Nunca tanto esfuerzo y privaciones por parte de un piloto tuvieron un resultado tan decepcionante en la búsqueda (casi artúrica) del Santo Grial del tercer título mundial y que éste fuera al volante de un Ferrari. Lo segundo está claro que jamás va a producirse; de lo primero no estamos tan seguros.
Quien me la hace, me la paga
Fuera así o no la frase de la reacción de Jean Todt cuando Briatore le dijo que se quedaba con el joven talento asturiano para conducir su Benetton (entonces como probador) que acabaría siendo Renault y hacerse de oro con el rendimiento de Fernando Alonso, lo cierto es que el entonces mandamás de Ferrari (hoy de la FIA) cortó cualquier vinculación del español con la Scuderia, mientras él fuera el jefe… y lo cumplió. Alonso, ya como bicampeón, se fue a McLaren en 2007 y de todos es conocida la novela, casi folletín, en que se convirtió aquella relación de la que el español salió por piernas para regresar a Renault ya que su obcecada idea de ir a Maranello chocaba con la presencia de Todt. Dos años en Renault “esperando a Godot” le hicieron incluso descartar un volante en el emergente equipo Red Bull (ex Jaguar), decisión de la que todavía se arrepiente (aunque no lo diga) y que tardará décadas en olvidar, si es que lo hace. En 2010 Fernando Alonso de la mano del Banco de Santander aterriza en Ferrari que consensúa entre sus patrocinadores Philip Morris y Botín el tono de rojo que deberá lucir el monoplaza de Alonso y que se frota las manos con el maravilloso futuro que se avecina, máxime cuando el bicampeón se anota la victoria en su debut (GP de Bahrein) hito que sólo había conseguido su predecesor Kimi Räikkönen en 2007 y que casi rozó Niki Lauda en 1974 (debutó con una 2ª plaza); otros grandes mitos con Ferrari como Mansell, Villeneuve, Prost o Schumacher no lograron semejante éxito.
Las cosas no acaban de salir
La jugarreta en el final de temporada 2010, cuando Alonso acariciaba su ansiado tercer título en Abu Dhabi y los “listos” de Red Bull jugaron con Vettel a caballo ganador, supuso una amarguísima decepción y que se saldó con una frase más que recurrente en todo este asunto: “Schumacher necesitó cinco años para ser campeón con Ferrari”. Naturalmente, ni Alonso ni sus seguidores estaban dispuestos a aguantar tanto tiempo, máxime cuando la “barrida” de Vettel en 2011 tuvo continuidad en los siguientes años, así hasta cuatro consecutivos que, curiosamente, tuvieron tres veces al asturiano como subcampeón. Es posible que Alonso nunca sea tri-campeón del Mundo pero si ha logrado tres veces el subcampeonato, registro sólo superado por Prost y Moss con cuatro y, además lo ha hecho con Ferrari, cuestión esta no emulada ni siquiera por el “kaiser”. Ferrari recurre a una huída hacia delante en 2014 con el regreso de Räikkönen, las despedidas de Marmorini y Domenicali al principio, la de Montezemolo, después, y finalmente la de Mattiacci (sustituto de Domenicali) lo que consagra a la mítica marca como una especie de burdel de difícil gobierno. Alonso, cansado y vilipendiado, ahora, por sus nuevos jefes y la ferrarista prensa italiana, busca una salida en medio de una tormenta en la que también (y es un asunto poco comentado) fallece sorprendentemente el dueño del banco que le apoya y que propició sus aterrizajes en McLaren y Ferrari. Con Emilio Botín fuera de su particular “scalextric”, Alonso busca primero un asiento en los dominadores Mercedes y luego en sus antiguos jefes de McLaren que, con la llegada de Honda, y tras una temporada para olvidar, necesitan un número uno y un buen maletín de libras esterlinas, cuestiones ambas que pueden ser solucionadas con Alonso y el Imperio del Sol Naciente. Sin confirmación al día de hoy y tras múltiples aplazamientos (tanto lo de McLaren como lo de Mercedes), dejaremos ese asunto para posteriores crónicas.
Ahí queda eso
Frase torera donde las haya, con desplante del diestro en mitad del albero, eso es lo que Alonso deja en Ferrari a pesar de que los transalpinos, que ahora tienen a Vettel en sus coches, lleven demonizando al asturiano desde el GP de Italia, justo cuando la ruptura se hizo completa. Cierto es que los números de este año de Alonso son para olvidar, pero es que los de su “compi” Raïkkönen dan lástima, pena o bochorno, según el cristal con que se miren; pero mirados globalmente, los registros históricos de Fernando están muy por encima de la media e, incluso, son absolutos, como el del subcampeonatos.
De los treinta y siete pilotos que han logrado las 221 victorias de Ferrari en F-1, Alonso ocupa la quinta plaza con once victorias, igualado con Massa (4º), dos menos que Ascari y cuatro menos que Lauda; Schumacher es el líder de esta clasificación con sus apabullantes 72 victorias de rojo. Alonso supera a mitos ferraristas como Villeneuve y a seis de los nueve campeones del mundo que lo fueron con el “cavallino rampante”, eso sin olvidar que otros campeones del mundo como él, Prost y Farina, no lograron reeditar sus éxitos en Maranello y otros dos, Mansell y Andretti, dejarían la Scuderia sin lograr su sueño de obtener el campeonato. Las comparaciones en datos menores como el número de “poles”, de vueltas rápidas y de podios son menos satisfactorias para nuestro compatriota pero resisten muy bien el “enfrentamiento” con leyendas de Ferrari como Villeneuve y campeones al volante de los coches rojos como Surtees, Phil Hill, Scheckter y Hawthorn, por no citar una cantidad casi ilimitada de pilotos que condujeron su “cuento de hadas”, como ha descrito Vettel su llegada a Ferrari, y se encontraron con que aquello era poco menos que “Pesadilla en Elm Street II”
Juanma Núñez
A41- Todo Motor