J. Carlos Sanz.- A raíz de la exitosa movilización ciudadana de Burgos se habla mucho del llamado “efecto Gamonal”. Como si de esta experiencia hubiera que extraer un principio activo que conviene patentar y poner en circulación para que en cada barrio, sus habitantes ganen enteros en activismo social.
Se habla de Gamonal como ejemplo de lucha, como referente para una ciudadanía neutralizada por los efectos narcóticos de la austeridad. Sin embargo, Gamonal no es más que otra pieza más de ese patrón que se viene repitiendo desde hace tres años en diversas partes del mundo: brotes de revueltas interconectadas, sin aparente relación entre sí porque lo mismo suceden en la defensa del Gezi Park de Estambul como en el movimiento Passe Livre de Brasil durante la celebración de la copa Confederaciones.
Lo que hay es la expresión de una corriente contestataria que se comporta de forma impredecible pero cuya estructura organizativa es replicante. Una transmutación del activismo social, una onda de rebelión que se propaga de forma viral y por todas partes desde 2011. Al menos es lo que propone el filósofo francés Alain Badiou en su libro “El despertar de la historia”, donde ensaya una interpretación histórica y política de este patrón de rebelión cívica interconectada.
¿Existen semejanzas entre la “primavera árabe”, la ola de indignación que recorre algunos países de Europa (en España con el 15M), el movimiento Occupy Wall Street o las protestas en países como Ucrania, Bulgaria, Turquía o Brasil? De ser así ¿Qué clases de revueltas son estas? ¿Comparten problemas o desafíos? ¿Responden a una causa común?
Lo primero que Badiou hace es bajarnos de la nube. Mitigar esas ansias revolucionarias que se han enquistado en un sector de la población, detener la sensación de urgencia que mueve a esta ciudadanía al exigir a estos procesos de movilización resultados inmediatos, amortiguar el afán de transformar la sociedad e insistir en que lo nuevo es sobre todo una forma inédita de mirar problemas muy antiguos.
Badiou reconoce que nuestra época actual esta marcada por revueltas pero distingue entre las que son inmediatas y las que denomina como históricas. Las primeras suelen durar poco tiempo, están circunscritas a los lugares donde viven los manifestantes (el ejemplo del barrio de Gamonal) aunque se agotan en el rechazo y la ausencia de perspectivas. Sin embargo, pese a este componente nihilista hay excepciones como lo ocurrido en Gamonal donde los vecinos tenían claro desde el principio el fin de sus movilizaciones (impedir la construcción de un bulevar).
Por otro lado, están las revueltas históricas que se prolongan en el tiempo, se localizan en espacios significativos de las ciudades, se extienden incluyendo a sujetos heterogéneos y poseen objetivos y demandas. Badiou incluye en esta segunda clasificación a la “primavera árabe”, el 15M, Occupy Wall Street aunque matiza que estos procesos, sin tener un programa muy definido, actúan como detonante de nuevos procesos de movilización. En el caso del 15M, puede afirmarse que sirvió de catapulta para la posterior irrupción de las mareas ciudadanas o movimientos muy bien vertebrados desde la óptica activista caso de la PAH.
Aunque para Badiou, el valor añadido de estas revueltas prolongadas en el tiempo es la capacidad de tambalear la visión oficial y establecida del mundo. En el caso que nos ocupa cuestionar ese enlace feliz entre capitalismo y democracia representativa como única forma de organización social factible. También, el filósofo francés considera que las revueltas actuales activan nuevas secuencias en las llamadas políticas de emancipación (nuevas posibilidades para la acción y organización colectiva).
Y sugiere que nos encontramos en una fase de intervalo donde “lo viejo no acaba de morir y lo nuevo no acaba de nacer”. Son períodos confusos donde el declive del modelo dominante es palpable pero no sabemos qué es lo nuevo que ha de llegar. Donde hay una tensión entre ese poder que saca fuerzas para perpetuarse y una respuesta contestataria satinada de desesperanza e ilusión a partes iguales.
