El Pepé es fraguista y viejuno y se gobierna por cacicazgo. Paga las cuentas pero hipoteca el país por un billón de euros para la Merkel que solo podremos devolver endeudándonos más todavía y en euros, que es peor. Aunque no echa la casa por la ventana, echa por la ventana a la gente y después roba lo que hay en ella y quiere venderla, pero no puede porque el único interesado ya no interesa. Porque la gente es para ellos de usar y tirar… después de haberle sacado los cuartos, los quintos y lo que tercie, con comisión añadida y en negro. También es un partido con obsolescencia programada: los jóvenes no lo quieren ni lo votan. Exportan chorizos a Suiza y viven de abuelos cebolleta con pensión y tensión altas. Era un partido de herederos y niñatos y ahora lo es de jubilatas y corrutos. En cuanto a su política educativa, solo hay dos cosas positivas en ella: que introduce el inglés como lengua vehicular y que se preocupa por los alumnos capaces: el resto es discutible o errado.
El Pesoe quiere ser ahora lo que ha ido dejando de ser durante toda la que llaman «democracia», que hubiera podido ser distinta si entonces se hubiera «distintado»; se ha vuelto una socialdemocracia falsa y hueca que no ha sabido ni querido imitar a sus homólogas nórdicas, esas que tanto elogiaba Felipillo y de las que se ha olvidado ahora completamente él sabe por qué. Como el Pepé, ha corrompido absolutamente al poder judicial y ha destruido la enseñanza; peor, ha corrompido a los sindicatos. En Andalucía y otras regiones es caciquil, como en otras regiones el Pepé. Tras su vaciamiento de éticas e ideales se ha convertido en un partido tan dinástico y viejuno como el otro y espera a que Podemos y Ciudadanos le hagan el trabajo sucio para luego pactar con el que les permita prolongar sus chanchullos y corrupciones, mejor disimuladas que las del Pepé, del que es marca blanca. Posee sus propios pijos, momias y abuelos cebolleta (por ejemplo, González, Bono y otros; en provincias, igual). Y sabe que por su posición tiene la llave de la gobernabilidad, pero no ha sido, no es, no será de fiar al ser mera garantía de mentira y continuismo hacia el endeudamiento, la trapisonda y la Merkel. Entre ellos hay menos tontolhabas que en el Pepé, pero los hay, tan superficiales que flotan como la mierda y el principio de Peter, con alergia a los procedimientos democráticos y sin ganas de abrir el melón constitucional. En realidad, Pepé y Pesoe forman una sola y gran coalición sadomasoca a la que podemos llamar meridianamente Posfranquismo.
Ciudadanos es un programa económico coherente que puede funcionar o no, pero se nota ha sido currado. Es de sesgo liberal y laico y propone recetas osadas e interesantes. Su problema es cómo conjugar esa inteligente imaginación con la realidad de una burguesía española mediocre, ignorante y paleta, algo que han deteriorado más las políticas educativas del Posfranquismo. Parece que han pasado (y además quieren pasar) la prueba ética del algodón; ya veremos si la del gobierno en alguna región. Su crecimiento es exponencial porque sorbe la juventud y el futuro al Pepé, a Upeidé, al Pesoe y hasta a Podemos. No pactan ni se dejan engañar por los nacionalistas; eso ya es garantía. Poseen al líder más político y seductor del mercado, que cuida mucho su imagen de marca.
Podemos, partido con el que simpatizo, es trotskista / indignado. Su ética es formal, no material, y por eso quiere hacerse mero instrumento sin ideología de los ciudadanos precisamente por ser partido de los indignados, pero su raíz fundamental no es chavista, sino trotskista (les horroriza esta segunda palabra, pero eso es lo que son). Lo poco que se conoce de su programa económico ha parecido por ahí inviable, improvisado, impreciso, oculto… Aunque existe, al parecer. Pretende gobernarse y administrarse mediante Internet, algo simplemente absurdo, y se han dado cuenta de ello bastante tarde. Se va articulando lentamente, quizá con solidez. Aunque le faltan reflejos y experiencia en las bases, ha conseguido reunir gran parte de la decencia y la juventud de este país y algunos viejos muy quemados y correosos; el miedo es que se desilusionen con la lentitud de sus estrategias y la lluvia fina de los partidos continuistas. La enorme mediocridad y estupidez de los políticos les ha abonado el terreno para crecer (solo hace unos meses se decía que «los indignados carecen de expresión política»). Quieren verlos como un partido necesario para controlar conductas chulescas, corrupciones y cuentas, las tres ces, pero intimida saber que no posee soluciones al paro, a los problemas cotidianos y a la deuda galopante que está acumulando el país, y ni siquiera un modo de tratar con la cobarde clase media española y los temerosos socios europeos. Esa falta de recetas lo va desinflando frente a, por ejemplo, Ciudadanos, que crece con firmeza poco a poco. La limpieza y transparencia de Podemos produce, paradójicamente, que no sean «percibidos» como solución «real»; esa «invisibilidad» inquieta y se confunde con falta de programa y, aunque la gente está dispuesta a perdonar su financiación irregular, parece que no perdonará mucho más tiempo su ya característica falta de sustancia.
