Plataforma Somos Universidad.- El actual Rector de la UCLM, Miguel Ángel Collado, hace nuevos nombramientos de cargos de libre designación, cuando la UCLM está presentando presupuestos corrientes desequilibrados, por lo que es incapaz de generar ingresos para poder financiar sus gastos de funcionamiento en pleno proceso preelectoral.
Miguel Ángel Collado, el actual Rector de la Universidad de Castilla-La Mancha, sigue con la política de nombramientos que ya realizó los últimos meses. Ha procedido, durante estos últimos días del mes de julio, a la designación de, al menos, cuatro nuevas direcciones académicas integradas en su rectorado. Dicha medida, lamentablemente, ha llegado a la comunidad universitaria a través de las felicitaciones lanzadas por las redes sociales por parte de otros miembros del actual equipo de gobierno, y no a través de un cauce de comunicación institucional apropiado. Por otro lado, estas nuevas decisiones comprometen el aprovechamiento del dinero público al producirse apenas unos días antes del período declarado inhábil durante el mes de agosto, publicado en el Diario Oficial de Castilla-La Mancha el 14 de julio y, esta vez sí, comunicado a través de un UCLM-Express.
Nombrados, podríamos decir, con “estivalidad y alevosía”, la pregunta es inevitable: ¿por qué, con tan nula transparencia, se promueven nuevos cargos académicos apenas unos días antes de un periodo inhábil y en un momento en el que el círculo allegado a este Rector prevé la convocatoria de unas elecciones anticipadas tras el regreso de las vacaciones? La relación que estos nombramientos tienen con el gobierno de la institución es prácticamente nula, al producirse en un periodo ya epigonal de su mandato, y que parecen, más bien, concebidos para fortalecer con instrumentos públicos los recursos propios en la próxima carrera electoral. En definitiva: Collado parece comportarse más bien como un candidato que trata a hurtadillas de ganar unos metros sobre la pista que con la dignidad que exige el gobierno que los universitarios le confiaron con un 50,6% de los votos.
Durante estos últimos cuatro años hemos asistido a una errática conformación de los cargos de responsabilidad en la Universidad de Castilla-La Mancha. En la página 51 de su programa, Miguel Ángel Collado anunciaba la “Austeridad Institucional” donde se comprometía a “reducir los cargos académicos personales del vicerrectorado (vicerrectores, directores y subdirectores académicos)”. En un claro gesto condescendiente ante el gobierno de la región en los últimos cuatro años, el actual Rector optó por un diseño antes complaciente con la autoridad regional que eficaz y operativo con la propia universidad. No obstante, el incremento acumulativo y discrecional de los cargos en gestión de sus vicerrectorados se concilia muy mal con la “austeridad institucional”, la “eficacia operativa”, el “impulso descentralizador” o la “cohesión interna” que prometía, criterios reflejados en su programa (pág. 95 y ss.).
La Secretaría General cuenta con dos nuevos directores académicos desde noviembre de 2014; en los últimos nueve meses el Vicerrectorado de Economía y Planificación se ha provisto de tres nuevos directores académicos; el Vicerrectorado de Profesorado cuenta en este último año con un nuevo director académico (posee dos), en un momento en el que la Universidad ha perdido un importante capital humano docente y renuncia bajo la Ley de estabilidad presupuestaria a dar respuesta a la ingente bolsa de acreditados; el Vicerrectorado de Transferencia y relaciones con empresas recibe una segunda dirección académica en plena inactividad estival. El caso paradigmático en la ausencia de criterio es el desarrollo del Vicerrectorado de Docencia: originariamente concebido en el seno del Vicerrectorado de Docencia y Relaciones Internacionales -un monstruo ineficaz, índice revelador de la relevancia que a sus competencias este Rector le reconocía-, tras dos largos años de inoperatividad se le dio autonomía con un nuevo vicerrector y con el nombramiento sucesivo, desde enero de 2014 hasta julio de 2015, de las tres nuevas direcciones académicas actuales.
Nada parece, pues, justificar en los últimos meses de un mandato amortizado, frente a un periodo inhábil y en las puertas de unas comicios electorales, este errático incremento de Direcciones Académicas, según el diseño de un gobierno “austero” que el propio Miguel Ángel Collado, se dictó frente a la comunidad universitaria y el primer gobierno regional. Los retos esenciales de nuestra Universidad –la investigación, la transferencia, la acreditación de sus títulos y la mejora de su calidad docente- han estado ahí desde un principio y no pueden convertirse ahora en una excusa para recabar fuerzas con réditos electorales.
Justificar los nuevos nombramientos a estas alturas para abordar con garantías tales problemas supone reconocer el desprecio por los mismos durante los tres años y medio transcurridos. Y el hecho de que dichos cambios no hayan sido comunicados de forma transparente e institucional, a través de un simple UCLM-Express, sino que hayan sido conocidos por los mentideros de las redes sociales supone una profunda desconsideración hacia toda la comunidad universitaria y un menosprecio grave hacia los fondos públicos que remuneran tales nombramientos. En definitiva: una actitud más próxima al ejercicio del poder ante la incertidumbre electoral que a la voluntad de servicio institucional que se debe exigir de nuestro Rector.