La Feria Nacional del Vino (FENAVIN), que cerró ayer sus puertas, es un evento de gran relevancia comercial para el mundo del vino. Un escaparate donde los expositores dan todo de sí para rentabilizar su presencia y obtener jugosos contactos comercial. La puesta en escena es importante, qué duda cabe, el vino también entra por los ojos. En ese sentido, FENAVIN acogió stands modestos, modernos, funcionales, y alguno suntuoso en exceso. Entre todos destacaba por méritos propios el rincón de la Encomienda de Cervera, finca y bodega de Almagro, ubicada en el corazón del macizo volcánico del Campo de Calatrava.
Lo más llamativo de su stand era un artefacto en forma de volcán del que, tras humear convenientemente, emergía una botella de vino de su cráter. Toda una excentricidad que nos encantó.