En busca de las huellas del ganado bravo en un Parque Nacional: Cabañeros

Manuel Zamora Soria. Iniciativa para la conservación del bovino manchego.- En los Montes de Toledo y las vegas del Gigüela y Guadiana se ubica el origen del bovino manchego que podríamos considerar autóctono. El uso histórico y tradicional de este ganado ha dejado una huella singular y poco conocida en el Parque Nacional de Cabañeros.

Rafael Alonso Moreno, Manuel Zamora Soria y Juan Antonio Fernández
Rafael Alonso Moreno, Manuel Zamora Soria y Juan Antonio Fernández


Cuando se está elaborando el Plan Rector de Uso y Gestión podemos constatar la existencia de instalaciones ganaderas de un interés que trasciende a la mera utilidad para la producción animal. La actividad ganadera de vacuno herrado en extensivo en este Espacio Natural Protegido tiene personalidad propia y debe ser considerado un activo a contemplar y proteger.

El estudio detallado de los iconos más representativos de la ganadería debe ser motivo de fomento desde todas las Administraciones Públicas. A la vez son una excelente oportunidad para utilizar estos elementos etnográficos en la ilustración de la imagen del Parque Nacional de Cabañeros. La diversificación de actividades y usos -lejos de ser una amenaza- se convierten en una fortaleza que permite ampliar el espectro de intereses que la zona suscita. Merecería la pena hacer una recopilación, como se ha hecho en otros espacios naturales protegidos, de los usos ganaderos que han llegado hasta nuestros días en estos emblemáticos lugares.

El pasado día 26 de diciembre de 2013 en el Parque Nacional de Cabañeros comprobamos cómo las actividades de los vaqueros, sus chozos, los corrales que utilizaban para la cría y herraje, los vados por los que cruzaban los ríos, las rutas por las que transitaban, la elección de los pastos y todo lo que tiene que ver con la cría de estos ungulados artiodáctilos y rumiantes ha permanecido hasta nuestros días manteniendo los usos tradicionales.

Previamente a esta visita habíamos participado en un encuentro con el Director Conservador del Parque Nacional, Antonio Ruiz Serrano y en una posterior reunión para aportar sugerencias al Borrador del PRUG. En ambos contactos mostramos nuestro interés por conocer los lugares que, pensábamos, habían tenido un uso ganadero. De hecho la toponimia de determinados emplazamientos nos sirvió para mantener la hipótesis de la ubicación de los usos tradicionales de la ganadería de vacuno en el Parque Nacional.

De especial relevancia nos pareció un paraje denominado «El corral de los toros», al que se llegaba por «la cuesta de las vacas» y que cruzaba el río Estena por «el vado de la cuesta de las vacas» enclavado en la finca Garbanzuelo en el término municipal de Navas de Estena. Lorenzo Cerón Miranda, licenciado en Ciencias Ambientales y miembro fundador de la Iniciativa para la conservación del bovino de origen manchego, fue el descubridor de estos topónimos y además obtuvo imágenes utilizando cartografía actualizada. El material gráfico obtenido no dejaba lugar a dudas de la existencia de instalaciones ganaderas de cierta antigüedad por lo que se hacía necesaria una comprobación «in situ».

Para esta constatación material hemos recibido la colaboración del Director Conservador del Parque Nacional, Antonio Ruiz Serrano, de Juan Antonio Fernández Rodríguez, Agente Medioambiental Jefe y del propietario de la finca Garbanzuelo, Rafael Alonso Moreno. A todos ellos debemos agradecer su buena disposición para que la visita a estos parajes fuera posible.

Corral de herraje en Garbanzuelo
Corral de herraje en Garbanzuelo

La finca Garbanzuelo, según nos comenta su propietario, Rafael Alonso, fue adquirida por sus ascendientes familiares al Ayuntamiento de Toledo al inicio del S. XIX. Esta circunstancia nos permite conocer con precisión los usos tradicionales que ha tenido la finca desde esa fecha ya que ha permanecido en la misma familia, sucediéndose por vía hereditaria hasta el actual propietario.

Rafael nos cuenta las titularidades de las fincas que sus antecesores familiares compraron al Ayuntamiento de Toledo en aquella época. Nos centramos en la finca Garbanzuelo que es la que está ubicada en el Parque Nacional de Cabañeros y que es objeto de nuestra investigación. Para nuestra sorpresa, nos asegura que su abuela Encarnación Alonso Martín Esperanza compró ganado de lidia de origen Vistahermosa de la línea Buendía, que después pasaría a su hija Carmen Moreno Alonso y posteriormente a los hijos de ésta, estando a nombre de Hermanos Alonso Moreno hasta el año 1978 que fue vendida a otro familiar y famoso ganadero de lidia Eduardo Martín-Peñato Alonso. La familia Alonso Moreno procede de Cuerva (Toledo) y actualmente siguen siendo ganaderos de morucha (negra cárdena) y limousin en Menasalvas (Toledo). Rafael nos recuerda que desde siempre ha conocido las instalaciones ganaderas que existen hoy en día en la finca Garbanzuelo del Parque Nacional de Cabañeros. Recuerda como trashumaban desde el Parque Nacional de Cabañeros hasta Fuente el Fresno y desde allí hasta Puerto Lápice para lo que empleaban tres días. Su ganado de lidia era de segunda categoría y lo solían vender a otros ganaderos que directamente lo comercializaban para festejos populares o espectáculos taurinos.

