Fátima Serrano Borge. Portavoz del Grupo Socialista del Ayuntamiento de Ciudad Real.- Resulta comprensible que cualquiera que se dirija a la ciudadanía con un lenguaje político diferente y veraz, para variar, tiene garantizado atrapar y convencer, porque del uso y abuso de engaños, mentiras, verdades a medias y tramas estamos más que servidos.
En muchas ocasiones he comentado que ha llegado un momento en que términos lingüísticos como por ejemplo transparencia están siendo tan manoseados y desvirtuados que se han desemantizado y ya no se sabe ni lo que realmente significan. Quizás porque al ser sustantivos abstractos y representar un concepto se prestan a que cada cual le atribuya el significado que más le interese, y en muchos casos no interesa que tenga ninguno.
Pero, además, es que flota en el aire esa nítida sensación de que estos vocablos cobran relevancia solo cuando toca, cuando son de oportunidad política, cuando entrañan algún beneficio y los ciudadanos ya no pasan por ahí, porque están hartos de oportunistas y troleros y hasta a los más adeptos les enerva e indigna por igual.
Y todo esto viene a cuento porque el ayuntamiento de Ciudad Real va a implantar un Plan de Transparencia y Buen Gobierno. De ahí la pregunta que da título a este artículo: ¿ahora sí? ¿ahora, a siete meses del término de la legislatura?¿ahora toca?¿ahora es oportuno? ¿era necesario invertir tres años y medio para configurar una nueva web?
Desde que se iniciara este periodo de gobierno el Grupo Municipal Socialista ha denunciado en innumerables ocasiones que la transparencia en el ayuntamiento de Ciudad Real era inexistente (les remito a la hemeroteca). Lo dijo en su informe de 2012 la Agencia Transparency Internacional España cuando evaluó a 110 ayuntamientos y nos quedamos en último lugar. Lo dice la dificultad con la que se encuentra la oposición día tras día para conseguir información y lo dicen los habitantes de Ciudad Real que no han tenido ni la oportunidad de consultar el reglamento del cementerio en la web municipal.
Pero antes, según parece, no era importante. Tampoco era oportuno votar a favor de las mociones que nuestro grupo municipal les ha ido presentado solicitándoles que incluyeran en la web los ítem que este año volverá a evaluar la agencia antes mencionada.
Sin embargo, ahora, cuando ya se están calentando motores para las próximas elecciones municipales, ya en pleno periodo preelectoral, ahora, el PP municipal está superinteresado en iniciar ese plan de transparencia y buenas prácticas.
De ello se pueden sacar varias conclusiones: la primera es que reconocen que hasta este momento ni ha existido transparencia ni buenas prácticas, lo que ratifica lo que nosotros hemos venido denunciando ; la segunda es que no lo hacen por convencimiento, ni por ética personal, sino in extremis, espoleados por el imperativo de la nueva ley de transparencia que su gobierno ha aprobado en las Cortes y que entrará en funcionamiento en el próximo año; la tercera es que no tienen más remedio que aplicarle un lifting a su opaca gestión con una “novedosa web” (que ni por asomo se aproxima a la que tienen en funcionamiento desde hace muchos años otras ciudades de igual importancia) para que pueda servir de señuelo ante ingenuos votantes.
Pero, ¿qué se puede esperar de un PP que ha aprobado una ley de transparencia después de haber protagonizado por ejemplo el vergonzoso incidente de borrar los discos duros de los ordenadores de la calle Génova? ¿qué se puede esperar de quienes permanecen impasibles ante toda la corrupción que aflora sin que se sientan responsables ni avergonzados?
Pues eso, oportunismo, marketing y prácticas interesadas. Sin embargo, y a pesar de ello, seamos positivos. Las medidas que contemple este plan siempre supondrán un paso adelante, siempre redundarán en más garantías de honradez, siempre beneficiarán a los ciudadanos y , por tanto, aunque tarde y a destiempo, bienvenidas sean.
Yo dejaría de lado los indicadores de Transparency International porque se publican con la intención de estimular y fomentar hábitos democráticos, y la valoración -Ciudad Real aparte- es en general alta, lo que no se lo creen en muchos municipios ni los más viejos del lugar.
Pero, en todo caso, a mí me faltan algunos datos para elevar el listón de transparencia, por ejemplo en la organización interna: evolución en el tiempo (pongamos dos o tres legislaturas)del número de empleados por niveles de titulación, número de niveles jerárquicos, cargos ocupados por personal eventual, niveles de retribución, horas extras y su coste, horas de trabajo perdidas, etc. La razón es obvia: la institución (sus empleados, su organización) es la que presta los servicios públicos y si no se hace de forma exigente y eficiente, huelga hablar de mucho más. (me remito al artículo de Antonio Muñoz Molina el domingo pasado en «el país».
Naturalmente, no nos llevamos a engaño, lo que no ofrece dudas es que la labor desarrollada por el equipo de gobierno de Ciudad Real se ha hecho en muchos casos sin la más mínima información (la televisión local es un instrumento de propaganda ridículo)y al parecer la oposición se las ve y se las desea para obtener la información que le permita desarrollar su labor.
Transparencia es luz (y taquígrafos), lo contrario de la oscuridad. Si las actuaciones del equipo de gobierno se encuentran en una zona de sombra, el horizonte no se puede contemplar. Por eso tendríamos que cambiar en Ciudad Real.
Pero Fátima, ni siquiera podríamos hablar de transparencia como resultado de aplicar la ley 19/2013. El espíritu de una norma siempre se puede sortear, lesionar, vulnerar con maledicencia. La transparencia sólo es posible si es un ideal, si se antepone la verdad, la sobria verdad, a todo lo demás.
El ejemplo de las primarias del PSOE, donde se ha evitado el debate transparente de ideas con la falaz coartada de que no era el momento reglamentario, me deja dudas sobre la veracidad de determinados discursos.