Y es que el concepto del neo turismo y de su derivada, el turismo, dizque, cultural ha tomado carta de naturaleza en nuestras vidas de forma apabullante, como es harto visible en las declaraciones que se producen en la Feria Internacional del Turismo, al compás del acontecimiento que toque. Haciendo ver tales declaraciones, juicios y sentencias, la magnanimidad y grandeza del gestor bendecido por el dedo de la onomástica.
Junto a otras peculiaridades que sitúan a un libro de aventuras, como una suerte de ‘merchandising’ o de mercadería extendida, que viajan desde “conciertos como uno conjunto de Raphael, Pablo Alborán y Alejandro Sanz”, hasta “un sorteo de la Lotería Nacional y otro de la ONCE; a la II Cumbre del Vino y la I de la Tauromaquia”. Para hermanamiento final de un BIC (la Fiestas de los Toros) y otro BIC, como son los ya citados ‘Escenarios del Quijote’. Pues eso, “BIC, BIC, BIC, tres escrituras a elegir”, como decía, en los setenta, la publicidad de los bolígrafos franceses: Escritura Cultural, Escritura Económica y Escritura Propagandística.
Carácter económico de la Cultura que no impide ver otros debates subterráneos y antagónicos: desde el del IVA cultural, superior al de la pornografía, hasta el propio análisis de la gestión y programación de la Consejería de Educación, Cultura y Deporte del gobierno regional. ¿Qué ocurre y qué se programa en los años no celebrativos?, ¿qué se lee y qué se apoya como promoción editorial, fuera de los años celebrativos, con premio de un aniversario muy popularizado? Como si para poner en marcha acciones y actuaciones culturales, se precisara de un pretexto onomástico redondo: ‘El Quijote’, Santa Teresa, la Batalla de Alárcos, El Greco o el emperador Carolus. Quedando los años sin patrocinio y sin patronazgo, desprovistos de músculo celebrativo y, consecuentemente, de ‘programa de actividades’, toda vez que la onomástica se bebe todo y todo lo termina, gasta y consume.
Como resume el gesto y detalle de la ceremonia inaugural del Museo ampliado del Quijote, y de su fenomenal reflexión sobre lo museológico y sobre lo ‘museable’; cuando la alcaldesa local, Rosa Romero, al advertir a los asistentes al acto, de que las tres portadas antiguas de casas de familias de Ciudad Real (las de los García-Ibarrola, los Poblador y la de la Casa Marqués de Villaster) que se muestran en el citado espacio museístico, establecían un nuevo valor cultural, al haber perdido de antemano su valor urbano. Advertía la alcaldesa, unívocamente, que aquellas portadas citadas “son piezas únicas que hablan de nuestra historia, desconocidas y olvidadas, y que ahora ven la luz en este nuevo espacio cultural para ser admiradas por los ciudadrealeños y los visitantes”. Olvidando, interesadamente e inopinadamente, que la demolición de tales piezas, hoy ‘dignas de admiración y elogio’, fue consentida y aprobada por Consistorios anteriores al suyo, al entender la falta de valor y de interés de lo hoy santificado y llevado a los altares museables, en un espléndido ejercicio de hipocresía cultural. Como si sólo se reconociera el valor de las cosas, no a pie de calle y en directo, sino desde las elevaciones de las efemérides y ya en diferido.
O en clave de Antonio Machado, “se canta lo que se extingue”. Cuando la ciudad histórica construida, no puede verse en las calles y plazas, la inventamos y recreamos desde los Museos como ejercicio de celebración y como coartada político-cultural. Y quizá la propia respuesta a tan sinuoso asunto, la tenga de nuevo la Presidenta Cospedal, cuando afirma hermética que “Siempre que se cierra una puerta, otra se abre”; no sólo para subrayar que, en el caso de estas instalaciones también “hubo puertas que se cerraron pero que hoy se han vuelto a abrir”. Aunque también se evoque un continuo histórico no descrito, parecido al aforismo chino, introducido entre nosotros por el ex presidente González Márquez, con aquello de “Gato blanco o gato negro, da lo mismo, lo que importa es que cace ratones”. Y en ese juego de puertas que se abren y de puertas que se cierran, cual si fueran puertas giratorias, dejó entrever que pese a todo, es capaz de aportar nuevas cotas dentro de la literatura del Sentimentalismo Urbano de estirpe banal, como lo he llamado en otra ocasión.
