Manuel Franco. Afiliado a CCOO.- Una de las trampas en la literatura histórica más reciente es el mito de los “demócratas-franquistas” en la llamada transición. Cómo unos hombres se acostaron defendiendo los Principios Fundamentales del Movimiento y se levantaron demócratas de toda la vida es algo que se reviste de heroicidad y sólidos valores de sacrificio por La Nación y los españoles.
Vaya, si el milagro se hubiera obrado un poco antes, igual hubieran llegado a tiempo de condenar la sentencia a garrote vil de Puig Antich, o los fusilamientos de Burgos, o la sistemática detención y encarcelamiento de sindicalistas. Aunque fue un milagro raro, porque los conversos contuvieron la transformación demócrata hasta que las masas de trabajadores y de la pequeña burguesía la impusieron en las huelgas y las calles recibiendo la correspondiente dosis de represión gris. La represión al movimiento obrero se incrementó desde la Huelgona de 1962 y tuvo su punto más álgido (mayor número de casos en el Tribunal de Orden Público) en 1974-75, siendo el “timonel” de la conversión Secretario General del Movimiento y su mentor, posible futuro monarca designado por un gran dictador.
Un pequeño sector de la burguesía ilustrada y un sector importante la pequeña burguesía urbana veía con buenos ojos la democracia en Europa pero sintió el mismo pánico que sus correligionarios occidentales cuando 10 millones de trabajadores ocuparon las fábricas en Francia en el Mayo del 68. Que la clase obrera portuguesa tomase el poder tras el golpe democrático del Movimiento de las Fuerzas Armadas les causó autentico terror.
Durante la llamada transición todos tenían lo que podríamos llamar una hoja de ruta: La burguesía tanto nacional como europea y americana seguir manteniendo y mejorar la tasa de beneficios por lo que más que prudente era necesario mantener el orden y que los trabajadores se dobleguen, algo que ya no garantizaba la dictadura, y mantener la seguridad jurídica; agrupados entorno al aparato del estado necesitaban urgentemente una cara pública y amable, crearon UCD y AP. La pequeña burguesía urbana y del campo cierto liberalismo económico y político; aunque lógicamente, por su carácter heterogéneo no se agrupaban en una organización propia más allá de las locales o gremiales que sirven de intermediación con el poder político; eran destinatarios de guiños por la izquierda y la derecha, se posicionaron mayoritariamente con los recién conversos, más tarde, decepcionados por la UCD contribuyeron a la victoria electoral del PSOE en el 82. Los trabajadores dignificar nuestras condiciones de vida y libertades para defenderlas.
Para ello contábamos con mucha confianza, voluntad, objetivos medianamente claros y definidos, experiencia en la clandestinidad y dos referencias históricas construidas por años de sacrificios de generaciones de trabajadores: PCE-CCOO y PSOE-UGT.
PSOE-UGT no apareció casi hasta la muerte del dictador, antes de esta solo tenía algunos círculos en Vizcaya. Madrid, Ferrol, Málaga, en ciudades con Universidad… y solo a principios de los 70 organizaron huelgas de forma clandestina. Hasta el congreso celebrado en 1976 no tiene una dirección clara. Muchos obreros no sienten simpatía por el hermético mundo del llamado “Socialismo real”: No hay democracia, las tropas soviéticas aplastaron la revolución húngara de 1956 y entraron en Praga en 1968.
Los más avanzados de esos trabajadores miran al PSOE-UGT como referencia, cuyo crecimiento se refleja en que abren casas del pueblo en toda localidad. Su hoja de ruta pasa por el parlamentarismo y la CEE (Europa). Ese discurso no está nada claro para quienes han escuchado a los viejos ugetistas. Los primeros meses desde su legalización fueron los barrios y localidades obreras las primeras en inaugurar su Casa del Pueblo. En aquellos meses y casi hasta 1982 jamás la discusión fue si el “elegido” jefe y presidente de gobierno se habían pasado del lado de los demócratas, ah, claro, en el 23-F sí, mucho, mucho, muy demócratas.
