La historia del proyecto de Higueras-Villaseñor, con sus pretensiones de genialidad, su altivez a ciertos valores sensibles de la ciudad y su afrenta a la áurea mediocridad; la trampa en la que cayó el alcalde Sancho García con el paso cambiado y la tormenta abierta y alimentada en torno al Sábado Santo de 1972, son partes destacadas de uno de los despropósitos recientes más significados de esta ciudad[1]. Aunque ahora, en los catorce años del siglo transcurridos y en los últimos años del siglo precedente, vuelvan a amontonarse nuevos despropósitos edilicios y urbanos, como iremos viendo en páginas sucesivas. Como si la impronta del Logos fuera de imposible materialización y de díficil conquista. Como si la fuerz terrera del suelo y de Topos, acabara por imponerse en cualquiera de los movimientos desplegados.
La polémica abierta, que no cesaba ni cpon la primavera, aún contó con una nueva aportación de López Villaseñor, quien era presentado en portada del día 6 de abril -foto incluida- como un reciente triunfador en la galería Kreisler y al que se consideraba por el periodista como “una autoridad indiscutible en el mundo del arte, no sólo como primerísimo pintor de la España actual y de los de primerísima fila en el mundo -posiblemente no apreciemos suficientemente lo que tenemos en Villaseñor- sino como catedrático, como Vicerrector de la Escuela de Bellas Artes de San Fernando…Villaseñor es una voz importante. Lo que el opine, tiene un valor que está por encima de lo que opinemos los hombres de la calle en bastantes materias, dejándonos llevar por nuestro sentimentalismo o emoción del momento, incluso por nuestra falta de horizontes de contrastes. Cuando escuchamos a Villaseñor, tenemos que reconocer, humildemente, nuestra ignorancia en muchas cosas”[2] . Con todo ello, con la importancia de su voz, con el valor de su opinión y con nuestro mortal desconocimiento de tantas cosas, se predisponía al lector a compartir, humildemente y calladamente, las tesis del ‘Hijo Predilecto’, quien nuevamente aparece en la portada del día 7 con el pie de foto, Villaseñor opina.
— “¿Por qué tan contrariado, Manolo?”.
— “Que se trate de replantear, a estas alturas, la cuestión de la Plaza y del Ayuntamiento me parece o una broma o algo más ¡Cielos santos! ¡Si contamos con la oportunidad de tener uno de los mejores edificios de Europa y la queremos perder! ¿Cómo no voy a sentirme contrariado”.
— “Explicate”.
— “El proyecto de Higueras es tan fenomenal que Ciudad Real que suena y pesa poco, puede ser foco de atención y atracción de toda Europa. Su Ayuntamiento una vez construido, será a no dudarlo, acaparador de las primeras planas de todas las revistar serias de Arte y Arquitectura e incluso de las turísticas. Ciudad Real, que como bien dice San Martín, no cuenta con más monumentos que la Puerta de Toledo y la Iglesia de San Pedro, está en condiciones de poseer algo sensacional, no ya en el presente, sino como reliquia de valor incalculable para el futuro, pues con el tiempo estas reliquias adquieren mayor valor. Higueras está reconocido como uno de los primeros arquitectos del continente”.
— “¿Y el proyecto de Higueras no podría ir en otro lado?”.
— “Si es chiste pase. Todo está pensado para la Plaza y para ese marco. Tiene que ir ahí, está hecho para ir donde tiene y debe ir y nada más”.
— “¿Pero tu has visto como ha quedado la Plaza?”.
— “Pienso escaparme, en cuento me deje un rato libre la exposición de estos días, pero no me hace falta. La he visto mil veces con la imaginación antes de ser derruido el viejo edificio. A lo mejor es eso que llaman sensibilidad del artista, pero con los ojos cerrados te puedo decir cómo queda cada ángulo y cada esquina. La calles General Aguilera, que nos parecía una calle ancha, ha quedado como una calleja fea e irregular ¿a qué si?”.
— “ ¿Partidario de la Plaza cerrada?”.
