No podía escapar a tal lógica destructiva la Plaza Mayor y el Consistorio decimonónico. Si podía acometerse el estudio del nuevo proyecto[1] del Consistorio, desde la afirmación de su estado ruinoso, ¿qué menos podría realizarse con buena parte del caserío añejo, escasamente higienizado y vencido, con un parcelario de difícil regularización y normalización? Años atrás se había producido la apertura del Pasaje comercial San Isidro[2], actuación que fue saludada como un ambicioso proyecto, para encubrir una maniobra especulativa que posibilitaba rendimientos edificatorios en corrales interiores inedificables.
Meses atrás se había esbozado una estampa de la Plaza[3], en donde se exponían algunas cuestiones. “Nuestra Plaza Mayor, hoy del Generalísimo, ha sufrido en el transcurso de los años varias modificaciones, generalmente para mejorar. Exhumamos la foto de nuestro archivo, cuando la Plaza con el Ayuntamiento al fondo, aún tenía farolas en el centro del paseo. Ahora se anuncia otra reforma, al proyectarse la colocación en ella del monumento a Don Quijote de la Mancha y sugerirse la supresión de la fuente luminosa. Será cosa de ocuparse del asunto próximamente, e incluso de hacer una encuesta entre los vecinos, también tienen derecho a opinar”. Otra vez la fuente -ahora luminosa- y su traslado se superponía como en el siglo XIX con las piedras de un nuevo consistorio; de igual forma que la promesa de una encuesta a los vecinos se adelantaba casi treinta años a otra iniciativa para sondear el estado de opinión de los ciudadanos[4]. Urbanismo democrático, colegiado y asambleario para decidir lo que ya estaba decidido por la historia en ese proceso en el que el Topos pesaba más que el Logos.
Quizás ni la encuesta, ni los cambios anunciados se realizaron como consecuencia del relevo en la Alcaldía, donde Martínez Gutiérrez sucedía a Rodríguez Velasco; partidario el nuevo Regidor de la congelación edilicia fuera de Rondas y tendente, consecuentemente, a verificar la renovación edificatoria del caserío interior. De igual forma que el monumento no será a Don Quijote, sino al Rey Alfonso X, ambas piezas finalmente del escultor García Donaire. Quedando el Quijote, posteriormente, ubicado en la Plaza del Pilar[5] y el Rey Fundador[6] en el homotético recinto del vacío por él trazado, como mudo testigo de nuevos y sorprendentes cambios.
Hay un estudio del Arquitecto Municipal de entonces, Ildefonso Prieto, que es presentado como boceto a lo largo de 1969, para verificar la propuesta de sustitución del edificio de Vara y Soria[7]. “Es decidido propósito de la Corporación Municipal, la construcción de las nuevas Casas Consistoriales, dignas y capaces para el actual desarrollo de nuestra ciudad. por otra parte, el actual edificio que cuenta con cien años de existencia, se encuentra en estado de ruina incipiente en alguno de sus sectores…Por hoy nos limitamos a publicar uno de los bocetos, para construir el nuevo edificio en el mismo lugar que ocupa actualmente y que, como puede verse, guarda una relación muy directa con el estilo de nuestra Plaza”. Es una solución, la de Przieto García Ochoa, acartonada y dura con un frente de soportales con arcos de medio punto y una fachada plana como un telón, que trata de prolongar las secuencias de las últimas renovaciones proyectadas por Arias. Podría decirse, que es una solución “a la castellana” como en el concurso de 1929, se aconsejaba y se exigía, con las trazas confusas de una torre para el reloj y dos pasos abiertos para la circulación en los bajos.
La aparición de Fernando Higueras en el escenario de la renovación del Ayuntamiento se va a producir de la mano del pintor local López Villaseñor, quien había sido declarado en el verano de 1970 ‘Hijo Predilecto de la ciudad’[8]. López Villaseñor ya había intervenido en 1959, en otro proceso de transformación significativa en el Palacio Provincial, para alterar las soluciones originales del trabajo de Rebollar y Andrade[9], y para establecer el perfil de un creador áulico que establece las direcciones más aconsejables para la sensibilidad moderna. Años más tarde, el ilustre pintor, minimizaba los efectos de su actuación en el Salón de Plenos del Palacio Provincial junto a Miguel Fisac, dedicando al edificio un cumplido irónico-despectivo: cierto Montecarlo o cierta arquitectura Montecarlo con alguna gracia. Frente a ese adocenado Montecarlo provincial y provinciano, López Villaseñor apostaba fuertemente por la radicalidad de su pretendido genio.
Anticipando, con todo ello, razonamientos que serán exhibidos nuevamente desde la promoción de imágenes sorprendentes. Ahora merced a su relación con Higueras, derivada de la construcción de su casa de Torrelodones, iba a condicionar grandemente los acontecimientos por venir. Erigiéndose en promotor del cambio higueriano y en su más esforzado defensor y, en otros casos, dando la impresión de ser el mismo su autor.
[1] Estudio del proyecto de la nueva Casa Consistorial. Lanza, 23 marzo 1969.
[2] Pasaje comercial San Isidro. Lanza, 31 diciembre 1966.
[3] El Ayuntamiento y la Plaza. Lanza, 21 enero 1966.
[4] Encuesta del PSOE sobre el futuro urbanístico de la Plaza Mayor. Lanza, 21 junio 1988.
[5] Aprobada la reforma de la Plaza del Pilar. Lanza, 6 febrero 1968.
[6] Inaugurada la estatua de Alfonso X el Sabio en Ciudad Real de García Donaire. Lanza, 14 agosto 1969.
[7] Las Casas Consistoriales. Boletín de Infomación Municipal, julio 1969.
[8] López Villaseñor, Hijo Predilecto. Lanza, 27 de junio 1970
[9] Rivero Serrano J. Montecarlo sin saberlo. Mancha y Plano nº22, 1986.
Periferia sentimental
José Rivero