Hay una cosa en la que la oposición socialista en el Ayuntamiento de Ciudad Real no debería caer: el infantilismo. Hacerlo como lo ha hecho censurando y criticando la mamparización del pasillo voladizo donde están los despachos de los grupos rebaja la política hasta el ridículo.
Mirándolo objetivamente y sin prejuicios, las mamparas hacen más cómodo el trabajo, más confortable. Decir que el equipo de gobierno del PP ha acomentido esa reforma para ocultar la visibilidad del PSOE es tan ridículo que lleva al sonrojo. Otra cosa es que pueda instalarse el logo para que los ciudadanos puedan ver su ubicación desde el hall del Ayuntamiento. Pero la reforma ni hurta calidad al marco físico de trabajo (al contrario, lo mejora) y mucho menos oculta a la luz de los ciudadanos la existencia del Grupo Socialista.
Cuando la política llega a estos extremos es más propia de escolares que de personas adultas.