Contornos
Ángel Romera
http://diariodelendriago.blogspot.com.es/
[Los comentarios serán moderados por el autor de la sección]
De nuevo absolutamente de acuerdo con tu análisis.
Ya se lo comenté a la candidata de Podemos: Programa, Programa, Programa. Y si no hay programa, no hay voto.
En eso Ciudadanos les empieza a dar sopas con honda. Aunque en lo económico desafinen como yo tocando el violín. y mira que lo intento.
Ha llegado el momento de poner el menú sobre la mesa, cual MasterChef. Y yo soy como el jurado. Si me gusta me entregaré, pero quien me traiga un «León come gamba» ya le pueden ir dando mucho por donde amargan los pepinos.
Creo no equivocarme al decir que el voto de los indignados no va a ser ideológico. Va a ser un voto a quien entregue un programa como el que firma una hipoteca con el banco. O pagas las cuotas SIN FALLAR cada primero de mes, o te desahucian. El partido que no haga eso, simplemente está fuera de juego PERO YA. No queremos promesas, queremos hechos. No queremos programas «generales», queremos programas detallados, firmados ante notario con una única cláusula: si no se cumple a la puta calle.
Imágenes como la del ogro Barberá llamando de todo a Compromís y diciendo que sus gastos se justifican porque ella no hace cutreces con sus invitados, son directamente para meterla en la cárcel.
Imágenes como las del Pujalte diciendo que sus «coatchings» son legales, pero no éticos, son directamente para echarlo del Congreso.
Imágenes como las de Griñán o Chaves diciendo que se van porque no quieren hacer daño al partido, son para correrlos a gorrazos.
Los indignados POR SUPUESTO que tenemos ideología, y da igual si es conservadora o progresista. Todos coincidimos en lo mismo: faltan políticos y sobran robapanes.
A mí me podrán llamar chavista a mala leche, porque hasta ahora creo en Podemos, pero esos que me llaman chavista y van a votar al Partido Podrido o al PSOE (sin S y sin O), que se lo hagan mirar. Yo, al menos, en mi casa no dejo la mierda debajo de la moqueta. Voy a la taza y tiro de la cadena.
PP y PSOE usan los problemas de Venezuela para ocultar sus propias mierdas y quieren insultarnos a los indignados con ese argumento mientras ocultan sus negocios con Chavez y Maduro. Pues qué pena.
Leyéndote ayer, me quedé con tu concepto «trotskista/indignado» de Podemos, y me di cuenta de que no me había parado nunca a pensar en la parte izquierda del mismo, habiendo siempre creído en la primera.
Esta mañana, repasando el término «Trotskista», cuyo desgaste era más que obvio en mi coco, me encontré con varias definiciones del tipo «estado de revolución permanente», «izquierda de la corriente comunista» o «su oposición a la burocracia….estructuras de poder democráticas y cargos rotativos, lo que impediría que una persona o un cierto grupo se apropiasen de los beneficios de la revolución.
Urgando un poco más, me he encontrado con la Célula Comunista de Villaverde, donde ponen a Podemos a caer de un burro y lo definen como «operación de gran envergadura de la «derecha de la izquierda» para volver a alinear a las fuerzas populares a la oligarquía internacional enarbolando las banderas anti-oligárquicas».
Dicho lo cual, creo que me quedo (al menos en lo que me importa por cercanía -Ciudad Real y Castilla La Mancha-) con el concepto de la derecha de la definición que das. Es decir: indignado.