Si bien, para Badiou la singularidad de estas revueltas actuales se nutre en el desafío por inventar una política a distancia del Estado. Es decir, concebir la política como una creación de posibilidades y no como mera comparsa o representación de sujetos y demandas. Una política autónoma y no supeditada al poder y su conquista. Con los riesgos que ello conlleva. El principal, como así saca a relucir, es el espíritu de impaciencia, el miedo de lo desconocido. Y alienta con un mensaje donde la clave reside en la reinvención de prácticas reales, nuevas formas de organización en sociedad para enriquecer el modelo democrático actual.
Al margen de este posible escenario, otros autores creen que lo que está naciendo es un patrón auto-organizado en las diferentes revueltas surgidas desde la revolución de los Jazmines en Túnez. Así lo aseguran en el seno de la Global Revolution Research Network de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC). Se trata de un grupo de investigadores transdisciplinares que están tratando de cartografiar ese patrón en red y de elementos comunes que se producen en las movilizaciones de los últimos años.
En su primer encuentro denominado “Tres años de revueltas interconectadas” -celebrado en Barcelona en octubre de 2013- concluyeron que lo que hay es un enjambre de patrones comunes de acción colectiva, defensa de la democracia y la libertad de acceso a la información. Todo ello, teniendo como eje comunicador la esfera digital y una aspiración global en su difusión.
Nos encontramos ante movimientos en red, donde hay una sinergia on-off, es decir, una hibridación entre espacio físico y escenarios digitales. Un maridaje entre movilizaciones en la calle y acciones contestatarias en las redes. O Tecnopolítica y no ciberactivismo como prefieren decir los investigadores de la UOC: “una multitud conectada que posee anatomía híbrida, física y virtual, donde destacan las identidades colectivas, poseen forma de red y capacidad de producir activaciones emocionales, convirtiendo el malestar en empoderamiento”.
Consideran que se produce un cambio de relevo entre el liderazgo clásico, encarnado en la figura carismática de una o varias personas, en aras de una identidad colectiva en la administración y desarrollo de las revueltas. Y ponen como exponente de este protagonismo coral al propio 15M. Crisol de identidades que encuentran en las redes sociales su mejor vía de materialización. Así sucedió en los días sucesivos a la ocupación de las plazas de ciudades españolas, la gestación de la llamada “spanish revolution” que encontró en twitter la plataforma idónea para vertebrarse y generar una respuesta ciudadana donde no hubo liderazgos de las organizaciones conocidas tradicionalmente.
Para los investigadores de la UOC nos encontramos ante una nueva arquitectura social donde la agregación sustituye a la división y lo emocional actúa como combustible para arrancar las respuestas en red. Ejemplos de esto los hay a patadas: un mismo denominador común, represión policial que hace brotar indignación y como consecuencia mayor empatía ciudadana hacia la revuelta incipiente. “Las emociones han sido un factor clave que ha disparado la velocidad, la viralidad y la conectividad entre personas, redes y causas de estos movimientos red” señalan en el estudio de la UOC.
Prospectar en la anatomía de las revueltas actuales trae aparejado un componente de inestabilidad. No saber cómo van a evolucionar estos movimientos o si los futuros estallidos sociales partirán de estos patrones descritos, hace que el ejercicio de la predicción sea un tanto estéril. Pero en la Global Revolution Research Network están convencidos que irá consolidándose “un nuevo internacionalismo metropolitano por los bienes comunes” y que es el sujeto receptor, no el emisor, el que está ofreciendo las claves de estas nuevas revueltas en red.
Sea como fuere, estos movimientos son emergentes, no encajan con la definición de revolución clásica (la toma del poder) pero sí traspasan los formatos habituales de movilización y manifestación ¿Estamos ante un sistema ciudadano mutante, un cuerpo colectivo con capacidad de reorganizarse en función de las formas de represión que emplee el poder? Algo de eso hay y es un proceso fascinante.
Y de «El Gamonoso» ¿Qué?. También son Hijos de Dios. ¡¡ Cuánto agitador para lo de fuera!! Habitantes de El Gamonoso , espérense que hay cola…
Muy buen artículo y muy buena reflexión. Como siempre en tu linea ilustrandonos. ¡Todavía hay esperanza para el periodismo!