Celia Esther Cámara Gasanz. Coordinadora de UPyD Castilla-La Mancha.- Con la llegada del verano, una vez más las listas de espera para consulta, intervención quirúrgica o pruebas diagnósticas se disparan en el Hospital General Universitario de Ciudad Real. Se cierran plantas y consultas; no se cubren puestos por vacaciones, ni se permiten sustituciones, con lo que las demoras pueden alcanzar el mes y medio para primeras visitas para ser atendido en el servicio de oncología médica (retraso inadmisible en tan grave patología); los 3 meses para primera visita en cirugía general (que no para ser intervenido), o más de un año para pruebas radiológicas, eso sí asegurándole al paciente que será avisado antes por el servicio correspondiente para adelantarle la cita.
Lo que desconoce el paciente, es que este adelanto será a costa, por supuesto, del trabajo extra del personal sanitario de turno que ya realiza el doble de trabajo en el mismo tiempo, a un ritmo doble o triple del habitual, con el consiguiente descontento tanto del paciente, que requeriría más tiempo de atención, como del personal sanitario que, consciente de no estar haciendo bien su trabajo, sabe que, además, su sobreesfuerzo no será reconocido por nadie.
El deterioro de la sanidad pública castellano manchega se percibe aún con mayor intensidad si cabe, en la saturación casi permanente del Servicio de Urgencias. En el caso de Ciudad Real, este servicio muchas veces tiene que atender y admitir para hospitalización a pacientes derivados de los hospitales de Valdepeñas y Puertollano, aún sabiendo que no cuentan con cama en el hospital de destino. Ello provoca que estos pacientes se acumulen junto con pacientes del mismo área de Ciudad Real que tampoco tienen cama en el hospital.
Se han llegado a producir situaciones extremas por el acumulo de pacientes psiquiátricos en un servicio de urgencias externas no preparado para ello, con presencia de pacientes agitados y agresivos, junto a pacientes graves que precisan un ambiente de tranquilidad y sosiego que permanecerán horas en una sala ya saturada, antes de quedar ingresados en planta.
La administración sanitaria suele considerar el verano una época idílica en la que milagrosamente los pacientes disminuyen o desaparecen. Sin embargo, la enfermedad tiene la misma importancia y trascendencia en cualquier época del año. Un país moderno y bien dotado como el nuestro no puede permitirse disminuir el ritmo de trabajo en verano en general y en particular para patologías tan importantes como el cáncer o la enfermedad mental.
Los ciudadanos tienen derecho a una sanidad pública de calidad en cualquier época del año, pagan sus impuestos para ello y deben ser atendidos de forma correcta en cualquier momento. Y no todo vale; en sanidad «menos no es más» y si se escatima en medios las consecuencias negativas son previsibles, y es que con la salud y la enfermedad de los ciudadanos no se juega. Este gobierno regional tan dado a los indiscriminados recortes, haría bien en no olvidarlo.