Carmen Quintanilla Barba(Presidenta Nacional de AFAMMER)
El municipio granadino de Algarinejo se convertía, por desgracia, el pasado domingo en noticia por la muerte de Pilar Pacheco Valverde, la primera víctima de la violencia de género en el recién estrenado año 2006 del que tan sólo habían transcurrido 17 horas. Poco después, a las ocho de la tarde del domingo, una mujer marroquí de 30 años moría asfixiada a manos de su pareja en Marbella.
La primera de ellas, Pilar, recibió dos tiros de escopeta por la espalda cuando se encontraba recogiendo aceituna en un olivar cercano al cortijo de su ex marido y murió poco después. Precisamente, según había comentado la mujer a su hermano, ésta había recibido amenazas de muerte por parte de su ex marido, pero no había presentado denuncia. Algo que, a muchos nos puede parecer increíble a estas alturas, pero que es tremendamente cierto.
Según las estadísticas, cada vez es mayor el número de mujeres que se deciden a presentar la correspondiente denuncia ante el juzgado, pero hasta en esto siguen existiendo grandes diferencias entre el mundo rural y el urbano. Incluso denunciar es mucho más sencillo (aunque en ningún caso es fácil) en la ciudad que en el campo.
En las poblaciones rurales, pequeñas, en las que todo el mundo se conoce, en las que sigue vigente el miedo al “qué dirán”, en las que es muy difícil no verle la cara al agresor todos los días y a todas horas, en las que las mujeres no tienen la independencia económica suficiente para decir basta a la situación, ni tienen a quién recurrir porque los recursos de ayuda social o policial no existen en todos los municipios, las denuncias son escasas.
Muchos casos, desafortunadamente, salen a la luz porque han costado vidas. En el año 2005 fueron 62 las mujeres asesinadas. Pero, ¿cuántas mujeres siguen sufriendo en silencio los malos tratos físicos o psicológicos, el acoso o las amenazas de sus compañeros o ex compañeros?.
En el medio rural desconocemos las cifras, entre otras cosas, porque las estadísticas se centran siempre en el medio urbano. Por ello, desde la Asociación de Familias del Medio Rural (AFAMMER) continuamos insistiendo en la necesidad de realizar un estudio exhaustivo que analice en profundidad la violencia de género en el mundo rural con el objetivo de conocer la situación real y poder poner en marcha las medidas necesarias para evitar en la medida de lo posible que hechos como estos sean noticia casi a diario en la sección de sucesos de los medios de comunicación. Sólo a través de un estudio pormenorizado de esta situación en el medio rural conseguiremos que la Ley Orgánica aprobada en su día no se quede coja.