Tras dicho congreso, la dirección en manos de Felipe González tubo que doblegar el discurso y voluntad de muchos militantes que con un sano instinto de clase habían ingresado en el partido, a los que los acontecimientos y luchas obreras les habían conducido a confiar más en la organización de los trabajadores para luchar contra la dictadura, que en las buenas palabras de los partidos burgueses. La justificación teórica de la dirección reformista: De reforma en reforma hasta la reforma final.
Los hechos más relevantes fueron los Pactos de la Moncloa y el referéndum de la OTAN, uno y otro momento principio y fin del proceso de liquidar del partido todo atisbo de socialismo. Frente a los Pactos de la Moncloa de 1977 la UGT se opuso, repartieron propaganda rechazándolos como el caso de Madrid y convocaron movilizaciones en contra de los pactos con muy buena respuesta en Euskadi y otras provincias. Las múltiples huelgas que recorrían el conjunto del estado al final de la dictadura tenían dos características: Por un lado estaban muy politizadas, con demandas que excedían las relaciones laborales y apuntaban directamente al régimen, no era de extrañar, cualquier demanda laboral suponía enfrentarse al aparato represivo del estado.
Por otro se saldaban con incrementos salariales por encima de la inflación y muchas otras mejoras laborales a pesar de atravesar la peor crisis mundial desde 1946. A pesar de que la realidad daba la razón a los luchadores socialistas, por disciplina y presión de la dirección aparcaron las diferencias y se orientaron al terreno electoral, la victoria en las elecciones conduciría al socialismo. La victoria electoral del PSOE en el 82 dio nuevas esperanzas a millones de trabajadores que pronto se frustraron.
Pero no fue el PSOE-UGT la organización con más responsabilidad en la consecución de aquellas victorias de los trabajadores en el 76-77. Fue PCE-CCOO. Los acontecimientos del 56 y el 68 en los países “socialistas” y las distancias entre la URSS, China y Yugoslavia, en mayor o menor medida alejaron a los PCs de la égida teórica de Moscú. En el caso del PCE este distanciamiento alumbra la teoría del eurocomunismo, que viene a ser la misma que la del PSOE, democracia y evolución hasta el socialismo.
Hay una diferencia fundamental entre las motivaciones de sus militantes, a pesar de los errores, que atribuyen a la inquina imperialista, consideran que la URSS hace frente a el sistema capitalista, hay pleno empleo y en casi todos los conflictos coloniales ha estado del lado de las naciones oprimidas. La autoridad que el PCE tenía sobre los sindicalistas de CCOO y estos sobre los trabajadores era la que corresponde a los mejores luchadores en las fábricas y quienes han orientado y coordinado la acción de esos luchadores a través del tesoro de la experiencia histórica. Desde su aparición hasta octubre del 77 las CCOO fueron la peor pesadilla para la dictadura y la patronal y el mejor instrumento para la mejora de las condiciones laborables. Los militantes del PCE también hicieron una labor encomiable en los barrios obreros a través de las asociaciones de vecinos.
Toda esa autoridad se puso encima de la mesa para aceptar los Pactos de la Moncloa que estrangulaban el poder de negociación de los trabajadores con topes salariales y daban estabilidad y apoyo al gobierno de ex-franquistas e ilustres de UCD. Marcelino Camacho desde su jubilación se cuestionaba en actos públicos con trabajadores y estudiantes si fue acertada esa decisión y la del reconocimiento de la monarquía, pero entonces “chocheaba” según algunos dirigentes actuales.
La gran decepción socialista para los trabajadores se produce con la reconversión industrial de las empresas del INI. La burguesía se enfrenta a la necesidad de modernizar el aparato productivo en santa alianza con el Gobierno PSOE, la dirección de UGT paraliza toda iniciativa por abajo y se une a la cruzada aunque algunas secciones sindicales y federaciones se unen a las movilizaciones, solo un obstáculo impide paralizar la combatividad de los trabajadores, CCOO. Pero sus máximos dirigentes, y también del PCE, ya han concluido la hoja de ruta, la democracia. Tanto es así que son esos mismos dirigentes quienes abandonan el partido rompiéndolo, unos para aliarse al PSOE otros para buscar nuevos aliados, se forma IU cuyo aporte militante hace el PCE aunque también se integran grupos descontentos con el PSOE y colectivos sociales.
