Estimado coordinador general de IU:

Manuel Valero.- Desde el respeto y el afecto y desde el recuerdo de las ruedas de prensa bis a bis cuando tu formación andaba a la pesca del voto perdido y tú con tu moto, cual Guevara del páramo castellanomanchego buscando adeptos para tu causa, he decirte algo. Acabo de leer tu articulo que has publicado en El Mundo y la primera pregunta que me ha sobrevenido ha sido a raíz del titular Es la hora del pueblo.

ManoloValero3Efectivamente cuando es el pueblo quien habla, a veces airado, no hay más que levantar acta de su palabra. Pero ¿qué es el Pueblo? O mejor ¿quien es el Pueblo? Más allá de la abstracción conceptual, y según la RAE, es el conjunto de personas de un lugar, región de país. Por lo que cabe interpretar que en el caso de nuestro país, el pueblo somos los más de 45 millones de cuerpos y almas que lo habitamos, y en puridad electoral, los 25 ó 28 millones de electores con derecho a voto.

Pero también ocurre, y no se te hurta, que pueblo es un recurso ideológico de quien toma para sus simpatías el todo por la parte. Convendrás que siendo exquisitos en la propiedad del lenguaje y cirujanos en su interpretación aséptica ninguna formación política puede arrogarse su propio movimiento animado por el motor del Pueblo. Por eso se inventaron las mayorías en las democracias, salvo en las populares y su pueblo monocorde y su único partido y su divinizado líder y su solitario pensamiento. Y así hay una parte del Pueblo que opina de un modo, otra parte de diferente pensamiento, y otras partes según su libre albedrío. Lo que ocurre es que la palabra y el concepto Pueblo figura en el manual de la jerga de izquierdas, de la misma manera que súbdito alude peyorativamente a quien está debajo, sujeto a una autoridad de nula calidad democrática.

No se te escapa que ciudadano que fue gentilicio social surgido de la Revolución Francesa se acomodó mejor a las democracias occidentales al uso.De ahí que si me permites me parezca un tanto demagógico, aunque comprensible desde la estrategia y el tactismo político, que se utilice la palabra Pueblo como si se tuviera la certeza de que es todo el pueblo el que está detrás de uno.

Somos a día de hoy, ciudadanos libres y no súbditos como señalas, que es un palabro cogido a trasmano sin sentido, en la sociedad que actualmente conformamos por más que el jefe del Estado se toque con corona. Desde 1977 hasta el día de hoy nos faltan dedos para contar las veces que hemos acudido a las urnas, incluida aquellas elecciones emocionantes en las que se hablaba delsorpasso. Por entonces el republicanismo combativo parecía estar adormecido, aunque justo es decirlo IU jamás ocultó esa devoción.

Coincido contigo en que la Corona ha sido opaca y que en estos últimos años ha sucumbido a la tentación del dinero felón, lo cual hay que agradecer porque si la institución pactada con el beneplácito del entonces PCE, hubiera salido indemne del clima de corrupción sistémica que ha salpicado a gobiernos autonómicos devenidos en regímenes, partidos políticos los cuales todos han chalaneado con la banca acreedora, organizaciones empresariales, sindicatos y administraciones… hubiéramos tenido Corona a perpetuidad. Por lo demás ¿existe algún poder o sistema sin letrinas? Lo que ocurre hoy, interesante, muy interesante desde el punto de vista histórico, periodístico e incluso literario, es producto de esa decadencia general, no crisis, cuyos tentáculos han tocado a todos con mayor o menor grado.

Los referéndums son la expresión máxima de la participación ciudadana y llegado el caso hay que acudir a la llamada de la Historia sin temor alguno. Yo incluso soy partidario de un referéndum catalán sólo para catalanes cuyo nacionalismo os une en noviazgo de convivencia con la derecha más clasista, porque creo que bien explicaditas las cosas saldría que no. (El voto secreto es muy traicionero a veces, sobre todo cuando hay vértigo en lontananza).

Pero lo que me pregunto es si esa hora -Monarquía versus República- es llegada ya de forma clamorosa y contundente porque «todo el pueblo» ansía sin premura la salvífica República, o se trata de una hoja de ruta calculada para aumentar las sacas en las próximas elecciones. A mi me parece que es esto último, aunque admito que son las reglas del juego. En cuanto al bipartidismo, es cierto que ha enraizado en la cultura democrática española sobre unas rígidas leyes electorales, pero concluir de las pasadas elecciones europeas, en las que realmente se ha producido el ascenso de fuerzas muy contestatarias (no sé si para mejorar este sistema o para ensayar otro, otra pregunta que me ronda obsesivamente la cabeza durante años habida cuenta de que el alternativo y del cual bebíais ideológicamente ha sido enviado por los pueblos que lo experimentaron al desván de la Historia) concluir de los resultados europeos, digo, que es el ocaso del bipartidismo cuando los partidos se han batido en circunscripción única y cuando 18 millones electores se han quedado en casa, me parece descabellado.

Por lo demás, suerte en tus responsabilidades políticas y para tu formación. No sé en qué quedará esto y si finalmente el Pueblo todo o casi todo es llamado a acudir a las urnas para que opte entre un Monarca o un Presidente. Llegado el caso puede que diga que sí o puede que diga que no. Es lo que tienen los referéndums, que son contundentes y dejan los asuntos resueltos por un largo periodo. Pero si finalmente es la hora del Pueblo y el Pueblo vota República será gratificante asistir por primera a la desmitificación de la propia República. Si tiene algo de bueno la República es que podemos elegir libremente al jefe del Estado, aunque sea un presidente cavernícola o de derecha a ultranza. Tal vez maduremos republicanamente y nos sacudamos por fin los fantasmas de la nostalgia.

Salud y saludos

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