He realizado en otros comentarios un recorrido por diferentes etapas de la vivienda pública en Ciudad Real, describiendo actuaciones concretas a lo largo de los años. Quisiera ahora hacer ese recorrido tratando de descubrir condiciones generales de cada una de las etapas.
En Ciudad Real ya el periódico El Pueblo Manchego en 1912 hablaba de la detestable situación de la vivienda en la ciudad, en la calidad de los edificios, pero sobre todo en la alineación, construcción y urbanización. Un artículo titulado “Casas baratas” que aparecía en primera página del periódico decía: “Siendo nuestra capital una de las más necesitadas de esta clase de edificaciones, y convencidos de que ni hoy ni mañana, ni quizás en buen número de años ha de remediarse esa necesidad por la iniciativa particular. Entendemos que nuestro Municipio debe acogerse cuanto antes a los beneficios de la ley anticipándose a otras capitales, pues habida cuenta de que en el Presupuesto general del Estado no se consigna una cantidad fabulosa para este capítulo, claro es que en fecha no lejana corremos el riesgo de que se vea agotada la consignación y por eso recomendamos la urgencia del caso. El beneficio de la ley de las casas baratas podrán percibirlo aquellas capitales que se apresuren a formular en regla la petición…Huelga hacer hincapié enumerando las detestables condiciones de la edificación de nuestra capital. A excepción de media docena, construidas en los últimos años, todas las demás carecen de lo más esencial, sin que parezca por parte alguna cuanto la higiene pública y la urbanización aconsejan, faltas de luz y ventilación, muchas de ellas reclaman la piqueta demoledora, como único remedio al peligro que podrían constituir para el vecindario en época de epidemia”. El artículo insistía en una doble condición de las viviendas públicas: vivienda barata e higiénica. La Ley de Casas Baratas se acababa de promulgar en 1911, siguiendo la legislación de 1904 y se cambiará posteriormente en 1921.
Ciudad Real está evolucionando de una forma notable en su población que pasa de 17.155 habitantes en 1900 a 34.874 en 1940. La población se ha duplicado en cuarenta años en un crecimiento que no se había dado nunca en la ciudad, procedente sobre todo de una emigración provincial.
La atención a este problema fundamental para la ciudad se desarrolla en una doble dirección: una formal que trata de construir viviendas con mayor calidad para una incipiente burguesía local y otra de ubicación que rompe el ámbito urbano limitado al perímetro de las antiguas murallas para iniciar la ocupación del suelo exterior más barato y con posibilidades diferentes para la construcción de viviendas.
La construcción de una nueva forma.
La nueva arquitectura se define por el uso d materiales y acabados que quieren cualificar la imagen urbana de los edificios. L uso de materiales como el ladrillo visto, la piedra y los elementos metálicos en balcones o miradores se superpone a una composición clásica de simetrías, proporciones y formas historicistas. El palacio de Medrano de 1850 recurre al uso de la piedra y las decoraciones puntuales de recercados de accesos con una planta diferente y un espacio de patio central en su interior. Ya a finales del siglo XIX se había iniciado este proceso en edificios públicos como la Diputación proyectada por Rebollar en 1893 o el Banco de España del mismo arquitecto de 1904. Florián Calvo proyectará en 1911 el Hotel Alfonso X el Sabio.
Estas soluciones de acabados y formas llegan a la vivienda en diferentes lugares de la ciudad, algunos de los cuales permanecen y otros han desaparecido: la calle de la Feria 5 (1908) o la de la Feria esquina Mercado Viejo (1920) van ocupando una zona central de la ciudad. Edificios en la calle Calatrava, Lanza esquina conde de la Cañada, calle Ciruela, plaza del Carmen… van ocupando la ciudad en estas primeras décadas del siglo XX con tipologías tradicionales que buscan la renovación en la forma de su imagen exterior. Ubicaciones en zonas centrales de la ciudad que marcan contrastes con una arquitectura de gran sencillez presente en el patrimonio residencial medio. La superficie ocupada en el interior de Rondas apenas ha evolucionado si comparamos el plano de Coello (mediados del XIX) con el de Sofi (1925).