Negociar la reconversión industrial en términos de igualdad democrática, al igual que cualquier otra modificación de las condiciones de trabajo, en el sentido que las partes capital-trabajo tienen las mismas herramientas de presión y cesión es un estúpido sinsentido comprensible hasta para un florido geranio. El capital puede ceder parte de sus beneficios, el trabajo sus necesidades básicas. El capital presiona con el cierre, el trabajo con la huelga y la lucha organizada. El capital se lleva las ganancias, el trabajo genera la riqueza (el valor)… Pero estábamos en democracia, lo que viene a significar que al menos, el aparato del Estado es… “neutral”.
Neutral para descargar el peso de la reconversión sobre los trabajadores sin que les cueste un céntimo a quienes tenían la responsabilidad de su gestión o su titularidad y han amasado ingentes fortunas con la explotación de esos mismos trabajadores. Neutral para una vez reconvertidas las empresas públicas; Telefónica, Repsol, Tabacalera, Iberia, las eléctricas… que bien podríamos definir como “Las joyas de la Corona”; venderlas a precio de saldo a los amiguetes y amiguitas que puedan comprarlas… Hay que cerrar acerías, minas, astilleros. Los dirigentes de CCOO caen, consciente o inconscientemente, en la trapa regionalista de salvar su astillero, su mina, su acería; esto da una clara ventaja al gobierno y la patronal que pueden negociar uno a uno cada expediente y debilita la respuesta de los trabajadores.
Este contexto, sin una alternativa independiente de clase, es el caldo de cultivo para acabar pensando como hombre de estado. A lo largo de dos décadas se ha forjado una artificial alianza de intereses opuestos. La idea de que todos estamos en el mismo barco y podemos remar en la misma dirección, es otro sin sentido que machaconamente se trata de imponer a pesar de la evidencia. La tam-tam-tam tan continuo martilleo llega al esperpento: Un presidente, de una multinacional eléctrica de origen español, afirma en una junta general de accionistas celebrada en Londres que va a dejar de interesarse por la inversión en el país que le regaló la gallina de los huevos de oro; hasta aquí todo bien, el presidente se debe a la junta, la junta a sus acciones y las acciones a la máxima rentabilidad, y si hay algún sentimiento herido, o vende sus acciones o compra las de los demás. La carga dramática de esta escena la lleva el Sr, Toxo, quien le reprende con la idea de que no se debe decir eso con la que está cayendo, le reprende no por decir la verdad, sino por no ocultarla. El Sr. Toxo sigue convencido de que se puede dar de comer lechugas a los tigres, pero la evidencia del día a día para los parados y trabajadores suministra otra realidad.
Durante este proceso además se ha renunciado a la movilización. La consecuencia no solo ha sido una perdida de derechos y derrotas en los ERES, también ha supuesto un acercamiento mayor de las cúpulas sindicales con los gestores del capital. Según teorizan, si capital, y por lo tanto empleo, están en peligro por la falta de mercado… hay que salvar al capital… con el dinero del “neutral” estado.
Hoy queda patente este mecanismo con el gigantesco rescate a la banca en Europa y USA. Pero la subvención y el concurso estatal ha sido el mecanismo histórico de salvación, y en muchos casos enriquecimiento de los capitalistas, además de una fuente inagotable de corrupción de la que los casos históricos y actuales que conocemos solo son la punta del iceberg. La situación actual está más cerca de las relaciones de clase en los albores del siglo XX cuando despegó Puertollano, que de la de los europeos en las décadas 50 y 60.
De la situación actual, de la corrupción y de las alternativas concretas al desempleo en Puertollano escribiremos en la siguiente y última parte del artículo.
Y qué más se puede decir de este analisis económico-social, pues nada…solo esperar que llegue la sieguiente entrega. ¡Ah!, y felicitarle a usted por recordarnos las verdades de nuestros «ínclitos demócratas».