Daimiel Noticias.- La lectura del manifiesto por el Día de la Mujer, celebrado el pasado 8 de marzo en todo el mundo, sirvió para iniciar el acto institucional celebrado el pasado viernes en el Teatro Ayala en el que el Centro de la Mujer en colaboración con el Consejo Local de Mujeres, quisieron poner imágenes y voz a una realidad que muchas veces se esconde: la desigualdad entre hombre y mujeres.
La reivindicación de una igualdad “real y no sólo legal” de la mujer en todos los ámbitos de la vida fue uno de los puntos esenciales de este manifiesto pero también la tónica dominante de la velada que, como subrayó el Alcalde de Daimiel, Leopoldo Sierra, “no debería entenderse como una lucha, sino como un acuerdo, un concierto absoluto de todas las partes: instituciones, sociedad civil y sociedad política”.
Sierra, que acudió al acto acompañado por buena parte de su equipo de gobierno entre el que estaba la responsable del área de mujer, Mari Carmen Torija, tampoco quiso desaprovechar la oportunidad para elogiar la labor de todas las madres daimieleñas: “Este año se ha querido que el día de la mujer gire en torno al rol de las madres. Mi más sincero reconocimiento a todas esas mujeres que a su vez son capaces de organizar un hogar y educar a unos hijos. La maternidad presenta múltiples consecuencias y situaciones pero sin duda creo que es la figura más querida y respetada de la sociedad por todo lo que representa: seguridad, ternura, protección, educación… ” explicaba el primer edil.
Con el objetivo de mostrar las desigualdades entre hombres y mujeres en las diferentes situaciones del día a día, desde el Centro de Mujer se recopilaron los testimonios de cuatro daimieleñas (algunas de nacimiento y otras de adopción) que compartieron con el público sus complicadas experiencias y el papel, casi siempre negativo, que jugó ser mujer en el desarrollo de esas historias. El acto también se acompañó de un spot realizado desde el área de mujer en el que se recogieron las actividades que durante los últimos meses se han desarrollado en pro de esa igualdad y para la ayuda de diferentes colectivos de mujeres que sufren una doble discriminación por ser inmigrantes, discapacitadas o desarrollar trabajos que históricamente se han atribuido a hombres.
El Consejo Local de Mujeres también quiso estar presente en este acto a través de la Asociación de Amas de Casa y Usuarios Calatrava y de su presidenta Mari Carmen García, que aprovechó para agradecer “la atención y disposición” que muestran las técnicas del ayuntamiento con todas las mujeres de la localidad así como con los colectivos de mujeres del municipio incluso “una vez terminadas sus obligaciones laborales diarias”. La actuación de la cantante de flamenco Laura García, también mujer trabajadora y madre de dos niños, acompañada del guitarrista Enrique Bustamante, puso el broche final a una velada que, apuntaban, “ojala y deje de celebrarse en un futuro no muy lejano”.
Mujeres con valores añadidos
Mari Cruces, contó la historia de su vida muy ligada a su familia y al papel de su hermana Valentina, una mujer discapacitada que comenzó a vivir con ella y su familia tras la muerte de su madre: “Recuerdo la época en la que Valentina comenzó a vivir con nosotros, mis hijos tenían entre 12 y 15 años. Teníamos que hacer turnos para pasar al baño y cuando mi marido se marchaba a trabajar y mis hijos al colegio, mi vida parecía una película de cine: cocinar a toda prisa, lavar, planchar… para adelantar cosas cuando llegaran a casa. Soy una mujer feliz. Pero jubilada y sin paro”.
Piedad, natural de Colombia, puso voz a una realidad que atraviesas muchas mujeres inmigrantes que acaban convirtiéndose en el motor económico de sus países de origen y al mismo tiempo garantizando el estado de bienestar de los países a los que llegan al desarrollar trabajos como cuidadoras, amas de casa, limpiadoras… “Quiero resaltar la dureza de tener que renunciar a estar con mis seres queridos por intentar acceder a algo mejor. Me fui de Colombia hace siete años para huir de mi pareja, fui maltratada y tenía que luchar por venir a España para poder mejorar mi economía y darle algo mejor a mis hijos. Llegué a un país desconocido para mí y me tocó trabajar muy duro de empleada interna sin tiempo libre, sin descansos, con una tarea absorbente que me impedía relacionarme ni hacer vida social”.
Rosario personificó el testimonio una de esas mujeres que “no han trabajado fuera del hogar, que se dedican a cuidar de todo y de todos”. Madre de once hijos, ha dedicado su vida a trabajar en casa, en el campo, y con jornadas muy largas “mucha comida que preparar, mucho que planchar, mucho que coser de madrugada. Me considero una mujer fuerte, entusiasta, luchadora, trabajadora”.
Antonia, Guardia Civil de profesión, madre de cinco hijos y viuda de su primer matrimonio, sirvió de ejemplo de todas esas mujeres que han podido y pueden elegir su profesión “aún siendo eminentemente masculina”. “Aunque me resultó muy complicado, con la ayuda de mis padres que cuidaron de mis hijas, saqué mi plaza de Guardia Civil. Fue duro. Fui una de las primeras mujeres que entró a formar parte del cuerpo de la Guardia Civil, comencé a trabajar en un cuerpo eminentemente masculino y la ciudadanía me veía diferente. Ahora la sociedad está cambiando pero hubo que romper muchas barreras”.