Ya lo imaginaba este matamoscas, Alec Baldwin no es trigo limpio. Que anduviera a solas por el barrio de Pío XII no presagiaba nada bueno. Ayer, una publicación especializada informaba sobre la adicción al chocolate con churros del actor. Y es que este manjar, según se ha demostrado, es 54 veces más adictivo que la nicotina y la mitad y un cuarto menos que los chistes escatológicos.
Algunos vecinos de la capital aseguran haber visto al estadounidense en el parque de la vaca frisona dejándose llevar por sus más bajas pasiones, moja que te moja, con las constantes vitales enaceitadas y con los niveles de chocolate en sangre por encima de lo permitido e, incluso, de lo razonable.
Las churrerías de la capital trabajan a toda máquina y el olor a frito ya puede percibirse en los suburbios de Caracuel. Los más viejos chocolateros del lugar aseguran que Ciudad Real no ha vivido una pringue igual desde los tiempos de la construcción del aeropuerto. Menudo churro aquél que mojaron entre cuatro.
