Aldea del Rey: «Nuestras vidas son los ríos» conquistó el castillo de Calatrava La Nueva

El castillo de Calatrava la Nueva, en Aldea del Rey, fue el escenario elegido para la presentación de la novela “Nuestras vidas son los ríos”, escrita por el autor madrileño Manuel Ciudad. El acto contó con la participación, además del propio autor, del concejal de Cultura de Aldea del Rey, Luis María Sánchez Ciudad, y del presidente de la asociación “Amigos del Castillo” Ramón Ramírez de Verger, quien estuvo acompañado por miembros de dicha asociación, también participó en el acto el responsable de la firma Ediciones C&G, Julio Criado García.
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En Luis María Sánchez, dio la bienvenida al numeroso público asisten-te al acto, teniendo palabras de elogio para el autor y su obra.

Tras el apartado de agradecimientos el autor explicó como surgió la idea de escribir la novela “Nuestras vidas son los ríos” surge de la insistencia de algunos amigos y conocidos por que escribiera una nove-la. Aunque en principio la respuesta siempre fuera la misma: “No la escribo porque no sé”, lo cierto es que, en parte por no oírlos y en parte porque alguna mella debió hacer su insistencia en mi ánimo, por lo menos hasta llevar a plantearme si sería capaz de escribir algo que mereciera la pena. Al final me decidí a intentarlo y hoy puedo por fin presentaros el resultado de nueve meses de esfuerzo, con la incertidumbre siempre presente de si sería capaz de escribir el siguiente párrafo”, dijo Manuel Ciudad.

“Nuestras vidas son los ríos es una novela histórica”, aseguró Ciudad Ruiz, quien reconoció “que quizás por deformación profesional y vocacional, me haya salido incluso demasiado “histórica”. Pero también ha sido un esfuerzo plenamente consciente porque así fuera, tanto por seguir la tradición realista de la narrativa española como por cumplir con uno de los requisitos tradicionales que ha de cumplir una novela, que es el de formar. Por eso he optado por una fidelidad absoluta al contexto histórico, que es el de la Castilla de mediados del siglo XV hasta los primeros años del siglo XVI, período en el que transcurre la vida del protagonista de la novela, frey Alfonso de Aci-tores, comendador de la Orden de Calatrava”.

Personajes

Manuel Ciudad, afirmó que la mayoría de los personajes de la novela existieron en la realidad, incluido el protagonista y sus fieles amigos, frey Pedro de Oviedo y el clérigo frey Gil de Molina. De ellos apenas sabemos nada. De frey Alonso, que fue primer comendador de Huerta de Valdecarábanos y luego de la Fresneda, en Aragón, que fue visitador de las propiedades de la Orden en Castilla en 1491, y que asistió a algunos capítulos generales de su Orden. Lo mismo que de frey Pedro de Oviedo, subcomendador del Convento de Calatrava, comendador de Auñón y finalmente de Almagro. Menos aún sabemos de frey Gil de Molina, apenas que fue prior de Santa Fe de Toledo y luego de Santa María de Valencia. De los altos personajes que aparecen en la novela sabemos más, incluso tenemos, como es el caso del rey Enrique IV descripciones físicas de los mismos.

Pero la novela también debe cumplir otro requisito fundamental, que es el de entretener y por eso “Nuestras vidas son los ríos” no es un libro de Historia, aunque para los amantes de la misma leer historia también entretenga, es una novela y por tanto ficción, que se plasma tanto en la forma en la que los personajes de la novela, históricos o no se relacionan entre ellos como en la manera que se articula su participación en el contexto histórico en el que se inscribe la obra constituyendo la trama de la misma.

El autor trajo a colación cierto debate suscitado hace algún tiempo y hoy aún vigente sobre si los historiadores debían escribir novelas o por el contrario debía dejar dicha tarea a los novelistas “profesionales”. Según Ciudad “el debate en realidad creo que es falso, por cuanto pienso que todo aquel que tiene una historia que contar y que es capaz de hacerlo con la suficiente calidad literaria, está capacitado para escribir una obra de ficción, sea historiador, novelista o cualquier otra cosa. En cuanto al grado de historicidad de una no-vela histórica, éste podrá ser mayor o menos pero siempre deberá ser cuanto menos respetuoso con el contexto histórico en el que se desarrolla la acción”.