¿Por qué? Pues porque la historia e ideas de Lev Davidovich Bronstein, no la conoce ni el 5% de los que han organizado Podemos y, aunque los postulados básicos de Trotski pueden ser perfectamente usados en la actualidad, ni nos encontramos en un proceso de revolución permanente (ojalá), ni estamos reviviendo la revolución rusa (menos mal), ni muchísimo menos estamos alineando a la clase obrera para acabar con las oligarquías (ojalá, de nuevo y, ojalá y los sindicatos no se hubieran convertido en una parte más de las tramas corruptas que arrasan España y en agrupaciones de intereses personales de quienes los manejan).
Para mi, es mucho, pero que mucho más simple. Necesitamos limpiar la administración de inútiles y ladrones, y necesitamos salir de una crisis creada por egoístas que ni siquiera saben quién era Adam Smith. Solamente saben que cuanto más pillen, más botellas de Möet se beberán en el yate o en las pistas de esquí de Andorra. O te crees que el Pocero se leyó «Causas y Consecuencias de la Riqueza de las Naciones»…antes de construir lo de Seseña…
Llámame simple, pero con «indignado» ya me sirve.
Uno mete la pata a veces y esta es una. Hay muchos tipos distintos de trotskismo (por ejemplo, el de Stieg Larsson) así que los dejaremos en indignados. Tu opinión y ahora la mía la comparte también José Rivero.
Para nada creo que hayas metido la pata. Por suerte para los que te leemos no das puntada sin hilo.
En una democracia, el único compromiso inexcusable de un escritor, como el de cualquiera, es el ejercicio común de la ciudadanía (Muñoz Molina). Y en ese ejercicio has ofrecido una definición que me ha hecho pensar y repasar conocimientos que estaban llenos de telarañas. Sobre todo, ahora que otro de los insultos a los seguidores de Podemos es que somos unos antiguos en lo referente a ideología.
El resultado, tras la lectura del concepto me ha dejado claro que muchos de los principios del Trotskismo son absolutamente aplicables a este «sindios» en el que vivimos. Pero, como indignado, creo que muchos ya los tenemos presentes sin haber leído la obra de Trotski.
Creo que con buena intención y responsabilidad ante las urnas podemos cambiar las cosas para que nada siga igual.
Al loro con las declaraciones de Juan Manuel de Prada en ABC:
«El fenómeno de Podemos me resulta muy interesante, porque se nutre de unos anhelos nobles de una gran parte del pueblo español, de una rabia, de una indignación, de un descontento popular. En este sentido, me parece muy interesante, porque ese descontento tiene unas razones profundas que deben ser atendidas.»
Hasta ahí bien, pero ahora viene el porrazo:
«Lo que Podemos hace con ese descontento popular es lamentable, porque es introducir la dialéctica marxista; halaga los anhelos populares, pero ideológicamente es un partido marxista, y concretamente muy adscrito a la estrategia del espartaquismo de Rosa Luxemburgo, que consiste en aprovechar el descontento popular para ponerlo al servicio del marxismo.
Podemos es el producto natural de la descomposición del sistema, y en este sentido el término «podemonios» es un juego de palabras con la novela de Dostoievski «Los demonios».
Podemos es la consecuencia lógica de unas oligarquías políticas irresponsables, que han ido erosionando y destruyendo cosas que eran fundamentales para la salud social; empezando por la religión y siguiendo por todo lo que de bueno ofrece la religión a la vida social: una moral, unas costumbres… Ese vacío que se genera se intentó llenar con bienestar, consumismo…»
Me voy a la Inten-né:
Espartaquismo: movimiento revolucionario marxista organizado en Alemania durante los últimos años de la Primera Guerra Mundial. Fue fundada por Karl Liebknecht y Rosa Luxemburgo junto a otros, tales como Clara Zetkin. Su mayor período de actividad fue durante la Revolución Alemana de 1918, cuando se intentó incitar una revolución similar a la de los bolcheviques en Rusia, haciendo circular publicaciones marxistas. Dieron a la liga el nombre de Espartaco, líder de la rebelión de esclavos más grande de la historia de Roma. De la Wikipedia.
Total, que la culpa de todo es de Podemos. Hala, a votar al PP otra vez, que si no De Prada se nos rebota…