Eduardo García del Castillo.- La ideología neoliberal (PP) fomenta el individualismo frente a la solidaridad, aplicando al terreno de la sociedad los principios de Darwin sobre la selección de las especies, según los cuales sólo los individuos más aptos sobreviven, de modo que el juego económico del mercado es el que hipotéticamente permitiría esa selección natural.
Otro de los aspectos fundamentales de estas posiciones ideológicas se encuentra en el llamado «adelgazamiento del Estado», circunscrito a su expresión mínima para no interferir en las decisiones de los particulares, limitando al Estado a sus funciones de orden público, también derivado hacia las policías paralelas de orden privado, a la justicia a la política exterior y a la defensa. Este Estado mínimo, sin capacidad para intervenir en los reequilibrios sociales, dejaría desamparados a todos aquellos sectores económica y socialmente deprimidos.
En el terreno sanitario y socio-sanitario las propuestas neoliberales se encuentran en la misma línea (decreto 16/2012): desregularización, privatización y asunción por parte de los ciudadanos de sus problemas de salud, sacándoles de la órbita de la protección social. Estas medidas se llevan a cabo aumentando el gasto sanitario privado; privatizando el aseguramiento mediante la gestión por parte de compañías privadas de los seguros, que en parte o en su totalidad son financiados con fondos públicos; estableciendo el aseguramiento en entidades privadas directamente, favorecido por sistemas fiscales de desgravación; establecimiento de un mercado sanitario mixto (público-privado) que produce transferencia de capitales del sector público al privado.
El primer paso para la instauración del mercado sanitario es la separación de la financiación de la provisión, lo que supone menor intervención del Estado, mayor descentralización y capacidad de elección.
En el fondo de todos estos planteamientos late una cuestión esencial como es la mercantilización de la salud.
En realidad, lo que ésta contrarreforma pretende es que no sea el Estado quien ofrezca un Servicio Sanitario Público universal y gratuito, cuando las grandes empresas del sector de los seguros, de la construcción, de la gestión de servicios, de capital riesgo, etc. pueden obtener enormes beneficios si la protección de la salud deja de ser un derecho y se transforma en un bien de consumo. En definitiva, la desaparición de nuestro Sistema Nacional de Salud y su sustitución por un aseguramiento privado para los ricos, una sanidad básica y de baja calidad para los trabajadores y una atención de beneficencia para el resto de la ciudadanía.
El peligro al que se encuentra sometido la salud de los ciudadanos debido a los avatares políticos, nos obliga a insistir una vez más en que la Sanidad debería ser una cuestión de Estado.
En definitiva, queridos conciudadanos, que hay que saber a quién votamos, que cada cual es muy libre de apostar por individualismo frente a solidaridad. Pero siendo conscientes de que las políticas de DERECHAS, neoliberales, individualistas, siempre recortan DERECHOS: a la Sanidad pública, a la Educación pública, a las pensiones, a las prestaciones sociales por desempleo, por enfermedad, por dependencia…
Los miembros de esta candidatura queremos recuperar la ilusión, recuperar Ciudad Real y recuperar los derechos ciudadanos que nos han sido arrebatados, defendiendo la solidaridad frente al individualismo y apostando por unos Servicios Públicos de calidad.
En el ámbito sanitario, defendemos los modelos de Sistema Nacional de Salud, Público porque:
• Son los únicos capaces de asegurar un mínimo de equidad en las prestaciones asistenciales y en el acceso a las mismas, mientras los privados generan mayores discriminaciones según el nivel socio-económico.
• Aseguran la calidad de las prestaciones por encima del coste de las mismas, mientras que el mercado tiende a disminuir las prestaciones para abaratar los costes.
• Los gastos de administración y gestión son más elevados en los sistemas privados o mixtos que en los sistemas públicos.
• Solo un modelo público es capaz de adecuar los recursos existentes, siempre limitados, a las necesidades de los ciudadanos.