Miguelturra entierra la sardina

Nota municipal.- Sobre las cinco y media de la tarde de este Miércoles de Ceniza, fiesta local en Miguelturra, la peña La Cabra puso en la calle el entierro de la sardina con el que se llega al ecuador de una fiesta que es de interés regional. El buen tiempo, casi primaveral en este quinto día del Carnaval de Miguelturra, quiso sumarse al cortejo fúnebre, lo que conllevo un gran número de dolientes en la comitiva y de gente a su paso.
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Entre los dolientes Serafín Delgado, Rey del Carnaval y presidente de la Peña La Cabra, junto a las Mascaras Mayores de este Carnaval Julián Arévalo y Pilar García, junto a la concejala de festejos Luz María Sánchez. Con ellos Mascaras Mayores de años anteriores y representantes de las trece peñas que tiene el Carnaval ‘Churriego’.

Todos muy compungidos, para despedir a la sardina, ya que su entierro es uno de los actos por excelencia de los carnavales de Miguelturra.

De azul y plata, y llevada a hombros por cuatro jóvenes, comenzó su tradicional recorrido entre llantos, risas, y música carnavalera, ante la mirada de los ciudadanos que salieron a la calle y a las puertas de sus casas a despedirla.

Centenares de personas acompañaron a Doña Sardina en su viaje sin retorno hacia la explanada de la Calle Perlerines, Cerca de la Casa de la Cultura.

Nadie faltó a acompañar a Doña Sardina a su última morada. Cardenales, curas, monjas, señoras con pamela y altos tacones, prostitutas soportando el peso de su no deseado embarazo, sus chulos y gentes de todos los estamentos sociales, Charlot, Mario Baquerizo y Alaska y un entierro ‘con un señor de rojo’ en su catafalco, acompañaron apenados a la sardina.

La mayoría enfundados en el luto riguroso, aunque también había alguno y alguna que ‘rompen con el negro’, para acompañar a los componentes de la peña local La Cabra, organizadora como cada año del entierro de la sardina.

Ya en la explanada de la Calle Perlerines, donde anteriormente, hasta la construcción del CERE, se montaba el Palacio del Carnaval, se procedió a la quema de la difunta, entre los sollozos, ayes, pataleos, desmayos y penas de sus acompañantes.

Posteriormente una vez consumida la sardina en las llamas de la hoguera, en la caseta de la Peña La Cabra, en el Pradillo de Clavería, se asaron ocho cajas de sardinas, que los dolientes degustaron, que ayudaron a recuperar fuerzas y aliviar las penas.

Aunque el Entierro de la Sardina, es el origen de los más impresionantes y penosos cuadros humanos que un mortal pueda contemplar en esta vida de lágrimas, sirve para que Don Carnal ceda paso a Doña Cuaresma, en Miguelturra aun queda mucho Carnaval que disfrutar hasta el próximo Domingo de Piñata.

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