Mañana, en Llanos del Caudillo, presentamos Diego Peris y yo, el trabajo realizado últimamente, bajo la denominación ‘El instituto Nacional de Colonización en Ciudad Real. Análisis y documentos’, que trata de verificar una reflexión sobre las realidades del Instituto Nacional de Colonización. Realidades, que sin olvidar las encrucijadas político-económicas y sociales de los años 50 y 60, buscan centrarse sobre todo, en aspectos poco subrayados por los estudios verificados hasta hoy entre nosotros, como la Ordenación de los Núcleos, los ensayos sobre Tipologías de Viviendas, las Artes Aplicadas, la Integración de las Artes y el papel de la Fotografía en la difusión de la imagen del Instituto.
En este último sentido, bastaría indicar el carácter aventajado del INC, que se dota con celeridad de un logo corporativo, atribuido a las manos del arquitecto Germán Valentín Manglano; que cuenta con cuidadas publicaciones propias y que desarrolla un caudal novedoso de imágenes mecánicas, entre la fotografía y el cinematógrafo documental. Con este carácter de primicia, se presentan un grupo de imágenes de Eduardo Matos, de alto valor documental que acompañan el trabajo; imágenes que junto a otras de Camacho, Herrera Piña, Pérez, Estudio Ángel o Muelas, compone un mosaico revelador del estado de las realizaciones provinciales en el ámbito del medio rural.
Una de las preguntas usuales, que me hacen a veces, sobre mis intereses intelectuales por el mundo de la Colonización franquista, tiene que ver con mi procedencia espacio-temporal. ¿Cómo siendo nativo del medio urbano, te pueden interesar las realidades rurales tan apartadas de tus vivencias?, sería la duda espacial sostenida. La otra cuestión, la duda temporal, formularía la extrañeza de interesarse por épocas que uno escasamente ha conocido o en las que apenas ha vivido, y sólo cuenta con referencias indirectas. Esta segunda cuestión, sería fácilmente desmontable, ya que desde su lógica interna no podría haber egiptólogos, ni medievalistas, ni mucho menos helenistas. Toda vez que en la mayoría de los casos de la producción escrita, el estudio y el análisis se produce sobre realidades lejanas.
Lo que sí parece cierto es que hay veces que uno no elige sus intereses, sino que es elegido por ellos. Y lo único que hace en torno a ellos y sobre ellos, es profundizar su relación e incrementar su conocimiento, si esto último fuera posible. Puede que esto que digo, pueda parecer una boutade, pero a la altura de hoy me resulta difícil y complicado, fijar un punto original o una fecha de nacimiento, que justifiquen y aclaren mis intereses en esta parcela del universo del Instituto Nacional de Colonización. Y que de hecho, han dado ya lugar a diferentes trabajos, textos y colaboraciones, que de forma sistemática se han venido produciendo desde 1993. Producidos, casi siempre, tratando de desvelar el ‘fondo de autenticidad’ existente en la experiencia ¿trucada? Y coronada por el ‘Franquismo agrario’ del INC. ‘Fondo de autenticidad’ que indagaría en la ordenación de Núcleos, en los dispositivos de las viviendas y en la ubicación coetánea del debate de asuntos como ‘La vivienda mínima’, ‘La Integración de las Artes’ o la revisión de principios programáticos de la Arquitectura funcional del Movimiento Moderno.
Más allá de las simplificaciones historiográficas y de los esquematismos críticos, denunciados por Tuñón de Lara al hablar de cómo la historiografía del siglo XX española aparece revestida de ‘Mitos y lagunas’, conviene centrar la mirada y no dejarse envolver por conceptos largamente mantenidos sin profundización crítica. Vinculando, por tanto, el INC con el ‘Sueño rural del franquismo’, un sueño que no sólo actualizaba el guevariano ‘Menosprecio de la corte y alabanza de la aldea’ del siglo XVI, sino que ejemplificaba una apuesta por la Contrarreforma Agraria que invertiría los efectos de la Reforma Agraria republicana, de efectos ciertamente limitados. Contrarreforma Agraria que en los textos más destacados de Rafael Cavestany se marcaba cómo ‘Nuestra Revolución Agraria’.
Claro que esas premisas del ‘Problema Agrario’ no son exclusivas del Franquismo triunfal, como deja ver los largos precedentes que jalonan la acción pública y política en el campo español. Y así en 1907, se crea la Junta Central de Colonización y Reforma Interior, con Gómez Besada como Ministro de Fomento: el mismo que daría pie a la ‘Ley de de Colonización y Reforma Interior’, y que impulsaría el estudio comparado de las transformaciones agrarias en su texto ‘La Colonización y repoblación interior en los principales países y en España’. Texto que da cuenta de las trasformaciones agrarias que vienen produciéndose en Europa de la mano del industrialismo de finales del XIX. Momento en que se impulsan los estudios de Fermín Caballero (‘Fomento de la población rural’, 1863) y de Joaquín Costa (‘Política hidráulica’, 1892); estudios que ya señalan dos de los aspectos fundamentales a desarrollar en el siglo XX por las políticas agrarias: el mantenimiento de la población rural a través de operaciones de ‘repoblación’, que pusieran freno al descomunal éxodo poblacional abierto desde la industrialización; y la activación productiva desde la irrigación como forma de mejora de los rendimientos productivos. En esa serie de acontecimientos notables, habría que citar la Ley de Grandes Regadíos de 1911; el Proyecto de Colonización de Dato, de 1914; los Congresos de Riegos de 1913, 1918 y 1921 y la creación de las Confederaciones Hidrográficas en 1926.
Acciones que se visualizarían con la ‘Urbanología rural’ desplegado por Leopoldo Ridruejo en 1933, con su trabajo ‘Función del Estado en la transformación del secano en regadío’, y con el trabajo de Lorenzo Pardo de 1930 ‘La nueva política hidráulica’. Todos esos antecedentes, por citar sólo algunos, que emergen con insistencia en las series historiográficas, nos alejan de esos tópicos azules del ‘Agrarismo franquista’ o del ‘Ruralismo falangista’, para dar cuenta de una continuidad temática en la resolución de los problemas agrarios. Aspectos que acumulan un pasado técnico de largo recorrido y que subrayan una incipiente modernización del medio rural, a través de la irrigación, la mecanización, la selección de cultivos, la ordenación rural y un importante desarrollo de obras hidráulicas.
Periferia sentimental
José Rivero
Felicidades. Excelente pareja y, seguro, excelente trabajo.
Que sean muchos más.
Dos buenos expertos para un tema quizá «polémico» por su reminiscencia hacia el régimen franquista.
Pero eso está bien. Hay que desmitificar y hablar con libertad y profesionalidad de todo.
Aristóteles: ‘La habilidad de expresar una idea es tan importante como la idea en sí’
La idea que subyace a este artículo, e incluso al libro por presentar, me parece de lo más interesante, pero, ¡maldición!, ¿cómo voy a poder leer un artículo a gusto si los errores de sintaxis y puntuación me saltan a los ojos? Ya sólo el primer párrafo es de juzgado de guardia: las comas juegan a la gallinita ciega, y los puntos y coma aparecen a traición. Señor Rivero, ¿sería mucho pedirle una pizca de interés por pulir sus textos? Si no lo hace por mí, hágalo por la tan invocada posteridad.
Por otra parte, me parece un tema de lo más interesante. O Ferrol perdió el apellido, y Llanos aún lo mantiene. El Guadiana, bajo los auspicios del Plan Badajoz, sembró de pueblos coloniales sus riberas ensanchadas en embalses.