Y así, siguiendo el género iniciado por Juan de Vadillo en 1577 en su sentido ‘Discurso en alabanza a Ciudad Real, patria queridísima’, llega a afirmar Cospeda,l que es la capital “una bellísima ciudad cuajada por la historia y con un pasado y un presente brillante”; con puertas que se abren y con puertas que se cierran. Como una adivinanza vieja, o como el destino histórico del recinto amurallado y sus puertas muertas Por su parte, la alcaldesa de Ciudad Real, Rosa Romero, no queriendo quedar rezagada en el juego de los pleonasmos urbanos, fijaba con el tiento del reconocimiento agradecido, que “Cospedal ha demostrado, una vez más, su compromiso con Ciudad Real y su sensibilidad hacia una ciudad que se siente quijotesca y cervantina por los cuatro costados”. Donde uno no sabe si dudar más del compromiso cospedaliano con Ciudad Real, o de los costados exhalando esencia cervantina por sus poros rumbosos.
Si el 2015 verá muestras como las citadas antes de estirpe plural, todo ello se acompañará de otras manifestaciones que trataran de eludir el peso de la gravedad de la cultura dirigida y de la consecuente ‘tematización‘ recreativa de la cultura. Como captara, ya hace años, Ignasi Solá de Morales en su trabajo ‘Patrimonio arquitectónico o parque temático’, al advertir que «En el proceso de sustitución de la realidad por sus imágenes el modo de ver los monumentos y los lugares tiende también a disolverse en un imaginario que ya no es controlable desde la autoridad de la ciencia y el conocimiento especializado ni desde el poder regulador de la institución del museo«.
Y por ello, los parques temáticos de Disney, la cultura banalizada y metamorfoseada, y toda la industria del ocio y del turismo se sustentan, en palabras de Solá Morales en «las tecnologías del hiperrealismo y la simulación«. Una simulación realística, capaz de inventar lo que no hubo, desde los ojos de una contemporaneidad que trata de instrumentalizar todo el pasado y su conocimiento, en aras de una cultura de festival y de una fuerte instrumentalización ideológica. Apropiándose de sus contenidos, incluso dándole la vuelta. y haciendo ángel al diablo y su inversa, sin reparos ni rubor.
Así ocurre con las exposiciones tematizadas y tuneadas por la tele realidad consecuente, ‘El Arte en la época de los Austrias’, ‘Los Libros que enloquecieron a Don Quijote’, ‘El mundo de Sancho Panza’, ‘La Maquinaria y los Atrezzos que se empleaban en el Teatro del Siglo de Oro’, incluso la inauguración del ya citado y ampliado, Museo del Quijote de Ciudad Real. Piensen, por ello, en lo que quedará para 2016, año poselectoral y año de vísperas inversas. Año de vivir la cultura a pie de calle, sin onomásticas ni celebraciones.
Por ello, ‘más Quijote’ y ‘menos acontecimientos’. Más cultura de la cotidianeidad ejemplar, que celebraciones del colorín brillante y satinado del aniversario excepcional. Como se ha hecho constar en el video promocional del stand de Castilla-La Mancha en FITUR 2015, al citar, sin titubeos: “existe un lugar donde habitan los gigantes”. Pero ¿quién serán tales figuras del revelado ya, como ‘epicentro cultural del mundo’? Y ¿habrá por ello, los correlativos enanos y malandrines? O, tal vez mejor por ello, la propuesta de seguid el consejo quijotesco del capítulo 26 de la Segunda parte del libro tan beneficiado: “Niño, niño, seguid vuestra historia en línea recta, y no os metáis en las curvas o transversales”. Pues eso, seguid en línea recta y no mezcléis Cultura con Economía y con Política, porque acaba saliendo un guiso propagandístico, digno de las bodas de Camacho. Un guiso que llena, pero no alimenta. Ni siquiera al epicentro.
Periferia sentimental
José Rivero