Durante la visita el propietario nos mostró la ubicación de tres chozos de vaqueros que se han estado utilizando hasta hace relativamente poco tiempo. Quedan las bases, en dos de estos chozos, los poyetes que permitirían la reconstrucción vegetal de estos alojamientos tradicionales de la zona. Rafael insiste en que los chozos eran para los vaqueros que se alojaban aquí, porque había ganado permanentemente. Este uso para vaqueros de los típicos chozos (que no cabañas como se menciona inadecuadamente) de los Montes de Toledo era desconocido para nosotros y por las fuentes consultadas. Cada uno de los chozos tiene características propias, la forma circular de dos de ellos, uno con zócalo formado con piedras sueltas, otro sin este elemento y el tercero que es rectangular también con zócalo de piedras de mayor tamaño que el anterior que pudiera servir además de refuerzo al habitáculo como lugar de descanso.

Comentan los conocedores del lugar que cuando se extraviaba alguna res en Navas de Estena, no era difícil encontrarla en estos parajes buscando esta querencia motivada seguramente por la riqueza de los finos pastos que abundan en esta finca del Parque Nacional.

Tras la visita a los chozos nos dirigimos al corral de los toros que no dista mucho de los tres emplazamientos mencionados. Muy cerca del camino llamado Cuesta de las Vacas se puede observar una construcción de piedra consistente en un círculo de reducido tamaño, tangencial y comunicado a otro cerramiento de mayor dimensión también circular aunque más irregular. El propietario manifiesta que a los trabajadores más veteranos que llegó a conocer, les manifestaban que este corral lo habían conocido de toda la vida. No podemos saber, por lo tanto la antigüedad, pero podemos asegurar que es anterior al siglo pasado por el cálculo de las edades de las personas que ofrecen estos testimonios.

De las murallas de piedra de los corrales sorprende su altura y grosor, el corral mayor tiene un diámetro de unos 60 metros aproximadamente. Por la fortaleza de sus paredes se deduce que estaba diseñado para ganado vacuno y caballar cerril para facilitar el manejo en su cría. Su estado de conservación es magnífico, cabría retocar algunas zonas manteniendo su estilo constructivo de la arquitectura tradicional de este tipo de instalaciones, debiéndose incluir en el catálogo recopilatorio de usos del Parque Nacional de Cabañeros.

Por último nos dirigimos por «la cuesta de las vacas» hacia «el vado de la cuesta de las vacas», ubicado sobre el río Estena. Casualmente había llovido abundantemente el día anterior a nuestra visita y pudimos comprobar que efectivamente el vado era el único lugar de la zona por el que se apreciaba fondo firme, llano y menos profundo se podría vadear el río con ganado vacuno y caballar.

El vado de la cuesta de las vacas y el paseo por la cuesta de las vacas son parajes que tienen un valor paisajístico impresionante. La conservación de los itinerarios por los que discurrieron los vaqueros deberían ser objetivos prioritarios de los responsables de la conservación de estos parajes, titulares de fincas privadas y públicas y futuras entidades de Custodia del Territorio. Todo lo concerniente a actividades en la naturaleza compatibilizadas con el respeto a la diversidad animal, vegetal, patrimonial y cultural tienen en estos usos tradicionales una fuente aún sin desarrollarse.

La cría del Bos taurus ibericus en el Parque Nacional de Cabañeros permitirá promover todos los usos que ha tenido esta especie animal históricamente. Desde el aprovechamiento cárnico, la conservación del patrimonio genético y amenazado de los escasos ejemplares de vacuno originario de los Montes de Toledo y riberas del Gigüela y Guadiana, la prevención contra incendios, el tiro para sacas de madera, el transporte de los clareos, plataforma para la formación en ganadería y sanidad animal, complemento para la conservación del estilo de monta occidental, justificación para las empresas adheridas a la Carta Europea de Turismo Sostenible y por supuesto como elemento iconográfico que atraerá el interés por conocer la zona de los amantes de los espacios naturales protegidos, además del incremento y diversificación de actividades que se puedan realizar en el Parque y zonas de influencia.

Vaya por delante nuestro reconocimiento a la labor que se hace desde el Parque Nacional, los propietarios de fincas privadas, ayuntamientos de la zona de influencia, asociaciones y empresarios que están involucrados en la conservación de este espacio. Esperamos que un futuro no muy lejano tenga incorporada la iniciativa para la conservación del bovino de origen manchego entre sus objetivos.

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