólo quince vehículos matriculados y era alcalde de Ciudad Real José Cruz Prado, se hizo el traslado de la Feria desde la Plaza de la Constitución –o del Ayuntamiento– al Parque de Gasset, a la vez que la empresa de ferrocarril MZA cedía terrenos para ampliarlo. El principal artífice de la decisión fue Manuel Sánchez Gijón, concejal y secretario de la Cámara de Comercio e Industria de Ciudad Real.
Se anunciaba como Gran Feria de Ganados y Fiestas en Ciudad Real, con un “programa de los festejos que el Exmo. Ayuntamiento, con la cooperación de entidades de la capital, ha organizado para que se celebren en los días 14 al 22 de agosto de 1916, con motivo de la feria y festividad de la Patrona de Ciudad Real Nrta. Señora del Prado”. El traslado fue todo un éxito, como se indicaba en la revista Vida Manchega, pero no hubo festejos importantes, a excepción de la Exposición de Artes e Industrias y las corridas de toros, “cuya subvención va siendo cada vez mayor con harto escándalo del vecindario”.
Las fotos de G. Plaza que acompañan a este artículo, publicadas en Vida Manchega, muestran el aspecto de la entrada a la Feria de 1916, primera en el nuevo emplazamiento, y una vista del “parque de recreos” en la de 1917. En el Parque de Gasset, con diversas remodelaciones como la instalación en 1925 de la fuente La Talaverana, del ceramista Ruiz de Luna, se mantuvo la Feria hasta el año 1985, con toda una serie de atracciones y manifestaciones lúdicas.
Como una realización más de Lorenzo Selas Céspedes, gran alcalde, en 1986 se estrenó el nuevo recinto ferial de La Granja, con casetas para las peñas, atracciones para niños o mayores y un espacio para bailes y músicas, que entonces se denominaba “auditorium”. Un desfile inaugural, con gigantes y cabezudos, Dulcinea, Pandorgo 1986, autoridades y banda de música, partió de la plaza del Ayuntamiento para seguir por General Aguilera, Pilar, Alarcos, Parque de Gasset, iglesia santo Tomás de Villanueva, Camino Viejo de Alarcos hasta el recinto ferial. Terminó en el auditorio, donde los asistentes pudieron tomar un refrigerio.
El año próximo se cumplirán las tres décadas de ferias en el actual emplazamiento y la situación es hoy insostenible. Es preciso planificar y ejecutar el traslado de la feria a una nueva ubicación, amplia y con toda una serie de elementos complementarios. Hoy el recinto está rodeado de viviendas por todos los lados y las molestias por diversas contaminaciones, la acústica sobre todo, son mayúsculas. La falta de higiene –con desagües de los feriantes por doquier–, la falta de seguridad –con cables eléctricos incumpliendo toda normativa–, grandes ruidos –con decibelios a mogollón–, los problemas de tráfico para los vecinos, entre otras muchas deficiencias, están pidiendo a gritos un nuevo traslado de la vieja feria de Ciudad Real. La nueva Corporación tiene un buen reto por delante.
Isidro Sánchez Sánchez
Desde el revés de la inopia
Como embrión de abuelo cebolleta, recuerdo con gran cariño la feria en el Parque de Gasset, que parecía inmensa (por supuesto, visto con perspectiva, no lo era). Es obvio que una celebración como la actual en elseentorno sería como soltar a Atila en el Botánico de Madrid…Pero hay que reconocer que quedaba muy bien…
Ahora, llevas toda la razón, el sitio está rodeado de casas y las infraestructuras dejan muchísimo que desear. Probablemente la zona que linda con el Playapark sería interesante, porque la vía del tren hace de barrera para el sonido.
Desde hace unos años vengo observando que ya no hay un puesto de libros ni de cómics en la feria. Este pequeño detalle es muy revelador de lo que está pasando en la sociedad.
Yo aprendí a leer con los tebeos. Si naciera ahora probablemente sería un analfabeto funcional. Ya no se pueden comprar tebeos, ni «cambiar» ejemplares en tiendas de barrio para leer más. Ni siquiera hay manera de encontrar novelitas de Estefanía. La cultura, con iva o sin él, ha dejado de estar al alcance de la clase baja y media.
Yo aprendí a leer con los tebeos. Si naciera ahora probablemente sería un analfabeto funcional. Ya no se pueden comprar tebeos, ni «cambiar» ejemplares en tiendas de barrio para leer más. Ni siquiera hay manera de encontrar novelitas de Estefanía. La cultura, con iva o sin él, ha dejado de estar al alcance de la clase baja y media.
La Feria en el Parque, fue la feria de mi niñez. Todo me parecía inmenso y atractivo en una época en la que el turrón…se comía por Navidades y en esos días. La noria, el trenecillo de la muerte con unas escobas con más mierda que el palo de un gallinero…berenjenas con sorpresas, la barca enorme que la paraban dos tíos a base de brazos…todo era inmediato y natural. Con un duro…era el rey del mambo. La Talaverana, Raphael, Basilio… y la Municipal, con el incombustible Dúo Dinámico.
Anoche, por causa de la indisposición de M. Fernanda D´Ocon en Torralba acabé tomando unos churros en nuestra nueva feria. No me gustó. Demasiados puestos de mercadillo y casi ninguna atracción para mayores. Crisis en presupuestos y en ideas.