— “Por supuesto. En nuestra ciudad vamos con retraso. Cuando todo el mundo está harto de las avenidas sin personalidad y se vuelve al ágora, a la plaza, en todas partes del globo; a nosotros se nos ocurre lo contrario. Nosotros queremos ir cuando los demás ya han vuelto. Es más, soy radical en este aspecto. Yo hasta prohibiría la circulación por ella; que sea lo que tiene que ser; un lugar de esparcimiento, de sereno recogimiento, el centro y corazón de la ciudad. Por favor no hablemos de avenida de treinta o cien metros de longitud”.
— “Algunos han cogido tus palabras de pastiche para la Plaza …”.
— “Y lo es tal como está. ¿Pero quien ha dicho que se tiene que quedar así? Empezando por los soportales que debe tenerlos, pero no unas columnas de hierro recubiertas de materiales de tres al cuarto. La Plaza actual ni siguiera posee tradición; yo mismo que no soy viejo he visto hacer los emplastos de las fachadas. Quedan algunas casas del XVIII, pero sin gran valor. Es el Ayuntamiento el que ha de infundir y arrastar la reforma de la Plaza. Si no se levantase ahí quedaría para siempre sin personalidad. ¡Será que no quedan sitios para hacer espacios abiertos en otras partes! La cuestión, a mi modo de ver, se ha planteado al revés. En lugar de pensar en trasladar el Ayuntamiento para abrir un espacio, lo que hay que hacer es abrirlos en otra parte. Justo lo contrario de lo que se pretende por algunos”.
— “¿Como ves tu la cuestión?”.
— “Muy sencilla ¿No hay acuerdo? Pues ¡adelante! Sin más dilaciones, sin nuevos cabildeos. Para mí es una tormenta en un vaso de agua que no merece la pena ni considerar ¿No hubo otras polémicas en el Prado, la Plaza de San Francisco, defendida por vosotros mismos frente a opiniones de autoridades administrativas? De momento, hay berrinches, pero luego se pasan. Puede que los que hoy se quedan con la boca abierta ante el espacio libre, la abran mucho más cuando vean erigido el nuevo Ayuntamiento”.
— “¿No eres muy tajante?”.
— “Y más debía de serlo. Ya ves que no vivo por razón de mi trabajo en Ciudad Real, pero la llevo en el corazón. Y no quiero que mis paisanos se hagan cómplices de una aberración. O que se nos diga por ahí, ‘así nos luce el pelo’… ¿Que hay intereses? Ya lo se. ¿Qué si algunos propietarios de la Plaza les gustaría levantar torres de casi catorce plantas -otro desastre que se ha permitido en nuestra ciudad y nadie ha protestado-? Me lo imagino. ¿Que a algunos industriales del principio de General Aguilera les gustaría tener buenas vistas? No me lo digas. Pero ¿es que siempre va a privar el utilitarismo, el funcionalismo, sobre lo bello, lo acogedor, lo grato?”.
— “¿Y las firmas?”.
— “Mira, si vamos a andar a cada paso buscando tres pies al gato no haremos nada. Siempre hay unos cuantos decididos, por las razones que sean, que pueden mover a la masa indecisa, sentimental o impresionable. Las grandes cosas siempre han sido pensadas y puestas en práctica por minorías”.
— “Te vas a hacer impopular”.
— “Considero a todo el mundo y quiero decir libremente lo que dicta mi conciencia . ¿Popular? No se. Bueno en cierto modo soy impopular. No me conocen ni cuatro. En Ciudad Real tengo parte importante de mi obra en los frescos de la Diputación”.
— “¿Algo más?”.