La ocupación del exterior de la ciudad.
El crecimiento de la población con una clase obrera que ha llegado de diferentes poblaciones de la provincia demanda viviendas baratas que se empiezan a plantear en zonas exteriores del perímetro dentro de rondas.
En 1927 el presidente de la Cooperativa de Casas Baratas, don Antonio Alumbreros, solicitaba licencia para construir cincuenta viviendas, que se ajustaban al reglamento de 8 de julio de 1922, al Estatuto Municipal y a las Ordenanzas Municipales autorizándose la construcción de las parcelas 13 a la 18. Las viviendas quedaron exentas de impuestos de timbre y arbitrio municipal aunque no se tiene elaborado el proyecto de urbanización pero “con ello se resolverá en gran parte el problema de la vivienda yd e la crisis obrera” decía el Acta Municipal.
La importante inmigración que llega a la ciudad, dados los elevados precios de los edificios en el interior de las Rondas decide instalarse al sur de la ciudad, al otro lado de la vía del tren, en los terrenos propiedad del General Aguilera. Surge así el barrio del General Aguilera que después se llamará barrio de Larache. Ya en 1927 se planteaba la necesidad de construir un subterráneo para comunicar las dos zonas de la ciudad separadas por el ferrocarril. La población de los dos barrios es en un 82,59% (Larache) y un 84,36% (Casas Baratas) procedente de Ciudad Real, con un 37 y un 41% de la capital y el resto de diferentes poblaciones de la provincia. Es decir se está produciendo una emigración interior de determinadas poblaciones de la provincia hacia la capital. En Larache son ferroviarios, jornaleros, dependientes, mecánicos… y en el barrio de las Casas Baratas hay funcionarios, dependientes y profesiones diversas. Sin embargo las actuaciones tienen un alcance limitado. En el barrio de las Casas Baratas vivían en estos momentos iniciales 50 familias y en el del General Aguilera 87.
En 1933 surgirá también, en la carretera de Miguelturra, cerca de la Puerta de Granada el barrio de la Corredera. En 1934 se conceden 33 licencias de construcción, de las cuales 8 son para casas en el barrio de la Corredera y 3 en la carretera de Miguelturra. En 1935 se conceden 5 nuevas licencias en el barrio de la Corredera y cuatro en la Era del Cerrillo, próximas a la zona del barrio de Larache. En la zona Oeste de la ciudad, fuera de rondas se desarrollan 3 nuevas zonas urbanas; una frente a la Puerta de Santa María. En esta zona se solicitan 12 licencias de construcción en 1935 y otras 15 junto al camino Viejo de Alarcos. En la Ronda de Alarcos, frente al antiguo Matadero, para construir fuera de rondas, se otorgaron 6 nuevos permisos. Como muestra de esta tendencia, en el año 1935 casi el 60% de las licencias que se conceden son para edificar viviendas fuera de ronda. A finales de 1935 Dª Encarnación Schmit y Dª Dolores Martin Lomo como propietarias de los terrenos de Larache presentaron una ordenación del terreno en la que identifican 88 parcelas en las que se puede construir. Las calles deberían tener 12 metros de ancha y la urbanización correría a cargo de los promotores excepto la carretera de Fuensanta. En abril de 1936 se concedió licencia para la parcelación y la construcción de las parcelas 1 a 35 y 38 a 50, dejando pendiente de aprobación las parcelas próximas a la carretera de Fuensanta.
La presión demográfica va configurando poco a poco zonas exteriores de nueva construcción con viviendas sencillas de una planta que repiten esquemas de edificaciones rurales con soluciones de bajo coste y soluciones formales de austeridad máxima.
Un doble proceso que marca la evolución residencial en la ciudad: por un lado una renovación cualificada de ciertas arquitecturas burguesas y por otro el inicio de la ocupación exterior para la vivienda obrera.
Espacios
Diego Peris Sánchez