Diez reconocidos poetas españoles -Miguel Casado, Jordi Doce, Diego Doncel, Antonio Gamoneda, Olvido García-Valdés, José Luis Gómez Toré, César Antonio Molina, Esther Ramón, José Ramón Ripoll y Fanny Rubio- se reunirán para rendir homenaje a Ángel Crespo cuando se cumplen 20 años de su muerte. Cada participante hablará de su relación con la poesía de Crespo y leerá uno de sus poemas preferidos. Además, se proyectará una breve pieza audiovisual en la que el poeta recita algunos de sus poemas más conocidos.
El homenaje, que lleva por título Entre la materia y el espíritu, tendrá lugar en el centro de creación contemporánea Matadero Madrid el martes 7 abril a las 19 horas.
Ángel Crespo Pérez de Madrid. (Ciudad Real, 18 de julio de 1926-Barcelona, 2 de diciembre de 1995). Poeta, profesor, ensayista, traductor y crítico de arte español.
Licenciado en Derecho y doctor en Filosofía, se doctora en Filología Románica con una tesis sobre El moro expósito de Ángel de Saavedra. Es catedrático de Literatura Comparada en la Universidad de Puerto Rico y más tarde profesor emérito de la Universidad Pompeu Fabra de Barcelona, además de profesor visitante en las universidades de Leiden, Venecia, Washington, Central y Autónoma de Barcelona. Su archivo y biblioteca se encuentran en la Fundación Jorge Guillén.
Traduce obras del portugués, italiano, francés, catalán, retorromano, gallego y latín, y destaca especialmente por sus traducciones de la Divina Comedia de Dante y de la poesía de Pessoa, así como en general de numerosos autores clásicos – Catulo, Virgilio y Ovidio, entre otros.
Colabora en revistas de arte como crítico y en publicaciones literarias como Forma Nueva, Artes, La Torre, Ínsula, Quimera y Anthropos. Es además director de revistas como Decaulion, El Pájaro de paja, Poesía de España y Revista de cultura brasileña.
Su obra poética se caracteriza por su oposición al realismo de la posguerra, vinculándose así al surrealismo.
En 1998 se crea el Premio de Traducción Ángel Crespo, patrocinado por la Asociación de Escritores y por el Gremio de Editores de Cataluña.
Una pena. O no. Ángel Crespo pudo escoger su patria. Véase por ejemplo su poema «Una patria se elige»:
Mi otra patria es Italia
-la del verbo
y el amor- y en sus calles
jamás cayó en mí
una hoja muerta.
Nunca
puse la mano en una piedra
que no se calentase
ni dije una palabra
que no me iluminase por la noche.
Una patria se elige
-y una mujer. O llegan,
inevitablemente,
cuando tu soledad las ha ganado.
La otra patria de Ángel Crespo, como declara en su autobiogafía, es la Cuesta del Jaral, un paraje natural donde aprendió a comulgar con la naturaleza y con el dios Hermes, el de las cosas imprecisas. Pero también tenía nostalgia de Ciudad Real: en su autoexilio de San Juan de Puerto Rico escribía el melancólico Ángel Crespo en la revista La Torre: «Ya no florecerán las rosas / en El Prado». Su recuerdo de aquí, sin embargo, no es nada gratificante, entre otras cosas por el divorcio de su primera mujer. En sus memorias, «Mis caminos convergentes», tan raras que las copié para una biblioteca pirata de Internet a fin de que la gente la tuviera disponible (también hice lo mismo con «Espacio», de Juan Ramón Jiménez, y por las mismas razones), dice lo siguiente de Ciudad Real, entre otras cosas que no hacen al caso:
«Ciudad Real era, cuando empecé a estudiar el bachillerato, un pueblo grande, destartalado de por sí y empobrecido por la guerra, la mitad de cuyos habitantes se dedicaba a perseguir a la otra mitad. Una violencia en parte pública y en parte secreta tenía a la gente enajenada por el terror y los deseos de venganza. Yo tenía trece años y fui sometido, como todos mis compañeros de estudios, a una educación política y religiosa que era fiel trasunto del fanatismo de los vencedores. Llegaron a hacernos creer que, a pesar de las desalentadoras apariencias, estábamos viviendo una época heroica que era el alba de un nuevo Renacimiento. Se nos obligaba a rezar el rosario todos los días, se comprobaba con una cartilla nuestra asistencia a misa y, de vez en cuando, teníamos que asistir a los ejercicios espirituales de los padres de la Compañía de Jesús, cuyo plato fuerte era la descripción de las penas del Infierno, consecuencia, más que de cualesquiera otros pecados, de la lujuria y de las ideas políticas contrarias al régimen.»
Hablar de Ángel Crespo me requeriría mucho tiempo, así que lo dejo aquí.
Ese texto se publicó en la revista ANTHROPOS en el, monográfico dedicado a Crespo. Y efectivamente da cuenta del desapego de AC hacia CR y viceversa. La famosa polémica suscitada en 1943 con la página de LANZA ‘Pensando en joven’ ya la comenté en ‘El sentido de la mirada’, de la cual tengo datos del otro punto de vista, a través de una carta que me envió Carlos María San Martín.
Aunque luego AC, en 1951, retoma otra iniciativa local como fuera DEUCALIÓN, revista impensable para esos años, sufragada por la Diputación de CR.
El divorcio con María Luisa Madriley se produce en Madrid, con lo que no se si deterioró o no, su relación con CR o ya estaba dañada. Yo tengo algunos datos de esos años, contados por su hijo Ángel, quien me facilitó su colección de la revista ARTES.
Más tarde con Carriedo, marcha a FORMA NUEVA-EL INMUEBLE, donde entre otras cosas conocerá a Pilar Gómez Bedate. Allí firmaba como AC y también como Eduardo Alcaide.
Tengo que hablar contigo sobre una posible colaboración conjunta para escribir un libro referido a todo esto y más. Mi correo: aromera@gmail.com Ya te diré.
Okey.
Envíame tu correo y te lo cuento
A poco que se profundice en la obra de AC se da uno cuenta de que no es desapego a Ciudad Real precisamente lo que siente este gran poeta.
Por otro lado ya es llamativo que alguien tan significativo dentro de la cultura española de los años cincuenta no haya recibido su justo homenaje en la ciudad que le vio nacer. Francamente vergonzoso.
La misma racanería intelectual que vislumbró Ángel Crespo en su propia tierra es la misma que sufrimos a día de hoy.
«Su obra poética se caracteriza por su oposición al realismo de la posguerra, vinculándose así al surrealismo»
Escribir un párrafo así para ventilar de un plumazo su trayectoria poética no beneficia a nadie.
Un saludo.
Has tomado un heteronimo de A.C. Poco conocido y usado en la revista que citaba antes.