“Después de esta pequeña disgresión sobre la personalidad del arquitecto a quien se ha encomendado el proyecto y de leer las palabras del señor Bermúdez [sic], me pregunto si no llevará razón al decir que el proyecto lo considera incorrecto e inadecuado en vista de la Plaza del Generalísimo. Lamentándolo mucho, no me queda más remedio que darle la razón. Es inadecuado, la Plaza del Generalísimo no se merece tener como fondo la obra del señor Higueras. Y lo que es más dramático: precisamente por lo contrario a lo expuesto por el señor Aguilera. Por la falta de unidad ambiental y arquitectónica del entorno. Por la chata y agarbanzada arquitectura que forma la plaza, tanto pero cuanto más recientes son sus aportaciones. Ha de saber que en la tantas veces mencionada plaza, sólo queda del siglo XVII, y esto muy maltrecho, la parte del arco de la Farmacia de Calatayud. El resto que sufrió en el devenir de los tiempos tantos cambios, nada tiene de original ni de interés arquitectónico. El interés que se le puede conceder es lo que el recinto tiene en sí de plaza como ámbito cerrado y con unas proporciones muy armónicas que nadie ha pensado en destruir. Al contrario. Las pequeñas casas de las partes más antiguas que aún quedan nada tienen que ver con las colindantes más modernas. La altura de sus techos, las condiciones de habitabilidad, considerando que forman el corazón de la ciudad, etcétera, dicen muy poco en favor del sentido de lo social a que estamos obligado en la época de los reactores atómicos. Del resto de la arquitectura comenzada por los años 30, mejor es no hablar. O quizás sí, ya que se ponen así las cosas ¿Qué se pretendió con ellas? ¿Mimetizarse con el casi ruinoso y desvencijado caserón? Si es así, el arquitecto que en su día hizo el proyecto lo consiguió. Lamento tener que reconocerlo así. Después el señor Aguilera continua: ‘el de las Partidas si viviese habría puesto tacha e impedimento para que en tal lugar se faciese tamaña sinrazón’…¡Por Dios Santo! ¿Cómo se puede invocar el parecer de Alfonso X al tratar de algo que ha de estar vivo a finales del siglo XX?
Yo creo que ante esta actitud , sólo se pueden tomar dos partidos: Considerar obvio todo comentario, que sería lo mejor; o por el contrario continuar adelante en la idea y proponer que para el nuevo Ayuntamiento, y en evitación de posible síncope del de Las Partidas en el caso de su resurrección o en el de los que todavía continúan pensando como en el siglo XIII, proponer repito la construcción de un Ayuntamiento lo más parecido posible a la Puerta Toledo. Después, carta adelante, se menciona lo extranjerizante del proyecto. En ocasiones parecidas a la presente, he oído hablar del estilo regional, estilo manchego, etc. Yo quisiera que alguien ampliase mis conocimientos y me aclarase de una vez en que consiste tal estilo. ¿Será el adobe y el tapial? ¿O quizá la anárquica mediocridad de los rascacielitos que en nombre de lo progresivo están surgiendo desgraciadamente en nuestra ciudad? No creo que tengan nada en común con lo herreriano plateresco o español a que alude el señor Aguilera en su carta y que desearía para nuestro ayuntamiento. Ya que estamos metidos en estilos y floklores, quisiera hacer unas consideraciones sobre lo que hasta ahora ha sido más característico y representativo de nuestra arquitectura y que viene bien cuando como ahora tratamos de un futuro edificio con influencias netamente extranjeras. Me refiero a los molinos. Creo que casi todo el mundo sabe que los molinos de viento en el siglo XVI y XVII fueron una asombrosa novedad en nuestra patria. Cuando causaron asombro y terror a Don Quijote estaba justificado: acaban de ser importados por los que regresaban de Flandes, constituyendo una revolucionaria novedad en un país donde se molía en aceñas. Otro ejemplo de arquitectura regional insigne: la Plaza de Almagro, maravilla de equilibrio y de adaptación, también de clara ascendencia flamenca. ¡Cuantas veces paseando por pueblos y ciudades de que hoy es Bélgica y Holanda se me ha venido la recuerdo las plazas de Almagro y San Carlos del Valle. Invito a quien verdaderamente se interese por problemas de estética que se ponga ante los soportales encristalados de la plaza de Almagro y trate de penetrar en el sentido rítmico producido por la repetición de los módulos que forman el conjunto. Verá que cierta arquitectura extranjerizante, no está tan lejos de estas estructuras. Con estos dos ejemplos creo que hay suficiente para demostrar que el arte nacional o regional siempre tiene unas raíces más lejanas de lo que muchos pueden suponer. Lo herreriano a que hace mención el señor Aguilera. no tendría razón de ser sin tener en cuenta a León Bautista Alberti, Sangallo, Bramante y el mismo Miguel Ángel. Pero como estamos tratando del Ayuntamiento de una ciudad que pretende incorporarse a su tiempo y además no intento justificar extranjerismos, que no reconozco en la obra del señor Higueras, vamos a dejarnos de divagaciones históricas que no estaban en mi ánimo hacer. Lamento verdaderamente, querido Carlos, el tener que tratar a estas alturas de ciertas cosas para aclarar otras que ya debieran estar superadas. Vamos a dejarnos también de una vez, de folklores y molinos. Hagamos una Mancha viva, sin sombras de Caballeros ni Bachilleres. Con Museos y Bibliotecas, colegios y Teatros pero en edificios también vivos, es decir de NUESTRA ÉPOCA. Que sirvan a la función para la que han sido creados. Respetemos el pasado que merezca ser conservado, pero sobre todo dejemos testimonio de nuestro pasar. De la época mala o buena, que nos ha tocado vivir. Esto sólo es posible viviendo un presente, pensando en un futuro. Recibe un cariñoso saludo, rogándote perdón por la extensión de esta carta que pensé menos extensa”.
Periferia sentimental
José Rivero