— “Se me ocurren muchas más, pero os las mandaré por escrito, bien pensandas”
La entrevista, que no tiene desperdicio por muy diversas razones, se produce en el arco temporal de marzo-abril de 1972; esto es entre el último pleno municipal celebrado en el viejo edificio de Vara y Soria[3] y el Pleno del 28 de abril, que cerraba toda la polémica abierta en esos dos meses por el edificio y su ubicación. Polémica en la que resulta significativa, la reiteración de escritos de adiós no tanto al edificio como al reloj[4], como si que quisiera evidenciar cierta fluidez del tiempo y su continuidad, por encima de la fractura del espacio. La promesa de López Villaseñor de escribir con más tranquilidad sobre el tema en cuestión, no llegó a producirse; por lo que las declaraciones vertidas habrán de tomarse como sus palabras definitivas. El comienzo del derribo del edificio variano da lugar el 11 de marzo y su desaparición propició una vista inédita para todos, cual era la conexión del espacio de la Plaza con el arranque de General Aguilera, volviendo a la situación del XIX con la cuadrilonga abierta, como llamara a tal espacio el Gobernador Civil de entonces y al deseo expresado por Muñoz Jurado en 1927.
Situación ésta, de la apertura visual, que es esgrimida por algunos ciudadanos, para expresar su oposición a la reedificación en el solar resultante tras el derribo. En estos casos, no se sabe que es antes, si la causa o el efecto. Esto es ¿era la oposición a la reedificación un rechazo al proyecto de Higueras, o habría sido rechazado cualquier otro proyecto que se pretendiera asentar en el viejo solar? Es esta, por otra parte la visión que ofrece la portada del diario Lanza el 2 de abril, con las fotos del espacio resultante. “Tras el derribo del viejo Ayuntamiento, algunos se han quedado asombrados del panorama abierto que ha quedado y, entusiasmados, han empezado a pedir firmas para que el espacio siga libre y el ayuntamiento se erija en otro lugar. Entre estos hay subdivisiones. Unos que se levante enfrente, en el lugar del primitivisímo Ayuntamiento; otros que en la Audiencia frente a la Diputación y otros que sobre el solar de las Once Puertas. Otra fuerte corriente es partidaria de la plaza cerrada, de que el Ayuntamiento se levante sobre el mismo solar del antiguo, pero que el estilo de la plaza se acomode al nuevo edificio. Aducen que en una ciudad castellana, una Plaza cerrada en el corazón de la ciudad, es fundamental y característica y el emplazamiento actual inigualable, toda nueva, claro. El obstáculo mayor para los de la primera opinión, la del espacio abierto, es que hay un acuerdo plenario del Ayuntamiento, que el proyecto ya está hecho, que el Ayuntamiento no tiene dinero para otras expropiaciones y que para acomodar el espacio abierto a la ciudad haría falta una nueva reestructuración de esta, tanto por la calle General Aguilera, donde hay edificios de recientísima construcción como por la parte de Toledo y Caballeros, que también deberían desembocar en ese espacio libre”[5].
Si el debate de la ‘cuadrilonga abierta’, retrotraía al pasado decimonónico, la carta abierta de López Villaseñor de 1971, desvelaba la existencia de un gesto conservacionista que anticipaba un gesto venidero, de 1998, nada menos.
[1] Ciudad Real en diferido. Crece Ciudad Real. Lanza, 5 marzo 1972. Se da cuenta de la profunda transformación abierta con la nueva edilicia vertical.
[2] Arjona E. Al habla con López Villaseñor. Replantear la cuestión del Ayuntamiento y la Plaza, me parece una broma. Lanza, 7 abril 1972. El subrayado es mío.
[3] Último Pleno en el actual edificio. Lanza, 1 marzo 1972.
[4] San Martín C.M. Réquiem por un reloj. Lanza, 5 marzo 1972. González Lara J. Tránsito para un viejo reloj. Lanza, 14 marzo 1972. López Bustos C. El reloj del Ayuntamiento. Lanza, 27 abril 1972.
Pues a mi la casa de muñecas y muñecos, otrora en Movimiento, hoy democráticos, siempre me pareció gratamente sorprendente. Me evocaba aires bruselenses, tal vez porque fue en esa ciudad donde se presentó por primera vez el proyecto que al final no se proyectó.
Manuel, todos llevamos un niño dentro. Es por eso que nos llama la atención los muñecos y sus casas. Aunque habiten en la Casa Grande.