Cruz Roja en La Solana repartirá mañana miércoles 17 de junio, Día Mundial contra la Sequía y la Desertificación, dípticos en los colegios, a l@s niñ@s de 5 a 6 años para concienciarlos del necesario cuidado de la tierra y el entorno, así como en el Mercado y en el hogar del jubilado.
En 1995 la Asamblea General proclamó el 17 de junio Día Mundial de Lucha contra la Desertificación y la Sequía en conmemoración de la aprobación de la Convención de las Naciones Unidas de lucha contra la desertificación el 17 de junio de 1994.
La desertificación no es sólo uno de los mayores problemas ecológicos mundiales; también es uno de los principales obstáculos para la atención de las necesidades básicas de las personas en las tierras áridas. Pone en riesgo la salud y el bienestar de 1.200 millones de personas en más de 100 países.
Según el Documento de Trabajo del Programa de Acción Nacional de Lucha contra la Desertificación (PAND, julio de 2007, MMA), más de un tercio del suelo de España está sujeto a riesgo significativo de desertificación, concretamente un 35%, siendo este riesgo “muy elevado” en el 2% de la superficie y “elevado” en un 15% .Las zonas más afectadas se encuentran en Andalucía, Castilla-La Mancha, Levante y Murcia.
Las principales causas son: variaciones climáticas, incendios, inundaciones, contaminación y actividad humana. Desde Cruz Roja en Ciudad Real a través del área de Medio Ambiente y en colaboración con las distintas Asambleas Locales de la provincia se conmemora este día con la finalidad de concienciar a la población de la responsabilidad individual y colectiva en relación al ahorro y conservación de los recursos naturales, con el fin de frenar el Cambio Climático, haciendo especial atención al uso y gestión de los recursos hídricos, y la sequía y la desertificación que se está produciendo en muchos lugares del planeta, así la relación de estos dos grandes problemas socio ambientales con el agravamiento del calentamiento global.
En el mundo 2.600 millones de personas dependen directamente de la agricultura; la degradación del suelo afecta a 1.500 millones de personas a nivel mundial; se ha calculado que la pérdida de tierra cultivable es 30 o 35 veces superior a la tasa histórica; debido a la sequía y la desertificación cada año 12 millones de hectáreas se pierden (¡23 hectáreas por minuto!), donde se podrían haber producido 20 millones de toneladas de cereales; un 74% de los pobres (42% de los muy pobres y el 32% de los moderadamente pobres) son directamente afectados por la degradación del suelo a nivel mundial.
Las soluciones pasan por un cambio en el uso de la tierra, apostando por una agricultura más sostenible y que se adapte al cambio climático, en especial en aquellas zonas áridas en las que la escasez de comida es cada vez mayor.
También es necesario un mayor acceso a los avances tecnológicos y a la titularidad de tierras de los pequeños agricultores que respetan el medio ambiente y dan una respuesta a las necesidades alimentarias de millones de hogares, especialmente de los más pobres, así como un mayor equilibrio entre las finalidades ecologistas y el consumo de alimentos.
Por último es necesario un aumento de las inversiones encaminadas a promover mejores prácticas y un sistema de producción más sostenible y un aumento de las acciones encaminadas a visibilizar las consecuencias de la desertificación, cuyos efectos sobre la paz, la seguridad y la estabilidad son invisibles pero, sin embargo, una realidad para los países con escasez de agua y de comida, y cuyos habitantes se ven obligados a emigrar como consecuencia de este problema.
