Georgina Cupido Ruiz.- Con el comienzo de una nueva semana, los que apuran aún los últimos momentos se preparan ya para cerrar sus maletas. Los tres aeropuertos que nos conectan con el resto del mundo vuelven a su estado normal después del colapso durante el fin de semana más temido por los camareros, floristas y solteros que vivimos en la ciudad de los enamorados.
Canciones, películas, series y libros han hecho de ella el escenario perfecto y la han convertido en un sinónimo de romanticismo. Las campañas publicitarias para atraer turistas también han influido, supongo, ya que un tercio de los millones de visitantes que recibe al año son parejas.
El amor se respira en el aire todos los días del año y puede encontrarse escondido en cualquier rincón. Si bajas en la parada de metro de Abbesses, en el bohemio barrio de Montmartre y a muy pocos pasos de la bonita y blanca Basílica del Sagrado Corazón, puedes toparte con El Muro de los te quiero, en el que puede leerse en 250 idiomas.
Además desde hace unos años los puentes que unen las dos orillas del Sena se han llenado de promesas en forma de candados que dejan los amantes y que se ha convertido en una tradición casi inevitable para aquellos que quieren que su amor permanezca.
No podía ser para menos, y para celebrar la fiesta más romántica del año parisinos y visitantes se reunieron frente a la pirámide de cristal que sirve como entrada al Museo del Louvre para manifestar su pasión con un beso en honor a San Valentín a las 14,00 horas del día 14 en este año 2014. El Ayuntamiento, por su parte, puso a disposición de los ciudadanos los paneles de información de la capital y durante todo el viernes pudieron leerse en ellos las más variadas declaraciones amorosas,algunas divertidas,otras más serias e incluso alguna en castellano.
Los romances malditos, un niño que agarra fuerte la mano de su madre para no perderse entre la multitud, los besos bajo la Torre Eiffel, las novias sonrientes con sus velos blancos, la vie en rose tocada por un músico en el metro. Una ciudad, igual que el amor, se llena de magia con los pequeños detalles.
Cualquier rincón de Paris es siempre un regalo. . .Gracias Georgina por acercarnos cada semana a esta ciudad y tan maravillosa y en mi caso particular llena de buenos recuerdos.