Ulises y las sirenas

José Antonio Casado.- Programas: Parecía que se presentaban desnudos y sin programa, vírgenes como los artilugios inteligentes de Rivero que precisan de una consulta en internet para ver cómo funcionan y qué prestaciones tienen; parecía que el viejo Anguita había sido derrotado y que solo quedaba recurrir a la sabiduría de los algoritmos que tienen anestesiada nuestra capacidad de aprendizaje y fragmentado o roto nuestro razonamiento, cuando de repente nos hemos dado cuenta de que todo eso era un mero espejismo.

Apenas pasadas las elecciones los partidos políticos que habían fiado a una hoja volandera depositada en los buzones – cuatro cifras redondas y un par de eslóganes rotundos- todo su ideario (PSOE), o a la buena planta de Cospedal o Romero su futuro (el PP presentó el programa cuando la campaña estaba dando los últimos suspiros), han sacado de los cajones el programa. Lo tenían escrito pero apenas lo habían dado a conocer para que la gente que, según dicen, no lee mas allá de una página seguida, no saliera de estampida. Eso creían ellos, tan postmodernos.

La realidad es que Ulises nos mostró cómo protegernos del canto de las sirenas, cómo llevar a cabo estrategias más o menos exigentes para ayudar a la voluntad vacilante teniendo en cuenta su fragilidad. ¡Si te consideras débil, átate al mástil/programa del barco! Y ahí tenemos a los representantes de Podemos o de Ganemos negociando con Page y Zamora sobre transparencia, participación y políticas de bienestar social. Dicen en Ciudad Real que el PSOE y Ganemos ya están sustancialmente de acuerdo y que sólo les separan los códigos éticos de cada partido. Un Ulises de la capital, por si acaso no era capaz de protegerse del canto de sirenas del poder, ha sacado del ropero a la vulcanóloga Elena González Cárdenas, un valor seguro de la vieja guardia, remitiéndose además a las asambleas para que refrenden lo pactado, poniendo así en práctica el concepto de participación ciudadana. Un doble antivirus para que el ordenador de Ganemos fluya rápido y seguro como si estuviera conectado a la fibra óptica.

Volvamos la vista atrás, que no por nada esta columna lleva por lema “Hoy y ayer”. Junio de 2011: con la crisis de euro en pleno apogeo en España, grupos como “Democracia Ya” denunciaban que los principales partidos políticos estaban al servicio de la banca y eran insensibles a los intereses de los ciudadanos. No les hicieron mucho caso. A finales de agosto, el gobierno de Partido Socialista y el Partido Popular acordaron aceptar el ultimátum de Mérkel para reformar la Constitución española e impedir la posibilidad del déficit presupuestario. Mientras tanto, el movimiento 15-M, crecido al calor de la Puerta Del Sol, había cobrado vida propia.

Había una opinión generalizada en este y otros movimientos de que los partidos vivían en su mundo cerrado y privilegiado, indiferentes a las necesidades de la gente, manipulando la ley electoral para perpetuar su poder. Los partidos políticos mayoritarios no supieron cómo tratar los movimientos. La desafección contra el sistema se centró en los socialistas. Por el camino perdieron a los jóvenes y con ellos también perdieron la mayoría de su poder institucional; aún hoy están tratando de recuperarse de la derrota.

Aquellos movimientos de protesta y de participación ciudadana han cristalizado, cuatro años después, en partidos políticos con programas estructurados que han llegado para quedarse, y con los que “la casta” se ve obligada a negociar. A pesar de que algunos jueguen a la indefinición y que no sepamos a veces lo que piensan sobre asuntos concretos, la realidad es que se ha superado la fase en que los emergentes eran un lugar en internet y los grupos se basaban en una red descentralizada. (Manuel Castell, en “Redes de indignación y esperanza”, ha analizado el papel que jugaron las redes sociales en las primaveras árabes y en los movimientos de indignados en España y EE.UU) .

Diputacion: Nemesio de Lara ha dejado la Diputación. Su largo mandato estuvo marcado por un tipo de política en el que la ética jugó un papel importante (“rara avis” en un país golpeado por la corrupción política). En el recuerdo quedarán sus postales de Navidad en contra los banqueros y los ricos, que los populares tacharon más de una vez de radicales. Es su haber, un tanto empañado por la ostentación que hizo de sus obras buenas, acaso porque en política no cabe aplicar la máxima evangélica de que una mano no se entere de lo que hace la otra. En el debe habría que preguntarse por qué metió a la Diputación en el negocio del aeropuerto cuando ya se le veían los costurones por todas partes; y por qué dejó en hibernación el problema de “Lanza”, un anacronismo que se acentúa con el paso de los años.

Le sucede Caballero, elegido por aclamación; un hombre que fía su haber en la juventud, cuando todos sabemos que poner las esperanzas en la juventud es una levedad orteguiana. De momento solo conocemos que pertenece al gremio de profesionales de la política donde se desenvuelve a sus anchas.

Viento: El viento, que ha vuelto a soplar en contra, se ha llevado por delante esta primavera a Rosa Romero como antes lo había hecho con Nicolás Clavero. ¿Quién ha dicho que la historia no sirve para nada porque agua pasada no mueve molino?