Lola Merino (Presidenta provincial y nacional de AMFAR)
Estamos muy cerca del 8 de marzo, celebración del Día Internacional de la Mujer y al gobierno central le han entrado las “prisas televisivas” por aprobar una Ley de Garantía de Igualdad entre Hombres y Mujeres, cuyo escueto contenido, que no deja de ser una mera declaración de buenas intenciones, pone en entredicho el título mismo de la ley.
Corren todo lo que pueden para llevar esta ley al consejo de ministros del próximo viernes 3 de marzo, de tal manera que el presidente Zapatero, que se autodefine como feminista, pueda presentarla como clausura de los numerosos actos musicales que el ejecutivo ha preparado para conmemorar el 8 de marzo.
Llama imperiosamente la atención que esta ley ya figure como tal en el extenso programa de festivales multiculturales presentado hace unos días por la Secretaria de Igualdad, Soledad Murillo y la directora del Instituto de la Mujer, Rosa Peris, cuando no han logrado pasar ni tan siquiera el primer turno de consultas establecido solamente con las asociaciones feministas, los dos sindicatos de clase mayoritarios y la CEOE. Únicas organizaciones consultadas hasta la fecha.
Los sindicatos, CCOO y UGT, han sido especialmente críticos con el ministro de trabajo, Jesús Caldera, al que le han pedido que no vaya vendiendo lo que no hay, a la vez que se quejan por la premura de tiempo al sentirse presionados por el ejecutivo que quiere forzar como sea su aprobación para el Día de la Mujer. Por su parte, la CEOE tampoco se ha quedado atrás en sus manifestaciones y ha advertido que la ley provoca incertidumbre e inseguridad, y ha criticado que el gobierno sólo les haya dado a conocer las medidas de carácter laboral por lo que no pueden valorar de forma global esta iniciativa. Suerte tiene la patronal de conocer al menos las medidas laborales, ya que las organizaciones de mujeres que no somos feministas, nos hemos tenido que buscar la vida para saber cómo no la quieren organizar.
Así andan las cosas en los temas de igualdad. Lejos han quedado las promesas de Soledad Murillo anunciando a bombo y platillo que la futura normativa iba a poner fin a la discriminación salarial que sufren las trabajadoras españolas, que llegan a cobrar hasta un 30% menos que los hombres por el desempeño del mismo trabajo. O las medidas que asegurarían una presencia equilibrada de hombres y mujeres en los espacios de decisión. Pena da y mucha, que conforme están las cuestiones de maternidad, familia, conciliación, salario y empleo en España con respecto al conjunto de los países europeos, los responsables políticos anden con estas celeridades y no dediquen el tiempo necesario a diseñar medidas concretas y consensuadas con las asociaciones que nos faciliten la vida a las mujeres y sean compartidas por toda la sociedad.
Pero no debemos extrañarnos a estas alturas de estas continuas campañas electorales en defensa de la mujer, ¿alguien se ha detenido a hacer un seguimiento del grado de cumplimiento de las 53 medidas para la igualdad presentadas por el ejecutivo el pasado 8 de marzo de 2005?
En lo que concierne a las mujeres rurales, nos prometieron una ley de agricultura y desarrollo rural que recogería nuestras necesidades…. pero a día de hoy sólo conocemos el publirreportaje del compromiso con la España rural del PSOE. Pasa el tiempo y las palabras se las lleva el viento, pero quedan las fotos. Por lo visto, lo más importante.