Homenaje a Jorge Manrique

Por lo que respecta al título, Ciudad Ruiz cree que resume fielmente el argumento de la novela. El devenir de una vida, la del protagonista, pero también el de una época, la medieval, que se agota y muere, si bien para dar lugar al nacimiento de una nueva, la moderna, que el protagonista, hombre de la primera época apenas llegará a intuir. Para Manuel Ciudad es también un homenaje al que él considera una de las cumbres de la poesía castellana, Jorge Manrique, convertido también en personaje de la novela y un homenaje a la poesía medieval castellana. Por eso, romances de amor, eróticos, de frontera, canciones moriscas, y sátiras políticas y sociales ilustran cada uno de los capítulos de la novela. Poesía que es igualmente reflejo de la sociedad y de la cultura de su época. Falta la poesía religiosa. No la ha querido incluir porque la religión está presente a lo largo de toda la novela: la propia vocación calatrava del protagonista, la guerra contra los musulmanes, la controversia de los cristianos nuevos, la Inquisición y su papel y en definitiva una manera de pensar y vivir la religión y sus preceptos que formaba parte inseparable de las mentalidades de la época que se refleja y que en algunos aspectos, el autor creé “que les va a sorprender”.

Pero la religión y las mentalidades no son los únicos aspectos de aquella época que se reflejan en la novela, pues también se reflejan aspectos de la política, la guerra, los estamentos sociales, las modas y la vida cotidiana, que se van entrelazando y a la vez sustentan el argumento de la novela.

Los calatravos

Manuel Ciudad, después de hablar de los protagonistas de la novela, explicó el por qué ha escogido como protagonista a un caballero calatravo, “las razones son varias. En primer lugar por mí simpatía e inclinación como investigador hacia esa Orden militar, tan cercana a nuestra historia. También, porque no existían novelas en las que un caballero de Calatrava fuera el principal actor, acaparado el protagonismo de este tipo de novelas, históricas y no tanto, por los caballeros de la Orden del Temple y en menor de medida del Hospital en sus dos vertientes: hospitalarios y caballeros de Malta. De las Órdenes hispánicas, los santiaguistas han protagonizado también alguna obra e incluso los caballeros de Alcántara, aunque en un con-texto histórico posterior al medieval. En segundo lugar, la elección de un calatravo como protagonista me daba la oportunidad de centrar la acción de la novela en estas tierras nuestras, especialmente en Ciudad Real y en Almagro, que tampoco han sido escenario de mu-chas novelas, aunque la acción también se desarrolla en otras partes de la geografía española e incluso en la Roma de mediados del siglo XV con motivo de una embajada en la que participa nuestro protagonista”.

En cuanto al argumento de la novela, baste decir que ya en su vejez, frey Alonso de Acitores, comendador de la Orden de Calatrava, rememora lo que fue su vida desde que siendo un simple caballero le encargaron junto con frey Gil de Molina, freile clérigo de la misma Orden, averiguar si su antiguo maestre don Pedro Girón murió en realidad asesinado. Este encargo hará que ambos, pero sobre todo frey Alonso, entren en contacto con los altos nobles castellanos, especialmente con don Juan Pacheco, marqués de Villena y hermano del maestre difunto, quizás el hombre más intrigante de su tiempo, que lo utilizará a su conveniencia para conseguir sus propios fines como un instrumento más de su poder hasta el punto de determinar buena parte de su vida. Frey Alonso participará en los principales acontecimientos de mediados y finales del siglo XV castellano, desde las guerras civiles a la guerra de Granada que pondría fin a la Reconquista y a la Edad Media castellana. Durante ese período conocerá el amor y la amistad, pero también el dolor por la pérdida de seres queridos y la frustración de saberse utilizado y no poder hacer nada por evitarlo. Además, será testigo tanto de las ambiciones desmedidas de los poderos como del odio creciente hacia los cristianos nuevos por parte del pueblo castellano y de la terrible actuación del Tribunal de la Inquisición, que sufrirá muy de cerca.

Manuel Ciudad finalizó su exposición asegurando “que se pueden achacar a esta novela muchos defectos y carencias, pero aspiro al menos a no aburrirles con su lectura. Pido en cualquier caso disculpas por ellas y apelo a su bondad a la hora de juzgarla, aceptando de antemano cuantas críticas quieran hacer, sin duda merecidas y si les gusta, les pido también que por favor que la recomienden. Muchas gracias a todos”.

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