No os olvidéis de las mujeres

Noemí Gómez-Pimpollo Morales. Agrupación local del PSOE de Ciudad Real.- No lo digo solo porque el 11 de octubre fuera el Día Internacional de las niñas, declarado por Naciones Unidas desde diciembre de 2011 con el objetivo de reconocer los derechos de las niñas y los problemas excepcionales que tienen que afrontar en todo el mundo. Lo digo porque las noticias vienen cargadas de noticias protagonizadas por mujeres, y en gran parte de ellas aparecen como heroínas del siglo XXI que le ganan batallas a la vida para construir un mundo mejor.
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Si no fuera por ese punto de valentía femenina, Teresa Romero no se habría ofrecido para cuidar, desde su puesto de profesional de la sanidad, a un enfermo de Ébola que llega a España para morir. No lo habría hecho sabiendo que la enfermedad es altamente contagiosa y que no se conocía ni cura ni vacuna para afrontarla. Pero Teresa lo hizo y el riesgo anunciado, pero no medido, de que el virus le alcanzara, se cumplió. Aún así, la valentía femenina de esta mujer sigue de manifiesto mientras, entre la vida y la muerte, con todos los ojos y focos pendientes de ella, lucha por sobrevivir y genera anticuerpos que dan lugar a la esperanza. Tenía que ser mujer y trabajadora para responder así.

Por el contrario, como en los cuentos, la vida también ha traído su antihéroe. Dicen que los antihéroes son personajes antisociales, desagradables, ordinarios,… que aunque realicen actos aparentemente heroicos, lo hacen con medios o con fines que no lo son. No sé si están pensando en Ana Mato o en Javier Rodríguez, pero, en esto de ganar batallas al Ébola en España, ninguno de los dos, por mucha cartera ministerial que usen, alcanzan ni en calidad profesional ni en aptitud humana a Teresa.

Además, los héroes no están nunca solos. Sirva este escrito de homenaje silencioso a la multitud de mujeres que en África luchan contra esta peste de nuestro siglo. Merecido homenaje para ellas (y ellos) que no se dará en teatros ni auditorios, que no llevará medallas. Nunca occidente pagará a estas mujeres y estos hombres lo que les debe.

No os olvidéis de las niñas que como Malala quieren cada día ir a la escuela. Y esta última semana, con su 11 de octubre en medio, hemos tenido el honor de celebrar ese día escuchando que Malala se convertía en la mujer más joven que recibe el Novel de la Paz. Heroica la joven vida de Malala enfrentada a la ignorancia, con su deseo de saber, y al machismo radical de los talibanes con su sencillo ser niña camino de la escuela.

No alcanza al valor de esta muchacha, por erudito y ministro que sea, el que ha defendido, en el entorno nada hostil de nuestra España, la existencia de centros segregados. El antihéroe en la guerra por la educación universal es el ministro Wert por mucho que parezcan guerras independientes; pues, donde unas victorias suponen un avance heroico hacia niveles de igualdad, otros se encargan de garantizar el retroceso en lugares donde se dio por lograda y segura la educación de todos.

Y con ellos, junto a Malala, en silencio, un montón de niñas y de niños en India y Pakistán que todavía no han visto, ni siquiera para soñarla, una escuela de cerca. A ellos nuestro homenaje silencioso con estas palabras.

Esta misma semana, el Congreso de los Diputados ha hecho una declaración institucional a favor de las niñas, con la intención de llamar la atención a la comunidad internacional para que facilite el acceso de las niñas a la educación.

Apenas se han oído los ecos de este manifiesto, y lo que más me sorprende es que apenas se han oído tampoco las voces necesarias para que esa declaración de intenciones se convierta en medidas concretas que contribuyan a que las niñas, nuestras niñas, sean menos vulnerables en todas las situaciones cotidianas que les toca vivir. Ha pasado discreta esta noticia, quizá porque nuestra psicología colectiva, tan acostumbrada ya a lo dramático, no se ha despertado con las lágrimas de ninguna niña adolescente, con nombre y apellidos, obligada a casarse. Ni con la foto de ninguna niña dramáticamente privada de educación y escuela o en situación de riesgo por enfermedades que creímos erradicadas.

Les saldrán antihéroes en cada esquina, en su tierra y en la nuestra. Allí quizá evocando la (des)- cultura de lo que siempre ha sido. Aquí de la ignorancia del morbo y de la falta de compromiso. Pero merecen un lugar en el podio y todos mis respetos, porque son heroínas del siglo XXI que le ganan batallas a la vida para construir un mundo mejor.

 

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3 COMENTARIOS

  1. No te preocupes que no nos olvidamos de las mujeres. Todos los días sale algún político/a como tú en algún medio de comunicación, para recordarnos lo maravillosas que son y hablarnos de su superioridad y la enorme batalla que tienen que lidiar con el repugnante sexo masculino para obtener lo que en justicia les corresponde.
    Contra el ébola sólo han luchado mujeres, no había ningún héroe, sólo heroínas. En el tercer mundo sólo luchan por sobrevivir las niñas, a los niños se les trata como reyes, eso sí, se les viola igualmente, se les droga y se les obliga a ir a la guerra, pero eso no vende tanto.
    Supongo que desde tu punto de vista, soy un «antihéroe», pero prefiero ser un antihéroe que un demagogo que sólo busca el voto femenino.

    • Me desconcierta tu reacción, Rufino. Sugiero que releas el articulo. Quizas una lectura comprensiva y reposada te ayude a entender, sin malinterpretaciones, lo que en realidad se dice en él.

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